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El gobierno de Murat sin respuesta a los problemas de las mujeres de Oaxaca

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Murat, ni ve, ni escucha. Foto especial: ADN Sureste

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 42 segundos

*  No atiende a la grandísima cifra de asesinatos de mujeres, la más alta registrada en la historia de la entidad, en 2017; en 13 meses  ha cambiado a tres titulares en la Secretaría de la Mujer Oaxaqueña

 

Por Soledad Jarquín Edgar

Especial para Expediente Ultra

A empezar de cero. En 13 meses de gestión, el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa, ha nombrado a tres titulares en la Secretaría de la Mujer Oaxaqueña, donde lo más lejos que existe son respuestas pese a la grandísima cifra de asesinatos de mujeres, la más alta registrada en la historia de la entidad en 2017.

Bien dicen que lo urgente no deja lugar a lo importante. Eso pasó esta mañana con Mujeres y Política, donde tuvimos que cambiar

abruptamente el tema, porque resulta urgente y necesario plantear los elevadísimos costos que acarrea para Oaxaca: 1) aceptar un cargo

público para el que no se está preparada; 2) disponer del destino de las personas y bienes como si fueran diosas, y —la peor de todas— 3) volver a repetir la historia: empezar de cero, repitiendo la misma triste historia.

En diciembre de 2016, el cargo de titular de esa secretaría fue asumido por la hoy delegada de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), Miriam Hernández Liborio, quien no supo nunca de qué se trataba “eso de las mujeres” y menos “aquello de la igualdad”. Su nombramiento fue toda una sorpresa y quedaba claro que los cargos públicos obedecen no al conocimiento de quienes lo ejercen sino a pagos políticos y amiguismo. Lo mismo de siempre.

Y, siguiendo su misma línea, Murat decidió nombrar en noviembre pasado, es decir, dos meses y días, a Mariuma Munira Vadillo Bravo, en sustitución de Hernández Liborio, quien dicho sea de paso se llevó hasta la camioneta de la Secretaría de la Mujer Oaxaqueña.

Frente al desorden dejado, por la falta de pagos, el ejercicio de recursos sin contratos y, que ante la presión ejercida por varias personalidades, no tuvo más opción que pagar sin recibir ni siquiera la documentación respectiva. Mariuma Munira Vadillo no veía por dónde iban las cosas; estaba esperando que se resolviera el problema y eso nunca pasó. Hasta hoy, todavía personal que colaboró con Hernández Liborio sigue solventando las irregularidades.

El peor de los pecados de la nueva ex titular fue iniciar el despido de todo el personal habido y por haber; solo salvo unas cuantas trabajadoras que se salvaron. Otro error de Vadillo fue contratar a personal inhabilitado por la Contraloría, y lo otro que no la hizo ver bien, fue la cantidad de varones que trajo Vadillo para ocupar los cargos directivos.

Y mientras el enredo burocrático atrapó la ya de por sí escasa actividad pro igualdad de la Secretaría de la Mujer, que además se fusila los programas “de empoderamiento” de las mujeres con financiamiento público, afuera todas las violencias contra las mujeres hacían acto de presencia, y así lo reflejaba la danza de las cifras sobre el feminicidio que terminó por superar todo lo históricamente existente.

Los poco más de 40 días de Muriuma Muniera Vadillo Bravo terminaron abruptamente esta mañana, cuando de nueva cuenta, aplicando la regla del amiguismo, Murat Hinojosa decidió despedirla. Su lugar fue ocupado por la ahora ex secretaria de Cultura, Ana María Vásquez Colmenares, quien —como las otras— no tiene ni la más mínima idea de lo que tendrá que hacer en la Secretaría de la Mujer Oaxaqueña.

Y aquí se vuelven a aplicar los tres puntos a examinar esta mañana: ¿Por qué aceptar un cargo para el que no se está preparado? ¿Quién le ha dicho a las y los funcionarios que los espacios son para aprender sobre la marcha? ¿Creerán que su osadía no tiene costos en la vida de las personas? Y se lo pregunto a la ex secretaria de las Culturas y Artes de Oaxaca, hoy titular de la Secretaría de la Mujer Oaxaqueña, Ana María Vásquez Colmenares, quien —por cierto, entre otras muchas cosas— llega a su nuevo encargo con el pecado de no haber hecho nada en Seculta, donde fueron denunciados varios casos de acoso sexual por parte de uno de sus funcionarios. En cambio, quienes tuvieron que salir, dejar su chamba, fueron las empleadas. Se lo recuerdo, solo porque eso sí que cuenta.

Sé que difícilmente podremos tener respuestas, pero los datos duros ahí están, existen y los hechos también. Cada dilación, cada omisión, cada no hacer nada y cada minuto perdido significa poner en riesgo la vida de las mujeres, al grado, como lo hemos visto, de ser asesinadas y todas las formas de violencia que se cometen contra ellas, así como perpetuar —–por omisión—- la idea de que nada se puede cambiar para alcanzar la igualdad. Las oaxaqueñas estamos en vilo.

Tomado del portal www.entresemana.mx

 

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