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LAS EXTRAÑAS BECAS PARA ESTUDIAR EN CUBA

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Un viejo chiste, muy en boga cuando yo era niño, contaba la historia de un hombre que esperaba el camión. Cuando apareció la unidad, preguntó al chofer —como se acostumbraba entonces, por el desorden en las rutas— cuál era su destino.

—Voy a Tacuba—, respondió el conductor.

—¿Hatallá?

La misma sorpresa se han de haber llevado unos mil egresados de la carrera de medicina que aprobaron el Examen Nacional de Residencias Médicas (ENARM), al enterarse de que el único camino para poder tener una especialidad este año es aceptar una beca para estudiarla en Cuba. Nada más que, en este caso, no hay broma alguna. Aquí sí es irse hasta Cuba. Y, encima, decidirse antes del próximo viernes, si no, quedarse sin nada y tener que pasar el examen otra vez.

Ayer, muchos de ellos se manifestaron en el Zócalo capitalino para protestar contra esa instrucción y exigir que los dejen hacer su residencia en el país. Todos ellos aprobaron el ENARM, una prueba creada en 1983 y que se aplica anualmente. Uno de los manifestantes, vestido de bata blanca y con el rostro cubierto por una mascarilla quirúrgica, sostenía una cartulina que decía: “Si hubiera querido hacer la residencia en otro país, no hubiera aplicado para el ENARM. Yo aprobé sin mentiras y con puntaje alto. ¡Merezco plaza en México!”.

El gobierno federal anunció en noviembre pasado que el número de plazas de residentes se duplicaría debido al déficit de médicos especialistas, de 9,480 a 18 mil 929. También dijo que muchos podrían estudiar en el extranjero gracias a una beca del Conacyt. Y aunque se habló de países como Estados Unidos, Canadá, Australia, Argentina y Cuba, extrañamente la única convocatoria que salió fue la de este último.

Ayer, en radio, hablé con una de las manifestantes en el Zócalo: Ingrid Cuéllar, médica egresada del Instituto Politécnico Nacional, quien concursó por una plaza de residente con especialidad en rehabilitación. Me dijo que la beca que estaba ofreciendo el Conacyt para ir a Cuba, de unos mil 100 dólares mensuales por persona, “alcanzaría para formar a dos médicos en México”. Eso sin considerar el dinero que el gobierno mexicano pagará al cubano por la admisión de los residentes. Encima, no les han permitido conocer las condiciones en las que harían esa estancia y cuál es el plan de estudios y el prestigio del currículum.

Por supuesto, el número de plazas para residentes es limitado y no puede acceder a ellas todo el que quiera, incluso habiendo aprobado el examen. Sin embargo, aquí hay que preguntar varias cosas. Para comenzar, ¿por qué se ofrece la posibilidad de especializarse “en el extranjero”, si al final la única opción va a ser Cuba? O, ¿por qué, si era virtualmente imposible ofrecer plazas en Estados Unidos y Canadá —por la barrera del idioma y la dificultad de los exámenes que se deben aprobar para comprobar la equivalencia de estudios y hacer la residencia en aquel país—, se dejó correr esa idea? Pero, también: ¿cuáles son los nexos de este gobierno con Cuba y cuáles los compromisos que se han establecido con ese país? Aquí parece haber un filón ideológico que va más allá de lo estrictamente profesional.

 BUSCAPIÉS

Ayer, al reaparecer en la conferencia mañanera, luego de haberse recuperado de covid-19, el presidente Andrés Manuel López Obrador contó que había comenzado a tener síntomas de la enfermedad el 23 de enero —“tuve síntomas un sábado por la noche”—, un día antes de informar que se había contagiado. El mandatario dijo que entonces se hizo dos pruebas rápidas que salieron negativas —una el sábado y otra el domingo— y que en una tercera prueba, de PCR, salió positivo. Hace tiempo que López Obrador, que viaja en avión comercial, no pasa por los filtros como cualquier pasajero —el de seguridad y el de salud—, pues una camioneta lo pasa directamente a la zona de seguridad y lo deja al pie de la aeronave. Si hubiese llenado el Cuestionario de Identificación de Factores de Riesgo en Viajeros, obligatorio para todos los pasajeros e indispensable para subir al avión que lo llevó de San Luis Potosí para México, habría tenido que declarar que tenía síntomas y que había tenido contacto con personas con covid, porque esas preguntas aparecen en el formulario elaborado por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

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