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«Lo que no mata, engorda…»
Por Samuel Cantón Zetina/@SamuelCanton

Dos estados: Oaxaca y Tabasco, están ya en proceso de prohibir la venta de comida “chatarra” a los niños, y en el Senado, MORENA anticipó que lo extenderá a nivel nacional.
Es muy bueno, porque estando a la vista -con el COVID-19- los graves daños que tantísima porquería adictiva ocasiona a la salud (ya superamos los 50 mil muertos), era urgente desde hace décadas.
Alrededor de 93 millones de paisanos padecen obesidad, sobrepeso o hipertensión.
Hasta el cansancio se ha dicho que las bebidas embotelladas engordan y perjudican, y aun así nuestro país no las desecha.
A propósito: ¿por qué le dicen “alimento” al mundo de frituras que enferma a nuestra gente?
México, por fortuna, está yendo más allá de únicamente etiquetar productos nocivos con cero aporte nutrimental.
Se trata -queremos creer- de una declaración de guerra contra la ingesta excesiva de azúcar y sodio.
No obstante, la sola restricción no va a obrar el milagro de acabar con la obesidad -apartado en que somos líderes mundiales- o diabetes.
Finalmente, que se acabe o no dependerá de que los mexicanos tomen conciencia y asuman la responsabilidad de no consumirlos.
Como en la estrategia contra el virus, no puede haber un nutriólogo con cada ciudadano, o un policía vigilándolo.
Si las familias no se involucran, lo único que pasará es que los menores tendrán un poco más de dificultades para conseguirla, y el comercio informal desplazará a las tienditas.
En Villa Hidalgo Yalalag, comunidad zapoteca de la sierra norte de Oaxaca, los pobladores cerraron el paso a distribuidores de Coca-Cola, culpándola -junto a otras marcas- de desplazar a los productos de la región, de la mala alimentación del pueblo y de lo fuerte que los golpeó el COVID-19 por esa razón.
El gobierno ya forzó el etiquetado de la basura en cuestión; MORENA va por gravarla con más impuestos (50% de su precio al público), y liberará a las escuelas y a las máquinas expendedoras de la “chatarra”, aunque los resultados nada más se verán cuando los propios habitantes se decidan a combatir la plaga.
Será una batalla más que AMLO deba librar contra los poderosos empresarios de esa industria cuyas utilidades anuales ascienden a ¡$123 mil millones!, lucha que adelantó el subsecretario Hugo López Gatell al resaltar -en el contexto del COVID- los severos perjuicios que esos artículos causan a la salud pública, y al Estado, al que obliga a destinar gigantescas cantidades de dinero para tratar en hospitales el cúmulo de enfermedades que detona.
Desde su cuenta de Twitter, el subsecretario celebró las iniciativas y las calificó de “avance en la cuidado de la salud desde la prevención”.
Y DE MAÑANA…
TERRIBLES PRONÓSTICOS para México a propósito del COVID-19: de acuerdo a Laurie Ann Ximénez-Fyvie, jefa de Laboratorio de Genética Molecular de la UNAM, podría llegar a ¡122 mil muertos! Por su parte, el Instituto de Métricas y Evaluación de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, proyecta que el número de defunciones aquí se duplique para noviembre. En Tabasco, la secretaria Silvia Roldán -“vamos para largo en el semáforo rojo”- advirtió que la pandemia va a durar todo el año y el inicio del siguiente. Por cierto: ¿Qué pasó con la convocatoria para la «pool party» de Villahermosa del fin de semana?…