Inicio CDMX LA NUEVA CONSTITUCIÓN DE LA CDMX DEBE EXCLUIR A...

LA NUEVA CONSTITUCIÓN DE LA CDMX DEBE EXCLUIR A QUIENES BUSCAN PERPETUARSE EN EL PODER

1718
0
El nuevo precepto jurídico no debe amparar viejas inercias

Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 47 segundos

 

*  Urge pactar una alianza de los grupos sociales, políticos y sindicales que luchan por desterrar las viejas inercias y los intereses creados; esos que tratan de anular el avance de la democracia en la capital del país

 Por José Medel Ibarra (*)

José Medel, bienvenido al Portal de Expediente Ultra

 

 

 

 

 

Especial para Expediente Ultra

Más allá de que las impugnaciones jurídicas presentadas  a la Constitución de la Ciudad de México alteren o  no parte de su contenido, sus fundamentos imponen nuevos retos a los sectores que conforman el caleidoscopio social de la metrópoli.

En el contexto democrático  por venir persisten ciertas inercias donde cohabitan los intereses creados de partidos políticos,  organizaciones gremiales y sindicales, que impiden en los hechos avances y transformaciones en beneficio de  12 millones de habitantes con políticas públicas más acordes a las verdaderas necesidades de la gente y a los legítimos derechos e intereses de los trabajadores que laboran en las diversas áreas del gobierno central.

La “Región más Transparente”, como la denominó el escritor Carlos Fuentes, irónicamente carece no sólo de la transparencia de su cielo por la irresuelta polución ambiental; tal intransparencia tiene que ver con la ausencia de claridad en muchas de las decisiones oficiales y hasta sindicales. A pesar de que se habla del  alto grado de politización de los habitantes de la capital del país, la mayoría de ellos no tienen injerencia alguna en el diseño de planes y acciones de gobierno y menos en  la toma de decisiones.

La emblemática “Ciudad de los Palacios”, requiere para no colapsarse de todo un engranaje de brazos y talentos para hacer  funcionar  los innumerables servicios que la mantienen viva las 24 horas del día en los 365 días del año.

Esa monumental fuerza de trabajo,  que parece ser invisible, es la que surte de agua potable a los hogares, realiza las labores de limpieza y mantenimiento de alcantarillado y drenaje, mantiene vigentes los centros de abasto y comercialización, realiza obras de bacheo  e ilumina las calles con la atención  del alumbrado público. Sin dejar de mencionar que de manera cotidiana recoge toneladas de basura y otorga servicios de transporte, seguridad pública y vialidad, entre  las muchas actividades que conforman el catálogo de sus funciones.

En los nuevos escenarios políticos y sociales por venir una vez que la Constitución de la CDMX entre en funciones deben buscarse, al margen de estos enquistados grupos de poder, alternativas y propuestas que rompan estos viejos arquetipos. No puede echarse a andar un nuevo ordenamiento jurídico de tal importancia llevando a cuestas  viejos  lastres y  nocivas rémoras.

Es el momento de que servidores públicos, trabajadores sindicalizados y legítimas organizaciones de la sociedad civil, emprendan una alianza que tenga por objetivo común: velar porque nuestra Constitución se aplique y sea respetada en todos sus alcances legales;  que no sea letra muerta y su esencia democrática permee a todos los sectores.

Resulta paradójico que mientras muchos líderes partidistas y dirigentes sindicales alardean a los cuatro vientos que la democracia avanza y se fortalece en nuestra ciudad,  organizaciones mayoritarias y con una mermada prosapia histórica, como el SUTCDMX,  se encuentren secuestradas  por un puñado de ambiciosos e inconscientes dirigentes que, tras bambalinas y ocultos de la opinión pública, apuñalen a la democracia interna y manipulen sus estatutos sindicales para perpetuarse en el poder, al puro estilo autoritario, buscando casi de manera enfermiza, puestos de elección popular como las diputaciones para utilizar el cargo de representación, no para servir a sus agremiados y a la ciudadanía, sino para obtener impunidad en beneficio de sus intereses personales.

Resulta motivo de grotesca comicidad que pregonen en los medios y actos donde acompañan a los funcionarios capitalinos,  postulados como la democracia, la transparencia y la lucha en favor de los intereses de los trabajadores  cuando en los hechos la rendición de cuentas, la renovación de cuadros generacionales y la mejora en las prestaciones laborales, sencillamente no existen.

Los actuales dirigentes del Único se dicen demócratas pero aspiran a ser los Porfirio Díaz del siglo XXI; es decir, quieren perpetuarse en el poder para enriquecerse con la malversación de los recursos y patrimonio sindicales. Hasta la fecha, han demostrado una posición servil ante las autoridades, aceptando dócilmente los lineamientos que les imponen sin consensar con los trabajadores las decisiones, casi siempre desventajosas, que toman en perjuicio de quienes dicen representar.

Una dirigencia realmente representativa debería situarse a la altura  de las circunstancias por venir donde las delegaciones pasarán a ser alcaldías, instalando  foros de consulta y análisis en cada una de sus secciones para escuchar, informar, debatir  y sumar propuestas  de  los trabajadores.

Eso sería alentar la verdadera democracia sindical y no aceptar una relación cómplice y lacayuna con las autoridades. Con la actual dirigencia han renacido el    servilismo y la ignominia como  los instrumentos de sumisión donde los antes líderes charros solían decir a los patrones: “Se hará lo que usted diga, señor”. A los actuales dirigentes del SUTCDMX, sólo les falta besar la mano al Jefe de Gobierno y a los funcionarios en señal de zalamería. No sería extraño verlos llegar al extremo de ponerse de “tapetes” con tal de ser considerados a una diputación.

¿Se merece la Constitución de nuestra capital, los ciudadanos y los trabajadores que la mantienen en movimiento la pervivencia de estos retrógrados personajes que carecen de la vocación de servicio a la sociedad,  proclives  a velar sólo por sus intereses personales?

Es de vital importancia que quienes realmente desean que la ciudad empiece a cambiar, se den a la improrrogable tarea de construir alianzas con grupos sociales y corrientes  que al interior de los propios partidos y los sindicatos busquen desterrar los enquistados grupos que de manera enfermiza, insisten en aferrarse a instituciones que no son de su propiedad, para avanzar  en la construcción de una verdadera democracia, firme y actuante, cuyo motor sean los consensos que permitan la construcción de propuestas para incidir en el diseño de las políticas públicas y en la edificación de una nueva cultura sindical que vincule la labor de los trabajadores con el sentir y las necesidades de los habitantes.

Una cultura sindical que en base a la fuerza de sus bases, a la unidad, al debate  y  la autocrítica, recobre el respeto y la dignidad para negociar  ante las autoridades lo que en derecho corresponde a los trabajadores, proponiendo además acciones encaminadas a beneficiar a los 12 millones de habitantes.

Es hora de empezar a tejer esta gran alianza que garantice el respeto y funcionamiento de nuestra Constitución. Debemos pugnar porque la CDMX vuelva a ser, como la bautizó Carlos Fuentes: “La Región más Transparente”, en todos los sentidos.

 

(*) Ex asambleísta y ex dirigente del SUTCDMX

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here