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La historia por escribirse: entre el Río Bravo y el muro de la ignominia trumpista

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El histórico caudal y el desencuentro de dos naciones/ FOTO: GABRIEL GONZALEZ VALVERDE/EL DIARIO DE NUEVO LAREDO/CUARTOSCURO.COM

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*  Los intereses gringos siguen siendo devastadores desde aquellos inmemorables y nefastos recuerdos de 1829, cuando los texanos se sublevaron y proclamaron su idea de independizarse de México

 

Por BLAS A. BUENDÍA

Especial para Expediente Ultra

Desde toda la vida y que se tenga uso de razón, los “gringos” nos quitaron “a la  brava”  la mitad de nuestro  soberbio territorio nacional texano, y ahora en su afán independencista -cuan bisnietos del espíritu descomunal asesino de Adolf Hitler o como suelen ser las aguileñas con el pico de un ave de presa-, siguen en su afán de levantar un muro de concreto inviolable y de paso robarse el espacio mexicano adueñándose del Río Bravo que en gran parte de ese caudal comparten geográficamente Estados Unidos y México.

Es como si se estuviera preparando el prólogo de “una sangrienta guerra México-americana”, solo que con el libramiento de una futura batalla en materia internacional-diplomática que se ventilará en la máxima tribuna parlamentaria del mundo, como es el de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Los intereses gringos siguen siendo devastadores desde aquellos inmemorables e históricos nefastos recuerdos de 1829, cuando los texanos se sublevaron y proclamaron su idea de independizarse de México, en aras de un época en que, claro está, no coexistía mucha población y que en el periplo del tiempo, los güeritos con ojos azules y que hablan raro que solo ellos se entienden…, se comenzaron a alzar como los muy poderosos del mundo.

La cuenca hidrológica llamada en diversas maneras, como el Río Bravo o Bravo del Norte, nombrado de ese modo en México, o Río Grande en Estados Unidos, es un río del sur de la Unión Americana y norte de México que fluye en dirección sureste por los estados de Colorado, Nuevo México y Texas, en Estados Unidos; y baja por Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, en México, desembocando en el Golfo de México.

Tiene 3.034 km de longitud, es el tercer río más largo de América del Norte -por detrás del Misuri y Misisipi-, o sea que Trump y su gobierno no pueden ni jugar con la destreza de la naturaleza porque les puede cobrar hasta la factura si llegara haber un control de las aguas.

Nace en el Parque Nacional Grandes Dunas de Arena, en el suroeste de Colorado. Fluye un corto tramo hacia el este y entra en el valle de San Luis donde gira hacia el sur entrando en Nuevo México. Pasa cerca de la capital del estado, Santa Fe, y por la ciudad más poblada Albuquerque.

Atraviesa todo el estado y empieza a formar la frontera entre Texas y Chihuahua, pasando por las ciudades gemelas de El Paso (Texas) y Ciudad Juárez (Chihuahua) y siguiendo en dirección sureste recibe al río Conchos por la derecha en Ojinaga.

A partir de ese punto geográfico, gira bruscamente hacia el noreste empezando a formar la frontera entre Coahuila y Texas, recibe al Río Pecos y gira nuevamente hacia el sureste. Pasa por las ciudades de Ciudad Acuña y Piedras Negras, forma un pequeño tramo de la frontera entre Texas con Nuevo León, y por último con Tamaulipas, donde pasa por las ciudades gemelas de Laredo (Texas)-Nuevo Laredo, McAllen (Texas)-Reynosa y Brownsville-Matamoros, desembocando poco después en el Golfo de México (Océano Atlántico).

Lo peor que le ha ocurrido a México es ser vecino adjunto de los norteamericanos, quienes lejos de asumir posturas nacionalistas, su ego conquistador permanentemente se desenvuelve en una presunción tajante de dominación viendo en los mexicanos como si fueran esclavos o ciudadanos apestados.

Pero están verdaderamente equivocados. Con la llegada del “Mesías gringo” trastornado en el ser de Donald John Trump, la problemática se pone más al rojo vivo porque el loquito multimillonario quisiera comerse al mundo a profusiones, cuan auténtico buitre sanguinario.

Si bien se ha advertido que Trump es el mejor instrumento del “ahuizotismo” -el ahuizote es una persona repudiada por el mundo entero- piensa que hallará en México todavía a émulos del General Antonio López de Santa Anna, que brillándole sus dolaritos a los funestos corruptos mexicanos cederán a sus pretensiones murolistas, y de paso, echarle una “curva-recta” al Río Bravo. Y por supuesto habrá la tendencia de quién pudiera convertirse en un traidor a la Patria, de éstos hay muchos enquistados en el Poder de la Mafia mexicana…

Trump que además de haber escalado los peldaños políticos conservadores para convertirse en el presidente 45 de los Estados Unidos de Norteamérica, busca instaurarse como un neo-dictador moderno con tendencias vitalicias…, solo que de forma peligrosa y tendenciosa que algún día de estos un fanático desquiciado le hará detonar el plomazo de un revólver en su cabeza, por tratar de llevar a EU a los campos de la Tercera Guerra Mundial. Palabras mayores, pero el horno no está para hacer bollos; el mundo está en alerta por un posible estallamiento generado por un maniático simiesco con poder.

Entre muros: agua y concreto

México accedió a permitir que fluya más agua al Río Bravo para que se utilice con varios fines, incluidos los de riego, en la margen correspondiente a Texas, según a la Comisión Internacional de Arbitraje de los diferendos sobre los derechos de este recurso entre las dos naciones vecinas.

En una carta enviada a un legislador del Sur de Texas, la Comisión Internacional de Límites y Agua dijo que el gobierno mexicano había accedido cuando la dependencia solicitó más agua de los tributarios del Río Bravo en México.

En respuesta al pedido de la comisión “para que se aumente el caudal de los afluentes mexicanos, el gobierno mexicano comenzó a liberar agua de un reservorio del Río San Rodrigo”, afirmó el comisionado de Estados Unidos, Edward Drusina en una carta fechada el 5 de abril de 2013.

Una vez que el agua llega al Río Bravo, según un tratado que data de 1944 entre ambas naciones, un tercio del volumen será encausado hacia Estados Unidos.

“El gobierno mexicano también accedió a permitir que Estados Unidos utilice el exceso del agua mexicana que llega en el Río Bravo de sus tributarios identificados previamente como mexicanos, un acuerdo que lleva un aumento en el caudal hacia Estados Unidos durante los períodos de precipitaciones”, indicó Drusina.

Aunque estaba satisfecha por las crecientes entregas durante los períodos de lluvia “es necesario más a fin de resolver la actual falta de agua y la necesidad inmediata de agua en el sur de Texas“, señala la carta.

Drusina señaló que él y su personal continúan presionando por una acción rápida y completa por parte de México. Sin embargo, indicó que los planes para la construcción de nuevas represas en la cuenca hidrográfica del Río Conchos de México ha provocado nuevas preocupaciones de que “las represas tendrán un impacto importante para la pérdida de agua del Río Bravo y las represas harán más difícil que México cumpla con su obligación internacional de entregar aguas que están claramente estipuladas en el Tratado de Agua de 1944”.

La carta estaba dirigida al representante demócrata Filemón Vela, del distrito de Brownsville. El representante Vela se quejó de que al Departamento de Estado y a la comisión de agua, “no les importaba para nada el Sur de Texas”.

El diario The Brownsville Herald informó que el comentario de Vela fue hecho después que una carta del Departamento de Estado no mencionó si México iba a entregar agua a Estados Unidos ni cuándo lo iba hacer, tal como lo exige el tratado”.

Aunado a lo anterior, autoridades tanto de Estados Unidos como de México, coinciden que ante la desesperación de alcanzar el “sueño dorado norteamericano”, decenas de ciudadanos sortean grandes peligros al cruzar a nado el Río Grande, y un alto porcentaje no lo alcanzan perdiendo la vida ahogados o siendo devorados por alimañas del lugar.

Sin embargo, los expertos opinan que los recursos adicionales sólo pueden hacer cuando mucho prevenir muertes en el Río Bravo.

“No es como morir lentamente en el desierto o en las llanuras en el sur de Texas”, afirma Nestor Rodriguez, profesor de sociología de la Universidad de Texas en Austin y quien publicó un estudio hallando que el ahogamiento es la causa de muerte más común entre los inmigrantes. “Un ahogamiento ocurre en uno o dos minutos y es mucho más difícil salvar a alguien”, puntualizó.

 

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