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MÉXICO DEVASTADO A LA MITAD DEL SEXENIO

* Las reformas no avanzan y la crisis se acentúa a pasos agigantados, en tanto los publicistas de Los Pinos ya diseñan la ficción oficial que podría titularse: Enrique en el País de las Maravillas

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Foto: excelsior.com.mx

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PAÍS SIN ALAS

Por El Vocero de Chinameca

Especial para Expediente Ultra

¿Convenció el Tercer Informe de Gobierno a los mexicanos que están pagando las consecuencias de la agobiante crisis económica? ¿Es creíble, en el más elemental sentido común, que están bajando las tarifas de luz? ¿Vamos por el camino correcto?

El incremento del cinco por ciento a las tarifas eléctricas, anunciado por la Secretaría de Hacienda, es el inicio de los malos augurios que esperan al país, en el segundo tramo del sexenio,  por la inviabilidad que en nuestra realidad económica tienen reformas estructurales como la Energética. Nuevamente los hechos contradicen a la imaginaria oficial expuesta pródigamente en los medios de comunicación en el sentido de que con la citada reforma bajarían los precios de la luz, el gas doméstico y las gasolinas. Una de las tantas promesas que serán imposibles de cumplir por factores  como  el incontenible deslizamiento del peso frente al dólar y la estrepitosa caída de los precios internacionales del petróleo.

El costoso  marketing y sus invenciones de un futuro próspero y feliz para los mexicanos de escasos recursos se desvanecen cual fugaces quimeras ante la contundencia de una recesión  que ha puesto contra las cuerdas a un gobierno que se empecinó en no escuchar los puntos de vista que alertaron desde su inicio los riesgos que traería al país el imponer, de manera unilateral y hasta autoritaria,  reformas que nunca estuvieron en sintonía con nuestra realidad política, social y económica.

Se sigue insistiendo en la permanencia de un modelo económico que privilegia el interés de los grandes organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, así como de las multinacionales,  abandonando sectores estratégicos como el agropecuario y entregando otros como el energético, a precio de ganga, con lo que hemos perdido nuestra soberanía alimentaria y muy pronto aniquilaremos lo que resta de nuestra soberanía económica.

Acuerdos  como el Tratado de Libre Comercio (TLC),  han resultado lesivos para el desarrollo y fortalecimiento de la pequeña y mediana industria  al imponer un desigual sistema arancelario donde los corporativos extranjeros llevan todas las ventajas en las alevosas reglas impuestas a nuestro comercio exterior, anulando o bloqueando las exportaciones de las manufacturas nacionales.

Lejos de analizar  las abrumadoras señales que  muestran los yerros de la extraviada ruta trazada se persiste en el error de maquillar la realidad  mediante el uso y abuso de la propaganda oficial como montando escenarios irreales plagados de “alegóricas” cifras, se pudieran ocultar y más aún, aminorar  los efectos que la crisis económica está causando en millones de mexicanos de escasos recursos que irremisiblemente caen, año con año, al rango de la pobreza extrema. Y mientras las voces oficiales insisten en señalar que el país va por el camino correcto, los datos duros de organismos como el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), muestran con objetividad el verdadero rostro del retroceso social al referir que mientras en el 2012 había en el país 53,3 millones de pobres, para el 2014 la cifra se incrementó en dos millones más para llegar a 55,3 millones.

Luego de que el organismo evaluador difundiera tales cifras, de inmediato aparecieron los voceros de la parte oficial para refutar que la marginalidad social está siendo atacada con alentadores resultados como lo ponderó hace unas semanas la todavía secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, cuando difundió datos sobre la Cruzada Nacional contra el Hambre, donde se guardó de  mencionar que de los 55,3  millones de pobres que hay en México 11,4 millones de ellos se encuentran en el rango de pobreza extrema alimentaria; es decir, que enfrentan el dilema de no tener un pan que llevarse a la boca.

La mencionada Cruzada contra el Hambre, que ha resultado  uno más de los tantos programas asistencialistas implementados  para reportar beneficios electorales a la clase política pero sin dirección ni objetivos específicos  a un combate integral de la pobreza y la marginación social, apenas y atiende a siete millones de personas; es decir, que su éxito es relativo pues  sigue sin permear  a cuatro millones de mexicanos.

Nuestro país ha llegado a los extremos de poseer inmensas riquezas naturales y grandes extensiones de tierra cultivable pero ser no ser autosuficiente en materia alimentaria; gran parte de esos millones de mexicanos que se encuentran en pobreza extrema viven en el medio rural donde las políticas neoliberales anularon, desde hace dos décadas,  los apoyos al agro condenándolos al desempleo, la miseria y la migración a las grandes ciudades o a los Estados Unidos.

Inaceptable que en el cúmulo de reformas aprobadas por la saliente LXII Legislatura, nunca figuró en su agenda parlamentaria una auténtica reforma al campo. Los legisladores no sólo se olvidaron del sector agropecuario sino además consintieron que por lo menos el 70 por ciento de los recursos federales asignados a este sector fueran a parar a manos de poderosas empresas como Bimbo, Bachoco, Maseca, SuKarne, y trasnacionales como Mosanto y Nestlé. Eso sí, los diputados salientes se autorizaron un bono de un millón 140 mil pesos más una liquidación por su último mes de gestión por otros 150 mil pesos.

La brecha entre ricos y pobres es cada más pronunciada por el inequitativo reparto de la riqueza que también es ocultada por los publicistas oficiales bajo el supuesto de que la Reforma Laboral generará empleos bien pagados y suficientes para los trabajadores. En esta serie de manipuladoras estratagemas el gobierno omite decir a millones de mexicanos que somos el penúltimo país de América Latina donde se pagan los peores sueldos; la consabida reforma no ha fomentado la estabilidad en el empleo pero si la informalidad pues conservadoramente un 30 por ciento de la población económicamente activa se encuentra en la informalidad y sin acceso a la seguridad social.

Los resultados a la mitad del sexenio son por demás cuestionables y resulta indudable que a la acentuada crisis económica proseguirá de forma natural una crisis política institucional como la que padecen de manera generalizada los países con gobiernos de corte neoliberal, en los que está surgiendo un activismo social sin precedente que pelea mayores espacios de participación y contestación ante la apatía e ineficiencia de sus políticos, empecinados en no replantear a la democracia desde las apremiantes cuestiones sociales que exigen un cambio en el inoperante modelo económico.

La evaluación objetiva y la autocrítica son valiosas herramientas de las que harían bien en echar mano los miembros del gabinete, ahora maquillado y enrocado, antes de que el país se les escape de las manos y sean el pueblo y la clase trabajadora quienes deban operar el inaplazable golpe de timón que nos salve a todos del despeñadero a que nos dirigimos.

La segunda parte de una historia de ficciones que  los publicistas de Los Pinos  bien podrían titular: Enrique en el País de las Maravillas, ha comenzado y, con toda seguridad, su final feliz no coincidirá con la tragedia real  que espera a millones de mexicanos. Lo peor está por venir.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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