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LAS “QUEMADURAS POLÍTICAS” DEL ALCALDE DE TLAHUELILPAN

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El señor alcalde, en la mira de la Fiscalía General

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Silogismos

 

 

Por Antonio Ortigoza Vázquez

Especial de Expediente Ultra

No solo las víctimas de la explosión del ducto de Tlahuelilpan resultaron con quemaduras de tercer grado, en lo político hay quienes han comenzado a arder…y a fuego lento. Tal es el caso del alcalde de ese municipio, Pedro Cruz Frías, luego de que el presidente Andrés Manuel López Obrador revelara que está abierta una investigación en torno a una bodega administrada por el edil que ha hecho las funciones de centro de almacenamiento del huachicol decomisado por la FGR.

En palabras del propio edil, el local de su propiedad ha servido a la PGR, para almacenar combustible robado, mismo que después se utiliza para llenar los tanques de los vehículos oficiales lo mismo que dar gasolina a la gente de la comunidad.

En su conferencia matinal el presidente fue cuestionado sobre si sabía de la existencia del «corralón» localizado en la carretera que va de Tula a Tlahuelilpan, a lo que mencionó que el caso se encuentra en manos de la Fiscalía General de la República, por lo que espera que no haya impunidad y se valoren todas las líneas de investigación.

La bodega del controvertido alcalde

Explicó el mandatario: «Hay investigación sobre este caso abierta, no se puede omitir nada y la instrucción que se tiene en el ejecutivo es que se presenten todas las denuncias y, en el caso de la fiscalía que se actúe en la investigación y que no hay impunidad».

La indagatoria sobre el caso, ¿fue antes de la tragedia del viernes pasado en Tlahuelilpan o a partir de la tragedia?, le abundaron en la pregunta.

«Eso solamente la fiscalía lo puede dar a conocer», añadió el Jefe del Ejecutivo al llamar al presidente municipal Cruz Frías a ponerse a disposición de las autoridades para compartir con la Fiscalía General de la nación todo lo que sabe respecto a la operación de la bodega que de acuerdo con el propio alcalde administra también personal de protección civil de Tlahuelilpan.

¿Exhortaría presidente al alcalde de Tlahuelilpan a que se ponga a disposición de las autoridades? se le cuestionó al presidente.

Sí, que todos los servidores públicos estén a disposición de la investigación, reviró el presidente.

El alcalde de Tlahuelilpan asegura que la bodega es de la Fiscalía General de la República, y que «cuando el huachicol es mucho llegan hasta el lugar pipas de Pemex y se llevan a la refinería de Tula el producto que había sido producto de un robo».

El asunto, como se aprecia, va a dar mucho qué hablar y qué investigar para saber si la gente de la PGR encargada de combatir el huachicoleo realmente no estaba en contubernio con los delincuentes pues parece increíble que un inmueble particular fuera usado como bodega de huachicoleo, tan abundante que hasta se podían llenar pipas de Pemex.

Preguntas hay muchas, como, por ejemplo: ¿Qué funcionarios de PGR autorizaron que se montara este centro de almacenamiento privado, cuando la refinería está a sólo 20 minutos del lugar?

¿De qué tamaño era el robo de combustible que hasta alcanzaba para llenar los tanques de gasolina de los vehículos de la dependencia y hasta darla los lugareños? ¿Quiénes eran los funcionarios de Pemex que autorizaban el llenado de pipas en la bodega? ¿Llevaban un registro de lo que, según se dice, retornaba a la refinería de Tula? ¿O tal vez las pipas se encargaban de llevar el huachicol a gasolineras que participaban del ilícito?

¿Con qué frecuencia se daban los decomisos de huachicol? Y una de dos: ¿o el combate a este delito era solo una pantalla para huachicolear con charola, o había acaso un acuerdo para compartir el rentable negocio?

El alcalde que llegó al cargo por las siglas del PT tiene mucho que explicar para que especifique con qué frecuencia se abrían las puertas de su bodega para almacenar huachicol y quién le daba el permiso para vender o regalar el combustible, al grado de que el sitio era operado por el director de protección civil del municipio, Ángel Barañano Guerrero.

Sin adelantar vísperas de la investigación, podemos intuir que algo muy turbio se cocinaba en el municipio de la lamentable tragedia. Y en efecto, el alcalde Cruz Frías tiene mucho qué decir antes de andar fabricando cortinas de humo al pedir disculpas a nombre de los habitantes de Tlahuelilpan por llamarlos “huachicoleros”, quizá porque sabe de sobra que ese título no cualquiera lo puede ostentar.

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