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Por Samuel Cantón Zetina / @SamuelCanton
Todo pintaba para que aquellos que por meses pregonaron el derrumbe de la 4T, se hayan quedado ayer otra vez con las ganas.
Debió confirmarse en las urnas que MORENA ganó -al menos- 4 de las 6 gubernaturas en disputa.
Era amplio favorito en Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas.
La conclusión es que el imperio guinda todavía no toca techo, y que muy probablemente ocurrirá en el 2024.
A partir de ahí, sin AMLO en las boletas, será otra historia.
Con su eventual victoria en 4 entidades, MORENA llegaría a 21 estados.
Y a 26 o 27, con la renovación del año entrante en Edomex y Coahuila, y de Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán en 2024, año de cambio de presidente.
Otro hecho que debió ocurrir es el virtual exterminio del PRD, con una votación propia mínima, y la consolidación del PRI -gracias, en gran medida, a las suciedades de Alito Moreno- apenas como chalán del PAN.
Y, claro, que el blanquiazul es el enemigo a vencer del partido en el poder.
Uno más es que la alianza de aquellos tres no representó una verdadera alternativa para los electores.
Ricardo Monreal lo dijo muy bien: “MORENA se perfila para ganar 4 de las 6 gubernaturas en disputa, con el permiso y la ayuda de la oposición…”
No todos fueron en coalición, y por ejemplo en Durango y Tamaulipas, con el 9% y 12%, MC -de haber declinado- pudo inclinar la balanza en contra de MORENA, o, al menos, apretar los resultados.
En Quintana Roo era más difícil, porque aunque el candidato de Dante Delgado (“Dr. Pech”) figuraba con 14%, la ventaja de Mara Lezama se antojaba insuperable.
La violencia principalmente en Aguascalientes, Durango y Tamaulipas acechó los comicios, INE volvió a estar en la mira, y Monreal también tuvo razón al declarar que las elecciones “las va a ganar (o perder) Andrés Manuel López Obrador…”
De todas maneras, habrá que analizar los saldos de la víspera en perspectiva de lo que podría ocurrir en dos años.
