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MALÉFICOS

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POR MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN / @msanchezlimon @msanchezlimon1

En esto del distractor llamado Pegasus ¿qué le parece si conjugamos el verbo espiar y concluimos con el verbo impune?

El tema del espionaje político es viejo, tanto que Su Alteza Serenísima lo conoció en sus inicios como priista distinguido y aspirante al gobierno de Tabasco y, luego, en calidad de perredista relevante corroboró en aquellos tiempos en que engatusaba con el “Éxodo por la democracia”, cuando marchó entre noviembre de 1991 y enero de 1992 desde Villahermosa, Tabasco y hasta el entonces Distrito Federal, en protesta por el presunto fraude electoral del que acusó al maléfico Carlos Salinas y al PRI.

Bien. ¿Recuerda usted aquellas cajas apiladas en el Zócalo con dizque pruebas del fraude electoral cometido en seis municipios tabasqueños? ¡Estaban vacías!, pero Andrés Manuel logró un acuerdo en el que estuvieron involucrados los entonces secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, y el jefe del Departamento del Distrito Federal, Manuel Camacho Solís.

En esos días, Marcelo Ebrard Casaubon se desempeñaba como secretario General del PRI en la capital del país y fue parte de la estrategia del Revolucionario Institucional que arrasó en las elecciones intermedias (320 diputados y 61 de 65 escaños en el Senado) en plenitud del horrible gobierno neoliberal de Carlos Salinas de Gortari.

¿Qué ganó el entonces perredista aprendiz de Duce? Bueno, además de una buena mochada millonaria para levantar el plantón en el Zócalo y retornar con sus huestes a Tabasco, logró que el PRD encabezara el concejo municipal de Cárdenas; en los municipios de Nacajuca y Macuspana se anuló la elección ¿y qué cree usted?, el PRI encabezó los concejos mixtos municipales. Pírrica victoria del “Éxodo por la democracia”.

El tema viene al caso porque en la mañanera de media semana, el Duce recordó aquellos días en los que fue llamado por Gutiérrez Barrios, para abordar este tema del plantón y la demanda de anular la elección en seis municipios tabasqueños. Hoy dice que no interpondrá denuncia alguna porque fue espiado; deja el caso en manos del eficiente fiscal Alejandro Gertz Manero, a quien poco ve… bueno, eso dice. Pero.

¿Lo grabó don Fernando en aquella negociación en la que junto con esa pírrica anulación electoral en tres de los seis municipios involucrados obtuvo una millonaria compensación? ¿De qué platicaron y cómo transitó ese diálogo en la oficina principal del Palacio de Cobián?

“Yo recuerdo –dijo el licenciado presidente López Obrador– que me llamó la atención, primero, una entrevista en los tiempos que fui opositor, hace algún tiempo, cuando el Éxodo por la Democracia, que tuve tratos con Gutiérrez Barrios y fui a su oficina en Gobernación, y tenía como dos o tres cosas:

“Una como una fuentecita de agua -estoy hablando del secretario de Gobernación, Gutiérrez Barrios- que porque el agua distorsionaba cualquier intento de escucha, de intervención. Luego, la música. Esto en 1990, hace más de 30 años”.

Amnesia selectiva del Duce. La entrevista con Gutiérrez Barrios, fue en enero de 1992. Y sin duda alguna fue grabada. Era y es una práctica elemental en las ligas mayores y menores de la política y el ejercicio del poder en todo el mundo.

Por ello, este escandalito del espionaje y el desempolvar el caso de Pegasus para rasgarse las vestiduras y echarse ceniza en la cabeza para santiguarse y exorcizar a los malditos y perversos neoliberales que montaron el aparato para espiar al contrincante y al propio compañero, tiene todas las características de un distractor.

Porque, dígame usted, qué ha ocurrido con la tragedia de la Línea 12 del Metro; qué hay con ese enredo de las vacunas que no andaban perdidas por no las encuentran; ¿dónde están los medicamentos que se presume fueron adquiridos pero no llegan a los hospitales?

Y, vaya, Su Alteza Serenísima presume que la economía está de perlas pero la inflación tiende a doblar el porcentaje con el que cerró el pasado periodo fiscal; la tarifa de combustibles no baja y el costo de la canasta básica se ha disparado. ¿Alguien puede rendir cuentas del sobreprecio en la construcción del Aeropuerto Felipe Ángeles?

En fin, la administración  del licenciado Andrés Manuel carece de asideros que demuestren logros. Y políticamente el corporativo Morena, S.A acusa severos daños, tantos que en el gobierno de la Ciudad de México debió aplicarse un cambio con el nombramiento del senador Martí Batres Guadarrama en la Secretaría de Gobierno, es decir, como segundo en el mando después de Claudia Sheinbaum cuyo desempeño tiene graves problemas con la pérdida de alcaldías a manos de la oposición del PAN, PRI, PRD.

¿Qué importancia tiene azuzar el escándalo del espionaje? ¿Quiénes han ido a prisión por esta vieja práctica?

“Bueno, todo esto tiene que ver con el antiguo régimen, eran las prácticas para tener el control, para intimidar, manipular, para imponerse. Esto fue un distintivo durante todo el periodo neoliberal, prácticamente todos los gobiernos, incluso desde antes, pero se fue perfeccionando el espionaje a partir de una etapa nueva que se inicia con Carlos Salinas, con el Cisen”, refirió Su Alteza Serenísima y con ello, sin querer queriendo, dio un mentís al escandalito del verbo espiar.

Porque, abundó Andrés Manuel, “nadie debe de ser espiado, se debe de respetar a opositores y los sistemas de inteligencia pues tienen que estar orientados a la defensa y a la protección de la seguridad de los Estados, la seguridad nacional, para garantizar la paz, la tranquilidad, enfrentar la delincuencia organizada; pero no puede utilizarse el espionaje con propósitos políticos, que era lo que predominaba. Entonces, tenemos que cambiar”. ¿En serio? 

Y, bueno, sostuvo con cierta alegría, “qué bien la fiscalía ha iniciado una investigación. Que se profundice, que se presenten más elementos, que se ventile todo este asunto, sobre todo, insisto, el costo, porque era un jugoso negocio tanto de las empresas como de los funcionarios.

“Imagínese un contrato… ¿Cuánto fue el de Pegasus?”, preguntó y de inmediato Santiago Nieto Castillo respondió: “Treinta y dos millones de dólares”.

Sí, esos neoliberales y los que les antecedieron, cuyos agentes y policías secretos se colgaban de los alambres telefónicos y espiaban. Abundan las voces de los expertos, se desperezan aquellos que fueron espiados. ¿Y?

Vaya, vaya, impresiona que el jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, ¡descubrió!, “una lista de 207 personas políticamente expuestas, denominada “maléficos” elaborada por la administración anterior (la de Peña Nieto). La relación está encabezada por el Presidente @López Obrador .y la doctora @BeatrizGMiller . Presentaré una denuncia ante las autoridades”, rubricó en su cuenta de Twitter @SNietoCastillo”.

Por supuesto, por supuesto, se trata de un delito y debe castigarse a los responsables. Pero, hoy como en otros tiempos del siglo pasado, los espías transitan en la impunidad. ¿Santiago Nieto presentará la denuncia? ¿Contra quién o quiénes?

Marcelo Ebrard cuando jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal supo de esa práctica; incluso fue señalado como responsable de haber montado una especie de Cisen capitalino en el séptimo piso de un edificio que existía en el lado sur del Hotel Fiesta Americana, en Paseo de la Reforma esquina con Morelos.

Hoy se asume que el gobierno de Su Alteza Serenísima no practica el espionaje político. Pero, quién lo garantiza cuando este mecanismo es elemental para la seguridad nacional. La Secretaría de la Defensa Nacional tiene una Sección especializada en esta tarea; la Secretaría de Marina opera otro mecanismo similar que ha funcionado con el respaldo de la DEA en el rastreo de bandas del crimen organizado. Aunque la orden de abrazos no balazos lo ha vuelto equipo de ornato.

¿Cómo cree usted que se ubicó a Ovidio Guzmán en Culiacán, Sinaloa? ¿Fue el pueblo el que dio el pitazo a las fuerzas especiales? El licenciado presidente presume recurrentemente que está bien informado. ¿Cuáles son sus fuentes? ¿Qué ha sido de los equipos utilizados en el desmantelado Cisen?

La licenciada Ana Elizabeth García Vilchis descubrió el hilo negro en la mañanera, en ese su espacio para desmentir a la prensa.

“(…) queremos mencionar muy puntualmente el tema de la investigación global sobre el programa de espionaje Pegasus, creado por una empresa israelí, que se ha convertido en un escándalo internacional. 

“Según documentaron 80 periodistas de 17 países, entre 2016 y 2017 fueron espiados más de 50 mil teléfonos en todo el mundo. En México, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, fueron intervenidos 15 mil celulares, entre los que se encuentran 180 periodistas y 600 políticos, incluyendo a 50 personas del círculo más cercano del presidente Andrés Manuel López Obrador, como su esposa y sus hijos”. ¡Sopas! 

Y luego, entornó la mirada y alzó la voz: “Al respecto, el Gobierno de México condena este tipo de actos que atentan contra las libertades individuales y colectivas, así como el derecho a la privacidad que tenemos todas y todos”. 

¿Por qué, licenciada García Vilchis?, le habría preguntado y, fiel al dictado de Su Alteza Serenísima, puntualizó:

“Sólo un gobierno autoritario que le tiene miedo a la gente puede vigilar a los ciudadanos. El gobierno encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador respeta plenamente la libertad de expresión de todas y todos, y no espía, persigue o reprime a periodistas u opositores”.

En serio, no se ría. Hace tres décadas Manuel Camacho Solís denunció que era espiado y lo mismo hicieron otros políticos que espiaban y eran espiados.

Es viejo el tema de Pegasus y no hay en prisión un solo responsable. ¿Quién o quiénes tienen los archivos? ¿Andrés Manuel no espía? Bueno, el Duce sabe que sus contrincantes y enemigos políticos cuentan con información confidencial de sus andanzas. Por eso usa el tema como distractor y evita meterse a lo hondo del río revuelto.

Sí, que se proceda penalmente contra los responsables del espionaje que pone en riesgo a todo el mundo. Los periodistas, de siempre hemos sido espiados y perseguidos; en la Secretaría de Gobernación debe existir el expediente. ¿O lo perdió doña Olga? Digo.

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