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Por Samuel Cantón Zetima / @SamuelCantón
Hay dos aspectos que el gobernador Javier May deberá atender con urgencia: el primero tiene que ver con la construcción de las obras, y el otro, con el caos de la circulación vehicular de Villahermosa.
En Tabasco no se puede seguir construyendo tan mal.
Ni con el pretexto de que se da preferencia a las empresas locales.
Basta de disfrazar con “tabasqueñismo” la entrega de la obra pública a los amigos.
Decidido a hacer el malecón a pesar de la gigantesca complejidad hidráulica que presentaba el río Grijalva, Carlos A. Madrazo fue al extranjero por expertos.
Por holandeses, enterado -y no había internet- de que una cuarta parte de los Países Bajos se encuentra por debajo del nivel del mar.
Supo entonces que nadie en el mundo tenía -ni tiene- más experiencia que ellos en el manejo de los cauces.
May está obligado a entregar los contratos a las firmas que garanticen calidad, aunque no sean del estado o de la región, para que no se repitan porquerías como el Distribuidor Vial de Usumacinta o campos de beisbol como el de Balancán, que se fue a pique y terminó en alberca.
Si en política social los pobres son primeros, en materia de construcción, antes que los cuates y socios, primero es el deber de dar a los tabasqueños -pobres o ricos- infraestructura decente.
De ahí la trascendencia de a quienes nombrará por esos rumbos.
Tratándose del tráfico automotriz, da la impresión que se trata de un tema afectado por recortes financieros, o por la irresponsabilidad y corrupción de los políticos.
Desde tiempo atrás se mira muy pocos agentes y patrullas, y esa ausencia de autoridad sumió en la anarquía a nuestras calles y ciudades.
Tiene que regresar el orden a la vía pública.
Un buen comienzo sería empezar a respetar al peatón.
May Rodríguez tiene que entrarle al toro de construir bien y de meter en cintura al paisanaje sobre llantas (más que chocos, ya parecen “checos” por conducir a alta velocidad, solo que ellos sin saber manejar)…
