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En la Capital, sed de siglos; millones dependen de pipas

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*”¡La pipaaa….La pipaaa” y todos a correr; ley en pedregales

*Reparto en tandeo. El color del tambo define que día toca

 

Sed de siglos; millones dependen de “pipas”, en
el reparto “gratuito”.

CD Mx marzo 31/2017 (agencia acento) “¡La pipaaa!… ¡La Pipaaa…!” y todos a correr, entre pedregales. En los lomeríos hay que apartar lugar, con tambos cuyo color define que día toca el tadeo. El agua es un don preciado que ya no da el cielo.

Aquí dice que Dios da el agua pero no la ha entubado, al menos para Iztapalapa, puntos de Tlalpan y Gustavo A. Madero, arrojadas a las morillas montañosas y pedregosas de la cuarta concentración humana más grande del mundo.

En la Iztapalapa más “dejada de la mano de Dios”, es la sed de siglo en la capital donde a veces hay puñetazos para conseguir agua en cubetas o tambos, en el “reparto gratuito” a cambio de unas monedas o no hay.

Iztapalapa encabeza las delegaciones en que cientos de miles dependen de “pipas” en ese reparto que forja millonarios, aunque se dice que es un servicio gratis.
Pero la capital, sedienta y todo, a la vez se ahoga…pero en basura.

Pan y circo, política de estado

Mientras se prepara una pelea de box en el Zócalo (la antigua ciudad sagrada de los Aztecas, con vertida en tianguis o frecuentemente en circo), cuando no una exposición de la torta o la enchilada más gran grande mundo; la rosca de reyes de más toneladas y ferias de todo, en la orilla del sudeste citadino, mendigan por agua.

La promesa del cambio no llegó con la alternancia del poder que gobernó aquí, al ser electo el primer Jefe de Gobierno no priista, Cuauhtémoc Cárdenas, en 1997.
Tampoco se cumplió al llegar el segundo Jefe de gobierno (ahora por seis años) del mismo que Cárdenas, el PRD con Andrés Manuel López Obrador, quien inició su mandato de seis años en el año 2000.

La principal promesa de tiempos mejores, al menos para Iztapalapa, que aporta uno de cada cinco votos para elegir Jefe de Gobierno, tampoco se cumplió.

Llegó Marcelo Ebrard en 2006, y con todo y que se hizo llamar “El Mejor Alacalde del Mundo”,  al salir como el tercer Jefe de Gobierno en la nueva era capitalina nada cambió en materia de agua potable: siguió el reparto “gratuito” en carros-tanque o “pipas” a cambio de unas monedas.

Agua con  heces

La gente de Iztapalapa paga por el servicio; le llega su cobro por correo; paga a sabiendas que no existen las tuberías para recibir agua cristalina entubada, y las pocas redes que sí llegan a registrar el líquido, esporádicamente, se trata de  agua “chocolatosa” que nadie consume.

Y así llegó el actual Jefe de Gobierno, como sus antecesores, bajo la bandera del PRD, Miguel Ángel Mancera. Pero tampoco hubo cambios en agua potable para Iztapalapa, Tlalpan, Gustavo A, Madero y otros puntos donde no saben que ya se entuba el agua para entregarla, potable, en todo hogar, comercio, escuela y fábrica, cine, restaurante…etc, etc.

En Iztapalapa, ya no soñarían que les llegue caliente o en forma de vapor como ocurre a los parisinos. Servicio municipal que es allá tan natural como respirar.

Los iztapalapenses, se conformarían con que no traiga basura, heces, ni lodo.

Pero en 20 años así, ya es parte de los usos y costumbres de los chilangos olvidados.

Pero el agua, resulta más urgente.

Según el reportaje de la BBC es un regalo inesperado en el barrio, la colonia Polvorilla de Iztapalapa, en el oriente de Ciudad de México, la expulsión  esporádica de agua sucia.

La delegación (municipio) es la zona con más problemas de agua en la capital mexicana.

Desde hace décadas unas dos millones de personas sobreviven con racionamiento permanente.

La crisis es particularmente severa con los vecinos de las zonas montañosas de la demarcación, donde viven más de 300.000 personas.

En ocasiones pasan varias semanas sin recibir una gota en las redes de abastecimiento.

Y muchas veces el líquido que llega a sus casas es de color ocre. Las autoridades dicen que es un problema de los minerales que hay en los pozos de donde se extrae, pero que es apta para consumo humano.

Por eso cuando llega transparente es una fiesta. «Queremos guardar toda la que se pueda y bañarnos aunque sea una vez con agua limpia», le dice a BBC Mundo.

El abasto de líquido es uno de los problemas más serios de la capital, que en los últimos años aumentó el número de recortes al suministro.

Pero en Iztapalapa la situación es extrema. BBC Mundo visitó algunos barrios de esta zona, la más sedienta de Ciudad de México.

«Bañarse a mentadas»

En el poniente y el sur existen algunas colonias donde el ingreso promedio de sus habitantes es de los más altos del país.

Allí los servicios son muy parecidos a los que se encuentran en ciudades como Nueva York o Londres.

Pero a unos kilómetros de distancia, en la zona oriente donde se encuentra Iztapalapa, la realidad es otra.

En algunas colonias marginadas existen serios problemas de inseguridad, y en ocasiones los servicios públicos como recolección de basura o alumbrado de calles se ofrecen con deficiencia.

Pero lo más complicado es el desabasto crónico de agua. Y eso lo resienten los vecinos. Todos los días.

El racionamiento permanente les obliga a improvisar. En Iztapalapa la mayoría compra agua embotellada pero no para beber, sino para asearse y lavar ropa de colores claros.

«Nos bañamos adentro de una tina para juntar el agua que sobre y luego la usamos en el WC», le dice a BBC Mundo Ivonne Martínez, vecina de La Polvorilla.

«No se usa la regadera (ducha) porque nunca hay presión en los tubos para que salga el agua».

Guadalupe García dice que cuando la visitan sus nietos «me preguntan si el baño va a ser en la regadera o a mentadas, así le decimos a echarnos el agua desde una cubeta».

Cacería de «pipas»

Cazar camiones cisterna con agua, que en México se conocen como «pipas», es una de las actividades cotidianas en Iztapalapa.

“La Pipaaaaa…La Pipaaa”

Desde el amanecer muchos vecinos están pendientes del paso de los vehículos, especialmente los que envían las autoridades de la delegación, para suplicar a los conductores, llamados «piperos», que les llenen aljibes y tambos.

Otros montan guardia desde el amanecer en los sitios donde se abastecen los camiones, y desde allí se van en ellos hasta sus casas.

La demanda de pipas es tal que algunos vecinos se pelean a golpes por una de ellas. Otros llegan al extremo de secuestrar la manguera del vehículo para obligar al conductor a que les entregue agua.

Y algunos son más sutiles. «Yo le digo a mi nuera que es joven y bonita que convenza al pipero, a las muchachas sí les hacen caso», cuenta a BBC Mundo Elizabeth Serrato.

La lucha diaria por las cisternas parece justificada porque en muchos casos es la única forma de abastecerse.

Eso ocurre en unidades habitacionales como El Vergel de Santa Cruz, donde viven 2.000 personas.

Los vecinos se cansaron de cerrar calles como protesta por el desabasto, y decidieron mejor organizarse para asegurar que, por lo menos, les lleguen cisternas dos o tres veces por semana.

Es un recurso que envían las autoridades y por lo mismo deben estar más pendientes, le dice a BBC Mundo Judith Rodríguez Varela, representante de los vecinos.

«Las pipas se pierden, en la delegación dicen que mandan tres pero sólo llega una», cuenta.

No pueden descuidarse, porque la demanda es mucha. Llenar un aljibe que abastece a sólo un edificio necesita de 180.000 litros de agua.

Y dura sólo tres días.
La capital (manda al drenaje las aguas de una veintena de ríos) carece de sistemas para almacenar agua de lluvia  como lo hace el “Sistema Cutzamala” del vecino Estado de México.

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