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Por Samuel Cantón Zetina/@SamuelCanton
México hizo una gran faena al demente de Trump, pero ahora viene lo más difícil: aguantar los reparos de EEUU en los siguientes 4 años en que AMLO coincidirá con Joe Biden. Es turno del canciller Marcelo Ebrard, tras su más reciente éxito en la pesca mundial de vacunas (México es 12 en inmunizar contra Covid y primero en AL).
El arranque se mira tormentoso, por el apoyo del presidente de México a Trump en campaña y en el veto de Twitter; por no reconocer al entrante oportunamente, y por el desacuerdo estadounidense con la exoneración “fast track” de Salvador Cienfuegos (la fiscalía no encontró pruebas de vínculos con grupos del crimen organizado).
El paisano acusó a la DEA de “inventar” pruebas contra el general, promovió ley para marcar límites a agentes extranjeros, y ordenó la difusión del archivo del Departamento de Justicia. “¿Por qué hicieron esta investigación así, sin sustento, sin pruebas?”, preguntó en Palacio.
En respuesta, Washington se declaró “decepcionado” por la exoneración y divulgación del dossier, y se reservó el derecho a reabrir la investigación, si FGR no rectifica. La tormenta perfecta… Complicado para Ebrard, que con Biden deberá echar mano de toda su experiencia y capacidad.
Ya entró en acción con la caravana centroamericana que cruzará el territorio rumbo al norte. En gran medida, de la nueva relación con EEUU depende el éxito de los últimos 4 años de Obrador.
Habrá represalias contra México, advirtió el ex procurador general de la República, Ignacio Morales Lechuga, y las ve por el lado de la falta de resultados en el control de drogas y de fronteras. Un adelantó -observó- fue la declaración del aun embajador Landau de que nuestro país no integró expedientes para solicitar la extradición de traficantes de armas.
Temas como el del saludo a la abuelita, y la liberación del Chapito, resurgirán a manera de reproche a México y al presidente Obrador, adelantó. Dios ilumine a Ebrard.