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Ante un escenario adverso a partidos
Por Juan Darién
Especial para Expediente Ultra
Fotos Especiales
Augurando que el escenario electoral del 2018 puede ser adverso a todos los partidos políticos, perfilándose Andrés Manuel López Obrador como el candidato más idóneo para canalizar el hartazgo y descontento social, un grupo de intelectuales y políticos de viejo cuño unidos por el cordón umbilical de sus intereses personales al salinismo, buscan cerrarle el paso al tabasqueño diseñando una estrategia similar a fraguada en 1994 cuando dieron vida al llamado Grupo San Ángel, que en su momento planteó un gobierno de coalición que apaciguara las desbordadas aguas de la política nacional, tras el asesinato del entonces candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio, ocurrido el 23 de marzo de ese año, en la colonia Lomas Taurinas, de Tijuana. Ahora, su apuesta se enfila a buscar un personaje que pueda encabezar una candidatura independiente a la Presidencia.
A luz del actual contexto, vale recordar que aunque en lo inmediato el planteamiento hecho por los convocantes del citado grupo al entonces Presidente Carlos Salinas de Gortari, no tuvo eco y el ganador de la elección, Ernesto Zedillo sólo incluyó en su gobierno al panista Antonio Lozano Gracia, como procurador de la República, seis años después, en el 2000, uno de sus integrantes, Vicente Fox, llegó a la Presidencia llevando a otros dos impulsores del Grupo San Ángel a su gabinete, Jorge Castañeda Gutman en Relaciones Exteriores y Adolfo Aguilar Zinzer, como asesor del equipo de transición en los asuntos internacionales, para después nombrarlo asesor de seguridad nacional y en enero del 2002, representante permanente de México ante las Naciones Unidas, cargo al que dimitió un año después.
EL GRUPO SAN ÁNGEL ACERCÓ A ELBA ESTHER Y FOX
Del Grupo San Ángel también nació una estrecha relación de amistad de Fox con la entonces todopoderosa dirigente del SNTE, Elba Esther Gordillo, misma que desde su cargo como Secretaria General del PRI y coordinadora en la Cámara de Diputados, se convirtió en su aliada cuando el ex mandatario buscó tasar con IVA los alimentos y las medicinas, intención a la que se opuso el PRI destituyendo de su cargo parlamentario a la líder magisterial que decidió hacer la guerra a su opositor, Roberto Madrazo, al que dinamitó sus intenciones por ganar la elección presidencial del 2006.
Ahora los acomodaticios intelectuales buscan impulsar un proyecto similar al de 1994, pero a través de las candidaturas independientes, figura electoral que ya rindió sus primeros frutos con el triunfo en Nuevo León de Jaime Rodríguez, “El Bronco”, y mediante la cual, sostienen, no buscan atentar contra el sistema de partidos sino fortalecerlo y “acicatearlo”.
En un desplegado, apoyado por otras cien firmas, los oportunistas convocantes buscan asumirse en algo así como los guías morales de una sociedad “hastiada de los partidos políticos”. Jorge Castañeda, cabeza visible del Grupo San Ángel que busca renacerlo en el nuevo proyecto político, parece ser el más preocupado con lo que pueda acontecer en el 2018 con el líder de MORENA. En declaraciones a los medios, señaló: “Si no hay una candidatura independiente fuerte, única, López Obrador es el único que puede canalizar lo que todas las encuestas muestran en el país: un gran hartazgo, gran hastío con la clase política, con la partidocracia, con el sistema”.
En 1994, los principales promotores del gobierno de coalición, fueron: Carlos Fuentes –escritor que en los años 70s fue defensor del Presidente Luis Echeverria; Enrique González Pedrero, ex gobernador de Tabasco que rompió lazos ideológicos con el PRI, y ha sido guía político de López Obrador desde que empezó a dar sus primeros pasos en la política y con quien se sigue reuniendo con cierta frecuencia–; Demetrio Sodi, ex diputado federal del PRI, después senador del D.F. por el PRD, en 2006, candidato a Jefe de Gobierno por el
PAN, y delegado de Miguel Hidalgo del 2009 al 2012, por el mismo partido; y, por supuesto, Jorge Castañeda, quien a pesar de haber ocupado la Secretaría de Relaciones Exteriores en el gobierno de Vicente Fox , no tuvo empacho en renunciar a mitad de sexenio declarando con desenfado que le daba “güeva” seguir como canciller. Sus miras políticas, según manifestó al entonces mandatario, eran llegar a la Secretaría de Gobernación o al menos a Educación Pública. En 2005, las autoridades electorales le negaron la oportunidad de participar como candidato independiente a la Presidencia de la República.
Participaron también en el Grupo San Ángel, Federico Reyes Heroles, ahora nuevamente de los convocantes a integrar la candidatura independiente del 2018; Amalia García, quien llegó a gobernadora de Zacatecas y es actualmente cabeza de la corriente perredista Foro Nuevo Sol; Teodoro Césarman; Alfredo del Mazo González, ex gobernador del Estado de México y candidato perdedor al gobierno de la Ciudad de México en 1997 ante
Cuauhtémoc Cárdenas; Adolfo Aguilar Zinzer, quien formó parte del gabinete de Vicente Fox; Manuel Camacho Solís, ex regente capitalino en el gobierno de Carlos Salinas y que tras perder la nominación presidencial con Colosio, fue enviado como Comisionado por la Paz para negociar con el Ejército Zapatista en Chiapas, en 1994. Tiempo después, Camacho abandonó el PRI para sumarse a las filas del PRD, partido en el que militó hasta su muerte, sucedida el pasado 5 de junio, siendo Senador de la República.
Además se sumaron a la convocatoria, Lorenzo Meyer; Javier Livas; el ex director del IMSS y ex contralor del gobierno capitalino con Marcelo Ebrard, Ricardo García Sainz, fallecido el pasado 23 de agosto; Joel Ortega, ex delegado en Gustavo A. Madero, señalado como responsable de la tragedia de la discoteca News Divine y recién destituido del cargo de Director del Metro; también figuraron los hijos del desaparecido Manuel J, Clouthier, Tatiana Clouthier Carrillo y Manuel Clouthier Carrillo, éste último ganó como candidato independiente una diputación federal por Sinaloa en el pasado proceso electoral, y lo mismo que su hermana han optado por la vía de la autonomía partidista tras haber dejado las filas de Acción Nacional; al igual que Jorge Castañeda ha buscado contender por la Presidencia de la República, pero en su caso fue en el 2012, como independiente. Enlistados en el mismo grupo se contaron a Vicente Fox, que llegó a ser Presidente de la República en el 2000, y Elba Esther Gordillo, su aliada ahora caída en la desgracia del poder, abandonada por sus antiguos aliados y privada de su libertad.
Ahora nuevamente con Jorge Castañeda a la cabeza aparece Federico Reyes Heroles, causando polémica la inclusión en primera fila de Diego Fernández de Cevallos, al haber sido uno de los tres candidatos presidenciales junto con Ernesto Zedillo y Cuauhtémoc Cárdenas, a los que en 1994 el Grupo San Ángel invitó a sumarse a su proyecto, y quien de entrada, ha dicho que no “traicionará a su partido”, el PAN, claro, a menos que quien encabece la designación independiente sea él.
EN LA LISTA, EL TENEBROSO “JEFE DIEGO”
El llamado “Jefe Diego”, arribó en 1994 a la candidatura panista arrastrando el peso de las sospechosas concertacesiones que en 1988 permitieron sentar en la silla presidencial a Carlos Salinas de Gortari; como quedó registrado en la historia, sin ser líder de Acción
Nacional en San Lázaro, aprobó la quema de los paquetes electorales, “son sólo papeles”, dijo tras las acaloradas discusiones en el Colegio Electoral de la Cámara de Diputados, donde se aprobó el polémico triunfo de Salinas. Poco después, “El Jefe Diego”, apareció como flamante propietario de rentables terrenos en Punta Diamante, ubicados en el paradisiaco puerto de Acapulco. Millonarias propiedades que según sus detractores recibió en pago por sus servicios prestados al entonces primer mandatario.
De igual manera, en la lista de los impulsores del nuevo proyecto se encuentran el escritor Rafael Pérez Gay; Luis de la Calle; Héctor Aguilar Camín, ligado como Fernández de Cevallos al cordón umbilical del ex presidente Salinas; Angeles Mastretta y el ex Rector de la UNAM y ex Secretario de Salud, Juan Ramón de la Fuente, al parecer la figura pública más idónea para encabezar una eventual candidatura independiente, en el 2018.
En este anticipado escenario electoral habrá que preguntarse si el sector de la intelectualidad en México tendrá la autoridad moral ante la sociedad para promover una candidatura alejada de los partidos y que sea confiable a la mayoría de los electores. Para entender algo de su peculiar naturaleza acomodaticia, demos un breve repaso a los anales teóricos.
Si nos remitimos a la historia, desde que se acuñó el concepto de intelectual, en Francia, allá por 1898, en ocasión del affaire Dreyfus –la sentencia judicial de indudable corte antisemita contra el capitán Alfred Dreyfus, de origen judío–, que conmocionó a la sociedad francesa de la época a principio de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, marcando un precedente en la historia del antisemitismo, la paternidad del término se atribuye al escritor Émile Zola que lanzó un primer exhorto para que los hombres preocupados por la justicia y la verdad adoptaran una actitud crítica e intentaran modificar la posición incrédula y desinformada de los ciudadanos, frente a un hecho que vulneraba los principios más elementales de la convivencia y la igualdad de derechos. A partir de entonces, no hay duda, los intelectuales han navegado en medio de las turbulencias económicas, políticas y sociales de su época.
Años después en 1927, en su libro La trahison des clercs (La Traición de los Intelectuales), Julien Brenda los acusa de abandonarse a las pasiones políticas, perdiendo de vista lo universal: se han vuelto egoístas y “desinteresados” de las grandes causas universales, como la justicia o la humanidad y han abandonado toda primicia moral. Benda los exhortaba a estar a la altura de su papel en la sociedad como formadores de opinión.
Posteriormente en el periodo en que el socialismo y del nacionalsocialismo dividió a los intelectuales europeos y de otras latitudes en socialistas y antisocialistas; fascistas y antifascistas, algo los unificó, según estableció la teoría del italiano Antonio Gramsci: la “condición de intelectual orgánico” o comprometido teórica y prácticamente con una determinada causa o ideología, que nadie caracterizó mejor que Gramsci. De acuerdo a esta visión, la idea del intelectual crítico a la Zola o moralista a la Benda, es sustituida por esta nueva interpretación, aún vigente a la fecha.
Así, mientras del bando fascista surgieron las voces de intelectuales orgánicos como Carl Schmitt, Oswald Spengler y Martin Heidegger; del bando socialista destacaron Georg Lukács, Ernest Bloch y el propio Gramsci.
Pero como suele suceder cuando los excesos solapados por ambos bandos quedaron al descubierto—el holocausto Nazi y los gulags estalinistas–, se produjo una desbandada de los intelectuales hacia otras posiciones menos comprometedoras.
En nuestro país, muchos intelectuales se han convertido en tótems culturales que medran con el capital intelectual, dictando reglas, protegiendo a sus grupos y castigando y atacando a sus adversarios en afán por servir a la clase política en el poder. Los desencuentros entre grupos como los de Nexos y Vuelta, son representativos de esta disputa por obtener las mayores canonjías de los gobernantes en turno.
Y si bien la intervención en asuntos públicos de los intelectuales debería ser totalmente independiente del poder político, para ejercer una verdadera crítica a las posturas y decisiones de este, resulta evidente que en nuestro país, y desde la irrupción del México posrevolucionario, muchos hombres de letras como José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet y Martín Luis Guzmán, terminaron ingresando a los círculos del poder como funcionarios de primer nivel.
INTELECTUALES MEXICANOS, AFINIDADES POR CONVENIENCIA
Si como punto de referencia al papel de los intelectuales en México, consideramos la definición de intelectual, expuesta por Gabriel Zaid, debemos considerar que: “Es el escritor, artista o científico que opina de cosas de interés público, con autoridad moral entre las “elites” y que forma parte de algo así como “la inteligencia pública de la sociedad civil”. Podemos inferir entonces que muchos de lo que hoy intentan sacar, cual conejo de la chistera, un candidato independiente, carecen de esa “autoridad moral”, por su evidente conflicto de intereses y su proclividad por la fascinación del poder.
Nadie puede negar que en México subsiste un juego de simulaciones en el medio intelectual producto de una coptación silenciosa que orilló a la mayoría de los intelectuales a trabajar bajo la tutela de los presidentes en turno. Por ello, hay una clara devaluación de la clase intelectual hacia la sociedad, la cual se manifiesta de muchas maneras: la libertad de pensamiento no ha sido algo apreciado por los intelectuales; los debates de ideas no interesan a nadie y nunca se han fomentado; la promoción y entronización de intelectuales se debe más a compromisos y lealtades con los gobernantes que a las virtudes y los méritos exhibidos, de tal suerte que sus posturas ideológicas, como acontece con los partidos políticos, se modifican de acuerdo a sus intereses personales. Muy pocos se ajustan a la categoría de “intelectuales orgánicos” de Gramsci, diríamos que son casos excepcionales.
El propio impulsor del Grupo San Ángel y ahora de la candidatura independiente con miras al 2018, Jorge Castañeda, acepta en sus obras La Herencia y Sorpresas te da la vida, que el planteamiento del gobierno de coalición de 1994, fue consultado con el Presidente Salinas, quien aprobó la idea y se comprometió a apoyarla, siempre y cuando surgiera como propuesta de la sociedad; es decir, que los promotores lograran cuajarla en la opinión pública para que tanto la idea como el grupo adquirieran existencia propia. Situación que no prosperó.
Lo expuesto en sus obras por Castañeda, muestra el grado de sumisión de los intelectuales hacia las esferas del poder; no hay la menor duda de que el Grupo San Ángel buscaba posiciones políticas para sus miembros pero no así, consensos en la sociedad civil. El ir a buscar la aprobación del entonces Presidente le restó autonomía, legitimidad y fuerza moral a sus promotores.
¿Sucederá hoy lo mismo? Los antecedentes de los intelectuales que hoy buscan encabezar un proyecto electoral sobre las espaldas de la sociedad, no son nada alentadores para el cambio que requiere el país. En palabras del fracasado Presidente de la transición, Vicente Fox, “son coyotes de la misma loma”, siempre prestos a aullar para el lado donde mejor los recompensan. Y candidatura que nace torcida…