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LOS BURROS DEL PRESIDENTE

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TWITTER: @samuelcanton

Bajo el argumento de que con él “está prohibido prohibir”, ¿hace bien el presidente López Obrador en respetar las estupideces de sus colaboradores?

Una cosa es que arbitrariamente les cierre la boca, y otra, que soslaye sus barbaridades.

¿Cómo permitió que Bartlett “se riera” de una acusación tan seria como inundar a tres municipios, y del dolor de miles de familias?

¿Era más importante su “libertad” para burlarse de los señalamientos?

Sobre todo, luego de que el propio Obrador aceptó que una de las anegaciones tabasqueñas se debió a “errores de cálculo” en el manejo de las presas.

Bartlett es el director de la CFE, y su desprecio, en momentos en que en su estado se critica a AMLO por ni siquiera mojarse los zapatos, profundizó la molestia de la gente contra el presidente.

Siguiendo el caminito de que cada quien puede decir lo que quiera, vino luego la declaración de la directora de Conagua, Blanca Elena Jiménez, otra miembro distinguida de la 4T, de que (a los tabasqueños) “aquí les tocó vivir…y hay qué adaptarse”.

Lo anterior, como con Bartlett, cuando 10 de los 17 municipios permanecían -y todavía aun-bajo el agua, desgracia que se repitió en escasos ¡20 días!

¿A dar esa “ayuda” fue la funcionaria al que alguna lejana vez se tuvo como Edén de México?

Y qué decir de la alcaldesa de Guaymas, Sonora, que regaló palas y cubetas a madres para que busquen en fosas a sus hijos desaparecidos, o del diputado Fernández Noroña, que en el INE se negó a usar cubreboca.

En ese caso, AMLO afirmó: “Lo primero es la libertad”.

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El 28 de noviembre del 2018, dos días antes de que Obrador rindiera protesta como presidente, Paco Ignacio Taibo II festinó: “¡Se las metimos doblada!”, anticipando que se aprobaría una ley que lo habilitó para dirigir el Fondo de Cultura Económica, a pesar de ser extranjero.

Lo grave no es tanto burro suelto, sino que al jefe le parezcan respetables sus soeces rebuznos.

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