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Por Aurelio Contreras Moreno / @yeyocontreras
Aunque un tanto opacadas por el tema de la revocación de mandato y otros que acaparan la agenda político-mediática, la elección de dirigentes magisteriales de la semana pasada fue otro duelo entre el régimen que a lo único que llegó fue a apropiarse de los espacios de poder –quítate tú para ponerme yo- usando las mismas prácticas y lógica de antaño, contra los viejos cacicazgos que mudan de color, pero que mantienen el control de sus cotos jugando un juego que bien conocen.
La elección de Secretario General de la Sección 32 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) ha representado siempre un ambicionado botín político del que por muchos años se sirvió el PRI para tener una muy importante fuente de votos en todos los procesos electorales. A cambio, sus líderes han recibieron a lo largo del tiempo toda clase de prebendas de parte del sistema, como plazas que cobraban sin trabajar y que repartían entre sus allegados, presidencias municipales, diputaciones, senadurías y derecho de picaporte con el poder en turno, lo que se traducía además en grandes sumas de dinero.
En las últimas décadas, la Sección 32 del SNTE ha estado dominada por el llamado “Equipo Político”, facción liderada por una familia, los Callejas, que ha puesto a todos los dirigentes –incluidos ellos mismos- en ese organismo magisterial, que agrupa a los docentes del sistema educativo estatal.
Con el hambre de poder que caracteriza al régimen de la autoproclamada “cuarta transformación”, de inmediato mpuso en su mira a la Sección 32 con el objetivo de hacer exactamente lo mismo que en su momento el PRI: tener de su lado políticamente a la que sigue siendo la agrupación magisterial más numerosa y, por ende, más poderosa de Veracruz.
Rupestres y obvios, para esta elección de dirigente lanzaron una planilla color “vino” –así, como que nadie se daba cuenta que es el mismo color de identidad de Morena y del gobierno- llevando como candidato a Jorge Enrique Velázquez Pérez, un “profe” que “casualmente” también resultó ser cercano a Atanasio García Durán, padre del gobernador Cuitláhuac García Jiménez y uno de los “orgullos de su nepotismo”.
La injerencia en la elección sentista desde la Secretaría de Educación de Veracruz –dirigida por Zenyazen Escobar García, otro “dilecto” integrante del círculo cercano de García Jiménez- fue aparatosa y hasta grosera. Los directores de varias escuelas públicas dejaron “botada la chamba” desde mediados de marzo para irse a hacer campaña por la planilla “vino” por todo el estado para disputarle la Secretaría General a la planilla “naranja”, que postuló a Daniel Covarrubias, un representante de los intereses de los Callejas, quien al final se alzó con la victoria a pesar de que a los maestros les ofrecieron todo tipo de canonjías para que apoyaran al candidato “morenista”.
La pelea por el control de la Sección 32 del SNTE va más allá del tema meramente sindical. Tiene que ver también con la sucesión en la gubernatura de 2024.
Las luces de alarma en el gobierno estatal –que apoya sin pudor alguno el proyecto político de la zacatecana secretaria de Energía Rocío Nahle- se prendieron hace unos meses cuando la Sección 32 le organizó un acto masivo al presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, el también morenista Sergio Gutiérrez Luna, momento desde el cual lo identificaron como una amenaza para lo que consideraban ya era “bola cantada” en la carrera sucesoria en Veracruz.
El temor que existe dentro del gobierno estatal es el de que el callejismo estaría dispuesto a ir con Gutiérrez Luna por la gubernatura incluso si no fuera por Morena. No hay que perder de vista que Ruth Callejas, hija del extinto líder real del “Equipo Político”, Juan Nicolás Callejas, es diputada local por Movimiento Ciudadano. Porque del PRI, ya ni se acuerdan.
Lo cierto es que no le alcanzó a la “4t” para tomar por asalto la Sección 32. Y no porque los maestros adoren a los Callejas. Sino porque no quisieron someterse a esta vieja/nueva mafia y aplicaron la de “más vale malo por conocido”.
Sin duda, el magisterio sigue siendo un codiciado botín político. Y en una gubernatura pueden marcar diferencia.
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