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* Al final de las campañas, Francisco Xavier Berganza y Pepe Guadarrama quedaron muy, pero muy rezagados del abanderado del PRI; su fracaso radicó en que ni cambiando de partido ni colores lograron deshacerse de su borrascoso pasado
Por Antonio Ortigoza Vázquez
Especial de Expediente Ultra
El PRI de Hidalgo será con su candidato a gobernador, Omar Fayad, ejemplo que pocos pudieron lograr, incluidos sus adversarios políticos. En tierras hidalguenses, la oposición, llámese Francisco Xavier Berganza y Pepe Guadarrama, echaron la casa por la ventana durante su campaña, en una historia que podríamos titular: Todo por nada.
¿Esfuerzo efímero? Posiblemente, pues el reciclaje transforma, ofrece un nuevo producto, una nueva opción de consumo, pero siempre con los mismos ingredientes. Uno de ellos, vestido con nuevos colores, pero inalterables mañas, ofreció a últimas fechas, un discurso de denostación y reto, cuando en nuestro estado, por no decir país, se necesita de propuestas incluyentes, constructivas y no de proyecciones de desarrollo a mediano plazo.
En cambio, el hoy panista, mañana posiblemente morenista, ha llevado su discurso a una intentona de lucha de palabras (¿populismo puro? o ¿una muerte política anunciada?), el cual no han encontrado eco ante su rival, que según los que saben, le aventaja casi 20 puntos.
Pero Xavier Berganza continuaba con esa guerra cibernética, ganó algunas lisonjas, algunos “pega y comparte” ante algunos “facebuqueros”… Olvidó el candidato albiceleste el discurso, ése que convence o por lo menos crea alguna esperanza; a cambio, sembró algunos odios y aplausos, muy al estilo de López Obrador ¿desesperación o revancha? No lo sé, más bien se trató de respirar por la herida, la cual sangró y sufría de descomposición, a tal grado que el propio Felipe Calderón, le hizo el “fuchi” durante una visita a la ciudad de Pachuca ¿apestaba ya o fue un anuncio prematuro de lo que viene? No lo sé, pero se sintió así.
En el caso de Guadarrama Márquez, sí, el profesor que fue aviador por varios años (o décadas), al que lo han señalado los propios perredistas de haber cometido actos de barbarie en su contra, hoy porta chalecos de color rosa, como queriendo mostrarse tierno y aliado de las mujeres, destilando un discurso en cual pareciera que recita un poema, con un gran derroche de dinero en su promoción personal, pero olvidando a los demás candidatos a alcaldes y diputados locales, que anduvieron con una mano delante y otra atrás.
Pepe, en este proceso electoral, se presentó como siempre lo ha sido: el hombre omnipresente y portador de una raída piel de oveja. Y bueno, hasta uno de sus más fieles seguidores del pasado, el hoy morenista, Luciano Cornejo, abandonó las filas del PRD, y por supuesto, abandonó el sueño de más de 15 años de Guadarrama.
Así, a Guadarrama lo podíamos ver en las redes sociales, criticando a los priístas, culpándolos del retraso social, de mapaches electorales y un sinfín de descalificativos a sus ex compañeros de partido. Muy atrás quedaron sus excesos cometidos en contra de la izquierda en tierras michoacanas, allá por el año de 1989, después vino el desaire, más bien desprecio, por el ex candidato perdedor por Mérida, Yucatán, Victor Cervera Pacheco, quien acusó de prepotente e insolente al profesor de Jacala. Y ojo, el propio Luis Donaldo Colosio, siempre rechazó tener un acercamiento con el hoy candidato perredista a gobernador de Hidalgo. Por algo sería.
Una recomendación en la CNDH, no bastó al perredismo nacional para abrir los ojos a tiempo, pues en el año del 2004, cuando Guadarrama intentaba ser el candidato oficial del Sol Azteca, un grupo de perredistas hidalguenses presentaron un libro titulado: La Violencia Política en México: Un Asunto de Derechos Humanos, publicado en 1992 por la bancada del PRD en la LV Legislatura de la Cámara de Diputados, en el cual se acusa Guadarrama de mandar a matar al menos a siete perredistas. Según el informe, Guadarrama Márquez es responsable de los asesinatos en agravio de Gilberto y Armando Camacho López, Ramiro Vázquez Salas, Guillermo Cortés, Canuto Santos, Clemente Garay, Elfego Santos y Claudio Martínez, entre otros, realizados entre enero de 1990 y mayo de 1991.
Así las cosas de la desmemoria, que no de los electores, donde el cinismo de Xavier y Guadarrama, raya en lo absurdo y sobrevive alentado por el hambre de poder.