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Apréndase el nombre de Antony J. Blinken. Este abogado, criado en Francia y graduado de las universidades de Harvard y Columbia, será el hombre encargado de conducir la política exterior de Estados Unidos en el arranque de la presidencia de Joe Biden.
Estrecho colaborador de éste desde 2002, Blinken ‒a quien todo mundo conoce como Tony‒ ha hecho carrera en política internacional y seguridad nacional. Asesoró al hoy presidente electo cuando éste encabezó la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado y luego se fue a trabajar con él a la Casa Blanca bajo la presidencia de Barack Obama. En los últimos dos años de esa administración, fue subsecretario de Estado cuando John Kerry era el número uno en Foggy Bottom.
Antes, en los años 90, trabajó como redactor de discursos del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, durante la presidencia de Bill Clinton, y llevó la agenda de la primera dama Hillary Clinton. Ahí conoció a su futura esposa, Evan Ryan.
Blinken aparece en la famosa foto en la que los colaboradores más cercanos del presidente Obama observan la transmisión del operativo militar contra Osama Bin Laden, el 1 de mayo de 2011, que terminó en la muerte del líder terrorista. En la imagen, Blinken se asoma por encima del hombro del jefe de gabinete de la Casa Blanca, William M. Daley.
Su padre, Donald Blinken, fue embajador de Estados Unidos en Hungría y su padrastro, el abogado judío-polaco Samuel Pisar, sobreviviente del Holocausto, fue consejero del presidente estadunidense John F. Kennedy y del presidente francés Valéry Giscard d’Estaing.
Blinken es un reconocido europeísta. Criticó la decisión del presidente Donald Trump de remover soldados estadunidenses de Alemania, por considerar que eso sólo debilitaba a la OTAN y favorecía a Rusia, y se ha manifestado en contra del Brexit, que, a su juicio, es un “desastre total para el Reino Unido”.
En los principales temas de política exterior, se ha pronunciado por que EU trabaje con sus aliados y las organizaciones multilaterales en el marco de los tratados internacionales.
Hablante de un francés impecable, Blinken se mudó a París siendo niño, cuando su madre se volvió a casar con Pisar. Toca la guitarra y es fanático del futbol (soccer), deporte que practica. Durante sus años como asesor en el Senado, solía jugar todos los domingos un partido en Washington con políticos del ámbito de las relaciones internacionales, periodistas y diplomáticos extranjeros.
Como músico aficionado, tocó en grupos de jazz; interpretó Another Brick in the Wall, de Pink Floyd, para su ceremonia de graduación de la preparatoria en París, y es autor de dos canciones que se pueden escuchar en Spotify (Lip Service y Patience), donde aparece con el nombre de artista Ablinken.
En 2016, siendo subsecretario de Estado, apareció en un capítulo de Plaza Sésamo, donde, en conversación con Archibaldo, el muñeco azul, abogó por los niños migrantes. “Todos podemos aprender algo de los otros, aunque al principio no parezca que tenemos mucho en común”, dijo.
Desde sus tiempos en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Blinken se dio a conocer por sus posiciones intervencionistas. Cree que la diplomacia debe ser respaldada por métodos disuasivos. Apoyó la invasión de Irak en 2003 e incluso difirió de su jefe Joe Biden respecto de la decisión de intervenir militarmente en Libia en 2011. También lamentó la tibieza del gobierno de Obama respecto de la guerra civil en Siria.
Así es el hombre que tomará las riendas del Departamento de Estado, desde donde dará forma a la decisión de Biden de que Washington reasuma su liderazgo en el mundo, luego de cuatro años de un nativismo exacerbado bajo el gobierno de Trump.
Blinken se sentará en la silla que alguna vez fue de Henry Kissinger, George Shultz, James Baker, Colin Powell y Hillary Clinton. Y en ella tratará de convencer a aliados y rivales de Estados Unidos de que su país aún importa en la definición de las relaciones internacionales.