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La Guardia Nacional, el monstruo aterrador que viene en camino

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*  Las actuaciones del ejército han sido de violación sistémica de los derechos humanos y las garantías individuales de los mexicanos so pretexto de una guerra contra los cárteles del narcotráfico

 

Por Antonio Ortigoza Vázquez

@ortigoza2010

Especial de Expediente Ultra

La ocurrencia más grave  registrada en este primer año de gobierno de don López, como  lo dijera en su momento la perredista Enoé Uranga: “(Felipe) Calderón sacó de los cuarteles a un monstruo: el Ejército”. Hoy el presidente de México ha asegurado que la guardia Nacional tendrá un mando militar en activo.

Ese monstruo —una hidra multicéfala  que sólo responde, por ahora, a un amo inestable y demencial, el señor López— está fuera de su cubículo desde hace más de una década.

Las actuaciones de la hidra han sido de violación sistémica de los derechos humanos y las garantías individuales de los mexicanos so pretexto de una guerra contra los cárteles del narcotráfico que Estados Unidos le subrogó y endosó al poder político panista en el 2006.

El monstruo es inasible a cualesquier control constitucional. Ninguna de las tres vertientes —Ejecutivo, Legislativo y Judicial— del poder político del Estado y, si bien el señor López es su jefe,  es obvio que aquél tiene vida propia y cortarle la cabeza es algo que no vive en su mente.

Este amo gobierna, don López, con ese monstruo, infiltrado ya por el enemigo, pues el ejército no tiene el interés, lo dejó en claro el  General Luis Cresencio Sandoval, de combatir a los cárteles y al que al parecer le ha brindado toda la  confianza el Presidente, poco o nada  utiliza cada vez menos a la otra fuerza armada, la naval, para operaciones en tierra.

Pero lo espeluznante de mantener al monstruo armado, además de su corruptibilidad ante los cárteles, es el móvil, que es político, no militar; tampoco es que sustituya a los cuerpos policiacos, sino el de prevalecer en el poder y  convertir a la presidencia en un ente armado y poderoso.

Otro aspecto del móvil político es el de intimidar a la población mediante la mera presencia de los convoyes y patrullas militares, que ahora llevaran siglas diferentes, en las calles de casi todas las ciudades grandes de México y en todo el país.

Asimismo, otras manifestaciones de  las depredaciones cometidas por el monstruo: la intimidación, la represión, persecución, males tan arcaicos como la antigüedad misma. En términos modernos, fue, ha sido y será una guerra de baja intensidad contra la población civil y disidentes e inconformes con su régimen.

Una víctima histórica de ello es la población indígena de México —del 12 al 15 por ciento del total de habitantes—, cual se observa con despiadada espectacularidad en Chiapas, Oaxaca y Veracruz.

Por ello, al concluir el año 2018, el sentir y el parecer de millones de mexicanos por los hechos y sucesos del período que terminó, es que confían que ese monstruo sea ya domesticado con el simple hecho de cambiarlo de piel.

Esas percepciones, se traducen en una esperanza efímera, vana y estéril, determinada por la ignorancia y la superstición venida del uso habilidoso de los medios de control social por don López, que es y está construida sobre cimientos de falsas esperanzas.

No obstante, los millones de mexicanos conscientes de la realidad económica, política, social e incluso cultural y sus orígenes y líneas, saben, aparentemente,  que nuestra situación, la de nuestra Nación, es de grandes peligros.

Así las cosas, la sangre sigue tiñendo el suelo mexicano; los muertos aumentan, no se diga los secuestros, robos y asaltos, mientras que don López lanza albricias de que el robo de combustible ha bajado —totalmente falso— y su secretario de la Defensa Nacional se ha sincerado al decir que no van tras los narcos. Sin duda, cosas de la cuarta transformación.

 

 

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