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Por: Samuel Cantón Zetina/@SamuelCanton
UNO: Más de 60 mil muertos en menos de dos años (¡90 al día!). Impunidad del 89% (uno de cada 10 homicidios es castigado). En 14 años, 60 mil desaparecidos. Casi 70 mil secuestros en un año (uno cada 4 horas).
Dos décadas, 2,500 policías asesinados. 50 municipios infiltrados por el crimen organizado: Alfonso Durazo. Aumento del 5% en feminicidios. Más de 30 millones de delitos al año (solo se denuncia el 9%): INEGI.
Guanajuato, líder en asesinatos. Morelos, en impunidad: 95% de casos sin resolver.
Promedio nacional de insatisfacción ciudadana con la seguridad pública: 30.2% (policías generan más miedo que confianza).
Luto, dolor e impotencia infinitos en miles de familias mexicanas. Sufrimiento inimaginable para compatriotas que no han sufrido pérdidas.
DOS: Sin comparaciones sexenales ni individualizar o politizar el tema. Aunque de cara a la sangrienta realidad, resulta increíble que Durazo encabece en MORENA preferencias para la candidatura a gobernador de Sonora.
TRES: El pueblo se sigue equivocando al cargar exclusivamente al hombre de la silla del águila los muertos. En los municipios, salvo en aquellos donde no poseen competencia, los alcaldes son responsables de la policía y de proteger a la población. En los virreinatos -de las corporaciones estatales- el gobernador, y en el ámbito de los delitos federales y de las instituciones de la República, el presidente y sus encargados. Están directamente involucradas, en la impartición de justicia, las fiscalías, procuradurías y jueces.
Y los diputados locales y federales tienen el deber de procurar las leyes necesarias para abatir inseguridad y erradicar impunidad.
A todos ellos, en las proporciones y espacios de acción correspondientes, es que el pueblo debe exigir resultados concretos y sustanciales, movilizándose, involucrándose, compartiendo estrategias, y votando en consecuencia. El baño de sangre es uno de los grandes lastres de México. Ese es el debate…