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LA CUARTA LEY DE MURPHY GUÍA A LA CUARTA TRANSFORMACIÓN

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POR FRANCISCO RODRÍGUEZ/@pacorodriguez

La culpa no ha sido de los mensajeros –léase: de los periodistas críticos–, sino de los operadores y de todos aquellos teóricos empoderados que nunca han sabido explicar las rutas y los procedimientos para superar el fracaso rotundo del gobiernito. Y es así como la Cuarta Ley de Murphy ha sustituido a la Cuarta Transformación del “caudillo” de Tepetitán.

La culpa tampoco es, como aseveran los cagatintas al servicio del “caudillo”, de los partidos de oposición que no han sabido plasmar las soluciones que requiere el país, para sustituir a la Cuarta Transformación. ‎Se oponen por oponerse, dicen, utilizando el argumento de todas las dictaduras que señalan a la oposición como una inverecunda inconforme.

Se oponen sin señalar programáticamente las causas del desmadre y sin dar el trapito para remediar los males provocados por el “caudillo”. ¡Faltaba más! Ahora quieren que la oposición les sople a la nuca o mínimo a la oreja los secretos, sin que les cueste nada. ¿Se lo merecerán?

La de Murphy, única ley de aplicación certera en México

“Si algo puede salir mal, saldrá peor. Y después de corregirlo, el ciclo se repetirá de manera infinita y con consecuencias cada vez más catastróficas” es, en términos sencillos, lo que sostiene la Cuarta Ley de Murphy, y que ya ha demostrado dos cosas:

Que cuando los mexicanos piensan mal, aciertan. Que entre nosotros, la Ley de Murphy ha resultado certera desde que tenemos memoria.

El caso actual, escenificado por los atrevidos del chairopopulismo, no es la excepción. Sólo confirma una regla inalterable. Para qué tanto brinco, estando el suelo tan parejo.

El Estado abdicó en los temas más sensibles de la agenda

Y es que los más recientes días serán recordados como los que marcaron el cambio de ritmo y de rumbo hacia el desastre total. Desde la cúspide de Palacio Nacional se tomó la decisión de corregir lo que según ellos iba muy mal… sólo para que pueda ir peor. El Estado abdicó definitivamente en los temas más sensibles de la agenda cotidiana.

Ante un panorama de desolación en términos de crecimiento económico, salud, seguridad pública, educación, obras generadoras de empleo, inversiones, vivienda, vacunas infantiles y oncológicos contra enfermedades terminales, desatinos en la justicia y la rotunda demostración de la incapacidad de los operadores, el régimen volvió a equivocar el camino.

Dejar en manos del Grupo de los Carlos Slim-Salinas las proyectadas mil seiscientas obras de infraestructura del sexenio, más la inversión inicial de un billón de pesos para reactivar la economía, resultó un bodrio infumable. Las obritas sólo serán 35 –y eso a ver– y la inversión pequeña se sacó de lo no ejercido el año pasado. ¡Gulp!

Y lo que no se invirtió el año pasado es porque jamás apareció, ni en las cuentas del cochinito, ni en las del Gran Capitán. Simplemente no existe, y jamás podrá ejercerse, porque forma parte de las notas que usa el Flautista de Hamelin para embobar a los incautos y a los fanáticos de casa.‎ Otra vez, puro cuento.

Imposible cambiar el ADN del chairo, y todo apunta al fracaso

Distractores a modo para llevársela “de muertito” en prensa y en las “mañaneras”, de aquí a las elecciones intermedias, a ver si es cola y pega. En todas las casas de apuesta que se respeten, todo mundo sabe que no pega. Es imposible cambiar el ADN del chairo, y todo apunta al fracaso, otra vez al fracaso. De ahí viene el asegurar el registro a seis partidos afines. Pulverizar para capitalizar. Y se impone la Cuarta Ley de Murphy.

La Guardia Nacional pasa a formar parte de pleno a la Secretaría de la Defensa Nacional, como siempre ha sido. El ameritado general Luis Crescencio Sandoval, secretario recomendado por el amigo del “caudillo” Audomaro Martínez, hace como que toma las decisiones y se engalla. Ya es demasiado tarde, esto no tiene solución.

Sólo hacía falta sacar del pandero a Alfonso Blandazo, al que se le había dicho que mandaba, enviándolo a Sonora a una derrota desde hoy pronosticable, para cuidarle un poco el orgullo y salga lastimado en serio, en todo su coleto. No hay reversa. Eso pasa cuando se la creen y se sienten poderosos y queridos. ¡Lástima! ‎Se impone la Ley de Murphy.

En 2024 estarían bajo las horcas de La Voladora. Y no perdona

La más hiriente ironía para México: el que se ofreció como impoluto, pero resultó ser un corrupto serial. Los hijines, patrimonialistas de hueso colorado andan en el jet de Carlos Romero Deschamps, reparten inmunidades a diestra y siniestra… y todavía ponen como marca chocolatera propia al pobre escudo nacional. ¡De vergüenza chaira!‎

Por eso, cagatintas y fanáticos favorecidos forman una nueva mancuerna de corruptos que creen que llegaron para quedarse. Ni se imaginan que dentro de cuatro años pueden estar bajo las horcas de La Voladora, en toda su dimensión. Y ésa no perdona.

En manos de los pelmazos ni la pólvora arde, dice el refrán

Omar García Harfuch aparece como el director de la Policía Federal en Guerrero, con poderes plenipotenciarios en la época de la masacre de Ayotzinapa. Esta revelación de Anabel Hernández echa por tierra toda especulación sobre el atentado sufrido en Las Lomas de Chapultepec. Más bien lo involucra en las trapacerías del Cartel Jalisco Nueva Generación, sus paisanos y amigos de toda la vida, de generaciones atrás.

Se revela hace muy poco que Ramón García Gibson, protegido de Alfonso Romo, de Raquel Buenrostro y de la ministra García Farjat es un lavador internacional de dinero sucio, incrustado desde las altas cúpulas gubernamentales en las entrañas del SAT. icónico “lavador” del HSBC, inhabilitado por todos los sistemas de transparencia de la Secretaría de la Función Pública, de la PGR y de la SIEDO, Ramón García Gibson fue contratado precisamente para éso: para pasarles la técnica y el embrujo del “lavado”, hoy que ya no pueden usar los servicios ancestrales de la Bolsa Mexicana de Valores, pues hasta pudo ser escondida por los Carlos Slim-Salinas y su operador Córdoba Montoya.

Se llevaron a la BMV junto con el supuesto billón que desapareció de las mil seiscientas obras de infraestructura. Se impuso la Cuarta Ley de Murphy, por lo que es un hecho que esta famosa ley acompañará todos los intentos y bastonazos de ciego de la Cuarta Transformación: no están hechos para gobernar.

Además, en manos de los pelmazos, ni la pólvora arde, dice el conocido refrán. Al que nace pa’ tamal del cielo le caen las hojas. Tuvieron suerte para llegar a sentarse. Sólo falta saber si la tendrán a la hora aciaga de ahuecar el ala. No se les vayan a pordelantear, cual decía conocida madama del barrio de La Huaca.

Los miles de muertos de López-Gatell, ¿una hazaña?

Ante los miles de millones en contratos repartidos por la comandanta Nahle a sus compadres, Paraíso, Tabasco y Dos Bocas, el lugar de asiento de la imposible refinería resultó un vil charquito, comparado con el océano de Texcoco. Hay otra mujer, muy chingona, que ha acumulado una fortuna multimillonaria, con sólo poner los templetes para el lucimiento personal del “caudillo”.

Aún más: los miles de muertos de López-Gatell son vistos como una hazaña del servicio público, por parte del ganso mayor, convertido ya en un pato criollo. Una cosa es poder entrar, y otra muy diferente va a ser el poder salir. El cochinero apesta cada vez peor.

La Cuarta Ley de Murphy, implacable, es la guía, el santo y seña de la Cuarta Transformación.

¿No cree usted?

Índice Flamígero: La Ley de Fineagle sobre la Negatividad Dinámica es un concepto también referido como “Corolario de Fineagle a la Ley de Murphy”. Fue empleada por John Campbell Jr. en sus editoriales de la revista Astounding Science Fiction entre 1940 y 1950. Aunque luego fue tomada por Larry Niven para sus relatos de mineros espaciales, con los que se hizo más conocida, nunca se hizo tan popular como la Ley de Murphy. La Ley de Fineagle, propiamente, reza que “Algo que pueda ir mal, irá mal en el peor momento posible”. Algo así, entonces, como “tenemos el peor gobierno en el peor de los momentos”.

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