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Especial de Expediente Ultra
Por Antonio Ortigoza Vázquez
Llegaron de todas las regiones con su sonrisa fresca y los brazos abiertos, trayendo consigo sus tradiciones, su centenaria cultural, su lengua originaria para dialogar, no sólo con las palabras, sino con el corazón para con sus pequeños hermanos de orgullosa y digna raza indígena
Eso y más se presenció en el II Encuentro Estatal de Niñas y Niños Indígenas del Estado de Hidalgo
Conociendo mi Diversidad Cultural…Soy un Guardavoz, llevó por título el colorido evento donde convivieron unas 40 niñas y 40 niños de los pueblos HÑÄHÑÚ, NAHUA, TEPEHUA ACX, OTOMI, MAZAHUA, TLAHUICA Y TLAPANECO, hablando en su lengua materna.
Tras constatar la convivencia que fluyó de manera natural y espontánea entre los niños de las diversas regiones hidalguenses, no queda espacio a duda alguna sobre la acertada forma de conducir las directrices de las principales políticas públicas de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos indígenas (CDI). Su directora, Nuvia Mayorga Delgado, asume en los hechos su propuesta que es “Entender y Atender”, para responder a las necesidades de los pueblos y comunidades indígenas.
El encuentro innovador busca así aplicar el objetivo de fomentar espacios donde niñas y niños de diferentes pueblos originarios, convivan, intercambien experiencias de vida, expresen libremente su forma de ser a través de su lengua materna. Ellos, los pequeños indígenas, no saben de cuando la mente enmascara lo que siente el corazón; ellos son la escuela de la CDI, el futuro de las culturas ancestrales de nuestro país.
Todo esto, gracias a la labor de la Delegación de la CDI en Hidalgo; el promotor del evento, Daniel Rolando Jiménez Rojo, atestiguó este II Encuentro de Niñas y Niños Indígenas, con el lema: “Conociendo Mi Diversidad Cultural…Soy Un Guardavoz”, acompañado por Cristina Henríquez Bremer, Directora de Evaluación de la CDI; Jesús Guadalupe Fuentes, Presidente del Consejo Consultivo Ciudadano del organismo; Raymundo Ordóñez, Delegado Federal de la SEP; Onésimo Serrano González, Delegado Federal de SEDESOL; y Luis Vega Cardón, Presidente del Consejo Supremo Hñähñú. Sin dejar de mencionar a la pequeña Marlem Ivon Alcántara López, de San Lucas Totolmoya.
Fueron caras sonrientes, envueltas en trajes para la ocasión, a su estilo en la cumbre de 40 niñas y 40 niños; el alma en vivo de Ixmiquilpan, Huejutla y Tenango de Doria. Como parte del encuentro, se mostró el orgullo hidalguense con el Ritual de la Leñada y Xochipitzahua por niñas y niños del Valle del Mezquital.
También se dieron los talleres: “Un País Mega Diverso” a cargo de Adriana Alebrija; “Creando Lazos Culturales”, de Daniel Vargas; “Unidos por la Diversidad”, por Carmen Juárez Bejarano y “Derechos Humanos” por Miranda. Es decir, de todo lo diverso que hermana a estas comunidades en una lección de vida y convivencia ante un mundo donde cada vez se levantan más muros que puentes.
Se trató de propiciar el desarrollo –se dijo y se repitió–, de competencias interculturales: “la empatía, la búsqueda de información, la tolerancia, solidaridad y el respeto; las competencias comunicativas orales y escritas, tanto en lengua materna como en español”.
Talleres formativos y creativos, fueron un festival de convivencias y alegrías, sin olvidar el contacto local con escuelas de la región, espacio donde se realiza la comunión de almas en pos de experiencias educativas y culturales.
Es así que se tienden puentes de desarrollo integral. Como lo entienden y lo quieren los niños: entre juegos y cantos en su lengua; la de las diferentes regiones invitadas.
En su mensaje el Delegado de CDI Hidalgo, Daniel Rolando Jiménez Rojo, reiteró que la Directora General del organismo, Nuvia Mayorga Delgado quiere que los niños sigan en una constante preparación, para tener una mejor educación, tal y como lo exige el Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto: que los niños y las niñas tengan una educación de calidad, y este tipo de actividades es parte de ello junto con un rostro de desarrollo y de orgullo de ser indígenas, no sólo mexicanos.
Por eso, lo logrado es trascendente pues marcó el encuentro de las diversas cosmovisiones de los pueblos originarios de Hidalgo, a la temprana edad de la niñez cuando, más que comunicarse con palabras, se habla con el corazón.