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LA ALCALDESA QUE MALVERSÓ SITIOS HISTÓRICOS DE APAN

2020
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Guadalupe Muñoz. El poder por el poder

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*En su gestión al frente del gobierno del municipal apense, Guadalupe Muñoz empleó para beneficio de su Familia, el tráfico de influencias con el objetivo de facilitarles, junto con sus allegados la apropiación de terrenos donde se ubicada la histórica estación que pudo volverse un atractivo turístico y no el negocio para unos cuantos

Por Antonio Ortigoza Vázquez

Especial de Expediente Ultra

(Segunda Parte)

 ¿Por qué la entonces alcaldesa Muñoz, no optó por la compra de dichos bienes que además de garantizar la permanencia de un sitio histórico para el municipio, se podrían haber convertido en un lugar de sano esparcimiento para las familias y en un atractivo turístico para fortalecer la economía local?

Esa pregunta se la hacen los miles de indignados apanenses que ahora saben que al contar con dicha información privilegiada, Guadalupe Muñoz, se guardó bien de hacerla pública, para poder operar, mediante un tráfico de influencias y beneficios a favor de su hermano Juan Carlos, mejor conocido como “El Chirrín”. Porque la irrisoria cantidad solicitada por Ferronales la había en las arcas municipales, pero eso no representaba negocio alguno.

Poco a poco borraron la historia de Apan.

Es por ello que al surgir, años después, el nombre de los dueños de los terrenos de la estación, curiosamente aparecieron personajes como el arquitecto Fernando Marín Sierra, nada menos que Secretario de Obras en la administración de Lupita, y amigos del “Chirrín”, como César Vargas. Y como no hay tranza ni crimen perfecto, ahora se sabe que “El Chirrín” cobró a sus cuates una comisión de 200 mil pesos por cada terreno para colocarlos como compradores preferentes ante Ferrocarriles ante la acordada y negociada negativa de su hermana para adquirirlos a nombre del ayuntamiento. Por eso, nadie se enteró de nada, excepto los gananciosos compradores, claro está.

Hasta la fecha, representantes de la sociedad civil como Esther Fernández, líder de la Asociación por la Defensa de los Ciudadanos Apenses, siguen exigiendo a las autoridades municipales, ahora encabezadas por la munícipe María Antonieta de los Ángeles Anaya Ortega, luchen por la recuperación de dichos espacios, actualmente abandonados por sus dueños ante el temor de enfrentamientos con los enardecidos e indignados ciudadanos.

En un recorrido por el histórico sitio, Expediente Ultra pudo constatar que en lo que fueron las bodegas de almacenamiento para embarcar los miles de litros de pulque que los Llanos de Apan producían hace cien años, funcionaba ya una veterinaria. De hecho, y rompiendo con el esquema original, ya se habían levantado una barda de malla ciclónica y unas bodegas para materiales de construcción. Fue debido al generalizado rechazo social que los compradores han debido abstenerse de proseguir con la destrucción de la vieja estación del tren, la cual guarda viejos y valiosos recuerdos del glorioso pasado de Apan.

Por ejemplo, cuentan los cronistas locales que por los patios de la añeja estación caminó por última vez en tierras hidalguenses, Porfirio Díaz, antes de llegar a Veracruz a tomar el barco  Ipiranga que lo condujo a su destierro a Europa, el 31 de mayo de 1911. Narran que el tren hizo una parada en Apan para reabastecerse de agua, lo que fue aprovechado por el dictador para bajar y estirar las piernas por unos minutos.

En esos años, los Llanos de Apan eran famosos en todo el país por la calidad de sus pulques (se calcula que en 1900 había en México un promedio de 100 millones de plantas de maguey y un alto porcentaje se concentraba en esta región); los registros hablan de que la oficina del timbre llegó a cobrar impuestos por la vasta producción pulquera, cuatro veces superiores al presupuesto del estado de Hidalgo. Razón por la cual la estación del ferrocarril de este municipio fue una de las más importantes y con mayor actividad en México, a principios del siglo pasado. (Continuará)

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