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Por José Saúl Bautista González/@JOSABAGO

Debo aclarar que no soy ningún experto en la materia, pero trato de exponer, por su urgente atención, el tema que ahora mismo ocupa y preocupa a todo el mundo, sí, literal: a todo el mundo.
El Coronavirus del tipo llamado COVID-19, cuyo origen se localizó en la provincia de Wuhan, China, a mediados de diciembre del año pasado, ya ha sido declarado pandemia por la Organización Mundial de la Salud al cumplir el criterio de alto contagio y dispersión del virus que, actualmente, está presente en todos los continentes -excepto en la Antártida- y existen versiones que afirman su presencia también en la Estación Espacial Internacional.
A la madrugada de este 17 de marzo del 2020, los datos actualizados mostraban 180 mil casos de contagio en más de 150 países y poco más de 5 mil muertos totales. Las peores prospectivas sobre el alcance de este virus indican que hasta el 70% de la población mundial sería contagiada y de ese porcentaje un 20% requeriría hospitalización y 2% serían víctimas fatales.
La mortalidad de personas infectadas obviamente tiene relación con la respuesta preventiva y capacidades médicas de los países. Aunque hoy en día China ha logrado contener los contagios luego de aplicar drásticas medidas como el aislamiento de alrededor de 100 millones de habitantes (aproximadamente los mexicanos que radicamos en el país), países desarrollados como Italia, España, Alemania, Estados Unidos y Canadá ya muestran serios problemas que han forzado medidas extremas que afectan a sus economías y ponen a prueba a sus avanzados sistemas de salud.
Caso México
Uno quiere creer que todo está bajo control como repetidamente lo expresan las fuentes del gobierno de la autonombrada cuarta transformación, pero realmente resulta muy difícil a juzgar por sus resultados y antecedentes. Ofrezco un poco de contexto.
Esta pandemia llega a México en el peor momento de lo que va del siglo al menos. Enumero algunas consideraciones:
- La política de austeridad mal entendida que implementó el gobierno federal ha vulnerado gravemente la capacidad operativa del sector que este 2020, aumentó solo el 0.1% su presupuesto con relación al 2019 dónde se sub ejerció el 61% de los recursos etiquetados, es decir, no se gastaron 2 de cada 5 pesos asignados.
- El evidente desabasto de medicinas generado por la mala planeación de los presupuestos 2019 y 2020 afectó sobre todo a enfermos de cáncer, VIH, hipertensos y diabéticos que son, tristemente, la población más vulnerable al COVID-19 además de los mayores de 60 años.
- La administración del presidente López Obrador acrecentó un problema de déficit de atención médica en el Sistema Nacional de Salud. Solo en el IMSS, SSA e ISSSTE, a octubre del año pasado habían despedido a 397 mil 917 empleados.
- Otro elemento a tomar en cuenta, es el proceso de transición del Seguro Popular –que atendía a 53 millones de mexicanos- al Instituto de Salud para el Bienestar que nadie acaba de entender aun y que se está financiando con el Fondo Catastrófico del antiguo Seguro Popular, lo que ha obligado a quitar la gratuidad en la atención de tercer nivel en perjuicio sí, de los más pobres.
- Resulta que existe un Consejo de Salubridad General, “dependiente directamente del presidente de la República y tiene el carácter de autoridad sanitaria, con funciones normativas, consultivas y ejecutivas” según reza en su portal web y que está compuesto por miembros del gabinete y asociaciones civiles del ramo. Pues bien, nadie sabe que está haciendo en esta coyuntura.
El factor político – económico
Aunado a que –como vimos- no se gastó todo lo que se debió haber gastado en contratación de personal, infraestructura, equipamiento, insumos y medicinas en el sector salud, hay que considerar la gestión de la crisis por el gobierno federal y sí, la economía influye; también, desgraciadamente, la popularidad.
El COVID-19 llega también en el peor momento político porque el presidente López Obrador viene de arrastrar al menos 10 semanas de caídas en su popularidad. Esto, no debería siquiera ser tema si no porque, al parecer, es el indicador más importante del país para lo que sea que quede de los 30 millones de votantes que lo hicieron presidente. Desgraciadamente, también es lo más importante para el gobierno de la llamada 4T y reiteradamente minimizan todos problemas que se presentan.
Considerando las conductas de gobiernos de izquierda de otros países, donde sistemáticamente se ocultan, matizan o reducen estos eventos y la raramente menor tasa de infección/contagio observada en nuestro país, además de medidas radicales en países desarrollados como aislamiento masivo, cerramiento de fronteras, cancelación de vuelos e, incluso, toques de queda, es legítimo preguntarse: ¿En México se han tomado las medidas necesarias y oportunas para reducir el impacto de esta nueva enfermedad?, con el sistema de salud disminuido, ¿Se ha detectado eficientemente la enfermedad o se ha sub diagnosticado? Dadas las condiciones de estancamiento económico provocado, ¿Se están atrasando las medidas de prevención para no afectar más a la economía y, en consecuencia, la imagen del presidente?
Aunque el tiempo nos dará las respuestas, voces de líderes mundiales demandan de México una mayor respuesta, entre ellos, el Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, quién subrayó la importancia del “compromiso político al más alto nivel”,”El gobierno también debería ser capaz de movilizar a toda la sociedad y asegurarse de que esta respuesta se convierta en asunto de todos, para cualquier persona en México… Esto es algo que sólo puede tener éxito si todos los mexicanos están realmente involucrados”.
Afortunadamente, los expertos indican que, aunque este virus llegó para quedarse, muy pronto se hallará la cura y será como tratar una simple influenza. En tanto, las autoridades sanitarias tienen un alto reto en el manejo de esta crisis.
Me parece que, con independencia de las medidas adoptadas por los gobiernos de los 3 niveles, todos debemos actuar atendiendo la máxima de “más vale prevenir que remediar” en nuestros ambientes familiar y laboral principalmente. Al final, cada quién su responsabilidad.