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* La creciente ola de asesinatos no son solo «bajas» en los cárteles de la delincuencia organizada, porque el tema de la generalizada inseguridad nos afecta a todos y declaraciones como la del general Jesús Leana Ojeda, quien se desempeñaba como mando en la Tercera Región Militar con sede en Mazatlán, Sinaloa, está fuera de toda realidad cuando se atrevió a decir: “Queremos que sea lo más rápidamente posible, pero no depende de nosotros, depende de los grupos antagónicos, que dejen de hacer confrontación entre ellos y que estén dejando a la población en paz para que viva con tranquilidad” ¡Qué fácil!
Por Antonio Ortigoza Vázquez / @ortigoza2010
Especial de Expediente Ultra
El entorno de violencia física dentro del cual se desarrolla, a tumbos y trompicones, la vida diaria del mexicano es alarmantemente anómalo. Y, por ello, peligroso.
Ese clima de violencia nos describe, con trágica elocuencia, que no existen condiciones mínimamente óptimas para vivir una cotidianidad que sea confiable.
Y es que esa violencia física –casi seis mil asesinatos en lo que va del año– es un epítome de la inseguridad pública prevaleciente que, al parecer, se mantiene sin cambios significativos a la baja.
Los asesinatos –arguyen en el gobierno — son «bajas» en los cárteles de la delincuencia organizada, pero no debemos olvidar aquella declaración del general Jesús Leana Ojeda, quien se desempeñaba como mando en la Tercera Región Militar con sede en Mazatlán, Sinaloa, que sin tapujos dijo: “Queremos que sea lo más rápidamente posible, pero no depende de nosotros, depende de los grupos antagónicos, que dejen de hacer confrontación entre ellos y que estén dejando a la población en paz para que viva con tranquilidad” ¡Qué fácil!
Por ello, según esa lógica, las muertes de sicarios de los cárteles no son causal de estremecimiento social, pues los cárteles se están destruyendo y eliminando entre sí.
¿No es esa guerra de cárteles síntoma de inseguridad pública? se argumenta en ciertos cenáculos del gobierno y en partidos políticos ¿No inciden esos hechos en el proceso electoral venidero en el 2027?
Empero, esa realidad sí incide en los demás aspectos de la vida nacional, incluyendo, sin temor a equivocarnos, el de cambio de poderes mediante la elección prevista para el 2027, donde se renovarán 16 gubernaturas, se elijarán 500 diputados federales, así como congresos locales y centenares de nuevas alcaldesas y alcaldes en gran parte del país.
Y no sólo eso, estimado leyente: Esa realidad, amén de incidir, se entrelaza con los demás componentes de la vida nacional y configura un accidentando contexto sociopolítico.
Así, la guerra brutal entre cárteles como expresión de violencia extrema y, por ello mismo, agente de crispación en la sociedad, adquiere cualidad catalizadora de que las cosas no están bien.
En efecto: La guerra cataliza la interacción entre todos los demás componentes del contexto y crea, de ese pelaje, su dialéctica propia. De ello resulta una anormalidad ominosa de la vida nacional.
Otras expresiones de anormalidad contextual son los estilos aberrantes, sistémicos ya, que caracterizan la corrupta procuración e impartición de justicia en México, como lo ha denunciado insistentemente Amnistía Internacional.
Pero debemos señalar que la violencia económica, cuyas manifestaciones típicas son desempleo creciente, incertidumbre, desesperanza, mayor desigualdad e iniquidad y pobreza se expresa macabramente en el fenómeno que, pese a la ficción estadística del gobierno, es recurrente: la nueva ola de delincuencia que se suma a las filas del crimen organizado y la otra delincuencia focalizada en ciudades y barrios que viven del asalto, robo, secuestro y la creciente extorsión, pero debemos sumar el asalto en carreteras y autopistas, criminales que viven en una impunidad total.
De esta forma, el aumento en términos reales de las muertes, es sólo el proverbial ápice del témpano flotante la degradación de los mercados laborales.
Hoy se vive una degradación tan delatada que ha conducido a la desregulación y a la precariedad del empleo y de la vida laboral. Pocas prestaciones y alarmante desempleo.
El 2027 está a la vuelta de la esquina, son dos años en que gobernantes y autoridades deberán de dar un giro total de timón, para enderezar el curso de su nave que ya amenaza en encallar en una isla del olvido.
¿Se puede decir, honestamente, que sí existen condiciones para una vida cotidiana lo más normalmente posible? A nuestro ver, no.