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Por Samuel Cantón Zetina / @SamuelCanton
Xóchitl Gálvez está condenada al fracaso también en el segundo debate presidencial.
Si en el primero -dicho por ella misma- intentó en el incómodo formato del ejercicio “meter sus propuestas” entre las respuestas a que la obligaron las preguntas de los ciudadanos leídas por los moderadores, en el que viene (28 de abril) ella sola se va a dejar sin tiempo para presentar sus ideas.
De hecho, sus propuestas del primero fueron en combinación con ataques contra el gobierno y la candidata Claudia Sheinbaum, quien de acuerdo a las encuestas, aventaja por al menos 20 puntos.
Sin embargo, fue tan clara la derrota de Xóchitl, abanderada de la coalición Fuerza y Corazón por México (PAN, PRI y PRD), que los enemigos del presidente y de la 4T la sepultaron en los medios de difusión con una crítica en específico: ¿Por qué “no fue la misma”?
La querían más violenta, vulgar y ofensiva contra Obrador, Sheinbaum y los lideres del movimiento.
Ante los señalamientos, culpó al formato de que no pudiera abundar en sus propuestas, como si éstas, y los ataques solicitados por resentidos con el régimen, fueran igual.
El punto es que para complacer a los adversarios del proyecto de Nación, la llamada Señora X se olvidará en el segundo debate de sus iniciativas, para embestir sin control ni medida cualquier tonalidad guinda.
Y esto nos remite al viejo dicho de que los debates únicamente convienen a los que van abajo, y por qué luego algunos candidatos -cuando el cara a cara no es obligatorio- deciden no participar por estrategia y pragmatismo.
Muy previsiblemente, Xóchitl desperdiciará la oportunidad del debate para convencer al electorado de que es mejor opción de gobierno, y terminará como la candidata frontal y rijosa que sucumbió peleando batallas de otros y sudando calenturas ajenas.
Y DE MAÑANA…
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