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EL IMPACTO DE LA PANDEMIA EN LAS MUJERES PROFESIONISTAS

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Escrito por: Blanca Elena Gómez

El 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional para Eliminar la Violencia contra las Mujeres, en el discurso el compromiso con la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer ocupan un lugar destacado, sin embargo en la práctica, las políticas diseñadas en la materia lejos están de proveer esa promesa como veremos a continuación.

Los impactos de la pandemia para las mujeres profesionistas fueron visibles inmediatamente al surgimiento de la misma, en la investigación liderada por Ana-Catarina Pinho-Gomes, titulada Where are the women? Gender inequalities in COVID-19 research authorship, los autores demuestran que las mujeres representan alrededor de solo un tercio de todos los autores que publicaron artículos relacionados con el COVID-19 desde el comienzo del brote en enero de 2020. Asimismo, indican que la representación de las mujeres es aún más baja para los primeros y últimos puestos de autoría. Aunado a lo anterior, identifican que las tendencias de autoría se comportan de manera similar en otras áreas científicas, lo que destaca que las mujeres están constantemente subrepresentadas.

Entre los diversos motivos, el principal, que es el más documentado, se refiere a que las mujeres tuvieron que compaginar su trabajo, con los cuidados de menores o de otras personas dependientes. Según datos del Instituto de Salud Global de Barcelona, los brotes de enfermedades afectan más a las mujeres, sobre todo en los países con sistemas de salud y protección social más debilitados.

En México, según datos de INEGI, como consecuencia inmediata de la pandemia de COVID 19, se presentó un aumento de 2.7 millones de mujeres en la Población No Económicamente Activa (PNEA), es decir, que no realizaron actividades económicas y que no buscaron trabajo, aunque las mujeres dentro de la PNEA han ido disminuyendo con la apertura de la economía, aún no se ha recuperado el nivel de empleo que se tenía prepandemia, durante el cuarto trimestre de 2021, 4 de cada 100 mujeres económicamente activas se encontraban desocupadas, lo que significan casi 108 mil más mujeres en esta condición que en 2019. Pensemos tan solo que varias mujeres son las cuidadoras y proveedoras principales de casa, con estos datos podemos observar que las mujeres, sin importar el nivel de preparación, difícilmente podrán insertarse nuevamente en el mercado formal de trabajo, hasta la fecha no existe una política que se ocupe de este caso.

Lo mismo podemos observar en el ámbito educativo, de acuerdo con datos de la SEP y la UNAM, en el 2020 hubo un registro de 1 millón 945,000 mujeres matriculadas en educación superior, lo que representó una baja de 3% respecto del nivel registrado en 2019, además, existe registro de que 54,000 mujeres dejaron la universidad o posgrado en 2020. Si recordamos que para estudiar un posgrado en México y poder acceder a una beca es necesario dejar de trabajar, podemos imaginar que las mujeres que dejaron sus posgrados dejaron de percibir el ingreso de su beca, ya que incluso, al solicitar una baja temporal el otorgamiento de beca se suspende hasta finalizado el periodo de solicitud de baja, aun no se observa alguna directriz que se dirija a subsanar esta área de oportunidad en la política educativa.

Aunado a lo anterior, en el 2021, hubo un total de 149 675 divorcios frente a las 92 739 del curso anterior, también la violencia contra las mujeres en nuestro país se agudizó, según datos de INMUJERES, las llamadas de emergencia al 9-1-1 relacionadas con la solicitud de ayuda por violencia contra las mujeres durante el 2020 aumentaron en comparación con las registradas el año anterior al pasar de 197,693 a 260,067, un aumento aproximado de 31.5%. tan solo, durante el primer mes de confinamiento el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reportó un total de 339 muertes violentas de mujeres, es decir, un promedio diario de 11 mujeres asesinadas.

Es evidente que hace falta trabajar en políticas integrales, en repensar las masculinidades y en configurar un sistema de cuidados que atienda los problemas estructurales que afectan a las mujeres, no hacerlo es garantizar que las tendencias mostradas anteriormente seguirán profundizándose y agravándose. En este 25 de noviembre debemos reflexionar que no hay cosa más cruel que decirle a una mujer que puede dedicarse a lo que quiera, en un sistema diseñado para impedírselo a toda costa ¿Qué estamos haciendo para cambiarlo?

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