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EL MUNDO NOS ESTÁ CERRANDO LAS PUERTAS

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Enero terminó con 32 mil 729 fallecidos por covid y 438 mil 166 contagios acumulados, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Salud.

Para una epidemia que apareció en México hace casi un año, resulta aterrador que el primer dato represente 20.6% del total y el segundo, 23.5 por ciento. De hecho, la tercera parte de los 159 mil decesos que llevamos sucedió entre diciembre y enero. En cambio, para sumar los primeros 32 mil tuvieron que pasar 111 días.

En el primer mes de 2021, uno de cada 11 fallecidos en el mundo por la epidemia fue mexicano, me dijo ayer en la radio Rafael Lozano Ascencio, director de Sistemas de Salud y profesor del Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington. Si bien Lozano opina que es “una exageración” la idea de que hay que multiplicar por 2.3 o 2.5 el número oficial de fallecidos para obtener una imagen real de la mortalidad por covid, estuvo de acuerdo en decir que el dato que comparte cada noche la Secretaría de Salud “está subestimado” en por lo menos 25 por ciento. Su institución calcula que para mayo entrante la enfermedad habrá matado a 198 mil personas en México. Un horror.

Varias naciones ya se han dado cuenta de que la epidemia está fuera de control en nuestro país. Cuba, Canadá, España y Guatemala son las que recientemente han impuesto mayores controles a los viajeros que vienen de México.

Hemos comenzado a aislarnos de la comunidad internacional por la falta de disposición de aplicar medidas básicas de contención que se han vuelto normales en otros lados.

Mientras acá todavía discutimos la utilidad del cubrebocas, otros países ya han prohibido el uso de las mascarillas caseras y obligan a sus habitantes a ponerse las de alta filtración para viajar en el transporte público o acceder a tiendas y oficinas gubernamentales. Mientras en México aún no aplicamos pruebas suficientes para detectar contagios ni se rastrea con denuedo los contactos de las personas infectadas, en otros países se realiza la secuenciación del genoma en un porcentaje relevante de casos para ver si están presentes las nuevas variantes de coronavirus.

Mientras en México los viajeros internacionales entran como Pedro por su casa —bajo el pretexto de que “los enfermos no viajan”—, en otros países se exige que los pasajeros tengan una prueba negativa de covid para subirse al avión y/o se les pone en cuarentena una vez que llegan. Mientras en otros países se comprende la necesidad de evitar contagios, mediante medidas estrictas de confinamiento, en México se sigue pensando que la estrategia debe consistir en tener suficientes camas de hospital.

En México no se ha combatido la epidemia, sino, meramente, se le ha administrado. Pero el pasado, por desgracia, no se puede remediar. Mejor hablemos de lo que puede venir si nada hacemos al respecto. Aunque se ha perdido mucho tiempo, y esto ha repercutido en pérdidas de vidas y deterioro económico, todavía se podría poner en práctica una respuesta basada en la ciencia y no en la política. Con ello, afectaciones como la suspensión de vuelos decretada por Canadá —que traerá, como efecto, una merma en ingresos de 782 mdd, según la Secretaría de Turismo— podrían atenuarse.

La aparición en Jalisco de una mutación que vuelve al virus SARS-CoV-2 más contagioso y puede eludir la acción de los anticuerpos debiera ser vista como una alerta y un llamado a enfrentar en serio la epidemia. Pero, como ha ocurrido con otras señales que México no supo leer a tiempo, dicha información fue desestimada por el representante de la Secretaría de Salud que encabezó la conferencia el domingo.

Tal pareciera que lo importante es mantener una visión “optimista” —como si esto no fuera una cuestión científica, sino de suerte— en lugar de advertir a los habitantes del país sobre situaciones potencialmente riesgosas para su salud.

Por desgracia, estamos entre los pocos países del mundo que no están tomando la aparición de las mutaciones del virus como un peligro adicional, y que ya ha llevado a otras naciones a incrementar el control de sus fronteras y aumentar el confinamiento, al tiempo que avanzan con la vacunación y recomiendan a los habitantes usar doble cubrebocas.

Parece que en México seguimos esperando tranquilamente a que la terca realidad nos alcance.

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