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FRANCISCO XAVIER, EL “POLLINO” QUE VATICINA UN “MULADAR LEGISLATIVO”

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*  Acostumbrado a apostarle a la desmemoria de la gente, el político saltimbanqui se lanza contra sus compañeros del Congreso Local anticipando, en una adivinación como la de la legendaria Casandra, que sus pares no entregarán buenas cuentas, citando al popular refrán, puede decirse: “el burro hablando de orejas…”

Por Antonio Ortigoza Vázquez / @ortigoza2010

Especial de Expediente Ultra

Es típico el comportamiento de cínicos y felones apelar a la desmemoria colectiva para mostrarse como dechado de virtudes y valores, mismos que han pisoteado a lo largo de su vida personal y profesional. Tal sería el caso del diputado Francisco Xavier Berganza, quien desde la tribuna del Congreso sorprendió a propios y extraños al soltar una catilinaria contra sus colegas, y de paso, impartió «cátedra» acerca de un inexistente pundonor profesional.

Disertó con tono que pretendió severidad magisterial para advertir que «la falta de trabajo» desembocará «al final en un implacable escrutinio público» y señaló que la Legislatura a la que él mismo pertenece, dejará por todo legado «un muladar legislativo». (¡Terrible, pues!)

Los clásicos griegos nos dicen que Casandra, hija de Hécuba y Príamo -reyes de Troya- logró que el dios Apolo la dotara del don de la adivinación, pero con acostón de por medio. Faltara pues, saber cómo fue que el diputado Berganza, por su parte, pudo obtener la capacidad de la adivinación y, además, como la troyana, anticipar grandes desastres.

Porque si la Legislatura de Francisco Xavier entrega al final de su periodo «un muladar legislativo», pues eso, sin duda posible, sería un desastre espantoso, un baldón para cada uno de los diputados que arrastrarán el resto de su existencia.

Con toda la solemnidad de la que es capaz, el diputado Francisco Xavier afirmó, sentencioso desde la tribuna del Congreso estatal: «Hemos caído en el letargo legislativo, que al final del día nos cobrará facturas… hemos dejado lo más por lo menos», pero como para cubrirse, manifestó su «profundo respeto a todos los coordinadores de las bancadas legislativas y principalmente a los Coordinadores de la Junta de Gobierno».

Advirtió que «estamos en una carrera para ver quién presenta más iniciativas, corriendo el riesgo, muy pronto, de tener un muladar legislativo del cual sería prácticamente rescatar lo que realmente vale la pena, dictaminar y desechar lo que no esté siempre apegado a estadísticas serias, datos crudos…» (Las fallas de sintaxis son originales).

«Hemos cometido faltas de tramitología legislativa, hemos permitido agravios de parte del Ejecutivo… se autorizó el mayor presupuesto de la historia (pero) toleramos incumplimiento al no otorgarle a esta soberanía el monto estipulado en el ordenamiento autorizado por nosotros», prosiguió, pero enseguida proporcionó justificantes:

«Es verdad que la administración del señor gobernador Julio Menchaca lleva solo unos cuantos meses y es probable que no esté enterado de las acciones de los subordinados» y al llegar a este punto echó mano de una de las más famosas «frases de lanzadera» del finado Jesús Reyes Heroles: «Pero la forma es fondo…»  y con mucha audacia, sugirió: «Espero que esta sea la excepción y el fondo muy diferente…»

Enseguida propuso al Congreso convertirse en «un bloque de contención, pero no de oposición» (¿?) y sin que viniera a cuento, presumió: «Cinco gobernadores quisieron meterme a la cárcel», como para «enviar el mensaje» de que «mejor no se metan conmigo» y que le inventaron delitos.

Claro que Francisco Xavier no mencionó que a lo largo de lo que pueda llamarse «carrera política», como candidato a senador nunca hizo campaña porque se la pasó prófugo por una acusación de violación a una jovencita,  y que cuando ya tuvo fuero se presentó en el Senado escupiendo por un colmillo.

Que ha sorteado con alguna suerte varias otras acusaciones de delitos del fuero común, es cosa muy conocida por los ciudadanos de Hidalgo

Y muy conocida es, igualmente, la cachaza, desvergüenza, cara dura y el cinismo rampante que le ha caracterizado. Se le ha conocido como algo muy parecido al «Tartufo» de Moliere, pero ahora se nos presenta con la careta de Casandra, la que consiguió el don de la adivinación por parte de Apolo, pero cuando rechazó seguir sus amores con el dios, éste, indignado, hizo que nadie creyese en sus predicciones, como cuando advirtió la trampa del famoso caballo.

Con toda seguridad, la nigromancia de este “Casandro” seguirá la misma vertiente que la mítica deidad griega.

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