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El Presidente del Tribunal Superior de Justicia, insta a los colegios de abogados a dignificar la carrera. Dentro de nuestra cultura, el abogado chicanero es aquel que entorpece el desarrollo normal de un juicio, que utiliza triquiñuelas, maniobras y subterfugios, pidiendo términos para probar lo que no puede probar, presentando alegatos maliciosos y aduciendo excepciones y defensas a través de enredos, mentiras y embustes
Por: Blas A. Buendía
Especial Para Expediente Ultra
El abogado chicanero es aquel que entorpece el desarrollo normal de un juicio, que utiliza triquiñuelas, maniobras y subterfugios, pidiendo términos para probar lo que no puede probar, presentando alegatos maliciosos y aduciendo excepciones y defensas a través de enredos, mentiras y embustes.
Si bien se puede considerar que se apartan de la Ética del Derecho, el presidente de la Comisión Nacional de Tribunales Superiores de Justicia de los Estados Unidos Mexicanos, Édgar Elías Azar, urgió a todos los Colegios y Universidades en dignificar esta carrera.
Al participar en la presentación del Programa de Justicia Cotidiana de Mejora Regulatoria, subrayó el impacto del volumen de trabajo que se procesa en el fuero local, que es de 66 por ciento de todas las controversias interpuestas al año en el país.
El magistrado Edgar Elías Azar, recalcó que las chicanas en los procesos judiciales del fuero común se acotarían si se avanza en la desregulación, y subrayó que de los 3.1 millones de controversias interpuestas al año en el país, 66 por ciento se dirime en la justicia local, esto es 2.1 millones de expedientes.
Si bien se ha reiterado que en los alrededores del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, existen sujetos que “prestan sus servicios” para defender tal vez hasta causas o juicios perdidos, en la presentación del Programa de Justicia Cotidiana de Mejora Regulatoria, se subrayó la importancia de discernir el impacto que traería en el fuero local la desregulación procesal, dado el volumen de expedientes que procesa.
En este sentido, el presidente magistrado Elías Azar, recordó que, pese a ello, sólo se le destina el equivalente a 36 por ciento del presupuesto total del gasto federal y local en materia de impartición de justicia.
Al advertir el tamaño del reto que implica implementar las reformas que se impulsan desde el Ejecutivo en materia de justicia cotidiana, el magistrado puntualizó que los juzgadores del fuero común cuentan con el conocimiento, experiencia y competencias necesarias para fortalecer las iniciativas federales, y expresó la voluntad política para avanzar en los temas de la desregulación procesal.
Recordó que el país está dejando atrás los procesos fundamentalmente escritos, dada la realidad de este siglo en el que es preciso tener una justicia más cercana a la sociedad, y en la que está presente el desafío de garantizar el Estado de derecho a través de la defensa de los derechos fundamentales.
Se refirió al avance de la justicia oral en el país, y destacó que se puede afirmar con contundencia que se trata de un cambio de paradigma sin precedentes en la justicia cotidiana, en específico en el ámbito del Nuevo Sistema Procesal Penal Acusatorio (NSPPA), la oralidad civil-mercantil, familiar y de justicia para adolescentes.
Abundó que la mejora regulatoria es esencial para el trabajo de los jueces, y consideró que el diálogo con éstos en la labor de desregular, es fundamental para detectar las áreas de la legislación susceptibles de simplificación.
El también presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, comentó que en materia mercantil la justicia enfrenta desafíos como el de facilitar el cumplimiento de contratos, fortalecer la eficiencia de los procesos judiciales en los que se dirimen asuntos mercantiles, así como disminuir el tiempo y el costo de cumplimiento de contratos, lo que redundaría en incentivar los negocios y el crecimiento económico.
“Quiero finalizar mi intervención refrendando el compromiso de todos los tribunales del país, del Tribunal de la Ciudad de México, con el Programa de Justicia Cotidiana en Materia de Mejora Regulatoria para generar acciones que representen un avance significativo en áreas de oportunidad, así como en la implementación de los juicios orales mercantiles a nivel nacional”, enfatizó.
El también político de origen guerrerense, recientemente había comentado que el TSJCDMX tiene un pleno desafío en censurar a una clase de abogados que a pesar de poseer sus títulos y cédulas profesionales que los acrediten como profesionistas de esta interesante carrera, sorpresivamente sus clientes se llevan un palmo de narices al no contar con una defensa bien actualizada.
Deambulan personajes
En una investigación de campo, este reportero descubrió que en las inmediaciones de la Casa de Justicia de la capital del país, en Avenida Niños Héroes y en Plaza Juárez donde se encuentran los juzgados de lo familiar, deambulan personajes que se dicen ser “abogados”.
Sin recato alguno o con actitudes cínicas, llevan hasta la etiqueta de ser sedicentes que muchas veces están mejor preparados que es la “universidad de la vida”, a comparación de un recién abogado titulado de quien es hasta cuestionado por jueces, secretarios de acuerdo, actuarios o proyectistas, por su poca o nula sapiencia del Derecho. Aun con ese estigma, se atreven a causar penas en las audiencias por su pésima preparación académica, sin conocer la tenacidad del acervo judicial.
Sicológica y moralmente provocan daños económicos a los clientes afligidos ya que éstos no han hallado a un defensor idóneo y capaz de integrarse para resolver sus conflictos judiciales; esos oscuros personajes se adueñan del análisis sobre los Casos de Chicanas versus la Ética del Abogado.
Más sin embargo, se previene a los abogados sobre la obligación de no obstruir el trámite, ni demorar las terminaciones de los litigios. Más no hay necesidad de acudir a ningún resorte de la erudición para saber que en el concepto público la chicana es la cosa más condenable de los abogados, el vicio en los pleitos es la trapisonda, el enredo, la dilatación maliciosa, la complicación interesada, etcétera.
Dificultades del ejercicio
La abogacía es una profesión de difícil ejercicio, es muy rara la existencia de dos asuntos idénticos, casi siempre existirá un hecho que le sirva de diferenciador, lo cual motiva con frecuencia soluciones de la jurisprudencia aparentándole contradictorias, el derecho y las relaciones que regulan se producen en sociedad, entre vivo y mudable, animada en nuestra época, por lo que se ha llamado el proceso de aceleración de la historia, lo cual hace más rápida y profunda la metamorfosis de sus instituciones, ya sean por obra de la jurisprudencia o del legislador.
Por esto es que el ejercicio de la profesión de abogado exige intensidad en el trabajo, el horario habitual de ocho horas resulta muchas veces insuficientes, frecuentemente las diligencias y actuaciones que deben ser realizadas fuera del bufete y la impertinencia de clientes y aun de amigos, impiden sacar buen provecho a la jornada diaria, de ahí que la noche, los días feriados o el fin de semana se convierten en sus inseparable compañeros para el estudio.
Deficiencias de los estudios universitarios
Las dificultades del novel abogado se agravan por las deficiencias de sus estudios en las aulas universitarias, la cátedra que dicta el profesor que la más de las veces es un monólogo para ser escuchados por estudiantes con poco interés o fatigados por las labores desempeñadas en el trabajo que les acuerda lo necesario para subsistir, salvo excepciones.
No es el mejor sistema para que el estudiante pueda sacar alguna utilidad de la asistencia forzosa a las aulas, siendo ello una de las causas del absentismo estudiantil.
Es cierto que bajo el nuevo plan de estudio se tratan de corregir esas deficiencias mediante la instauración de un sistema de enseñanza práctica en los cinco cursos de la carrera, pero ello no será suficiente hasta que no se transforme la docencia teórica de monopolio del profesor, en conversación de este con sus alumnos, lo cual presupone una nueva actitud del estudiantado, primordialmente en la asistencia a cátedra con un mínimum de conocimientos sacados de la lectura de obra básica del curso del Latín, que le permitan establecer dicho dialogo.
Cualidades necesarias
El joven abogado tendrá que luchar desde el inicio de su carrera contra las deficiencias nacidas de sus estudios y reunir cualidades especiales para hacerla brillante o por lo menos honorable…
a).- Saber investigar: la amplitud de la ciencia de derecho imposibilita que se pueda conocer todo su contenido y aun detalles de ramas especializadas, de ahí el abogado tenga saber investigar, esto es buscar los elementos que le permitan resolver la cuestión de la cual están apoderados, para lograrlo debe unir la erudición, en cuanto a la misma implica copioso, vasto y variado conjunto de conocimientos adquiridos por medio del estudio, sin darle papel preponderante, con el método y el esfuerzo personal.
b).- Saber exponer: es necesario saber desplegarse ante el juez con claridad lo que se discute, la complejidad de los asuntos jurídicos hacen que a menudo los abogados en vez de arrojar luz con sus defensas confiada al juez, de ahí que previamente a toda exposición ha de procederse a la elaboración del plan en que la misma sea desarrollada, de su rigor o solidez depende esencialmente la calidad de la exposición.
c).- Saber discutir: además de todo lo expresado, el jurista debe saber discutir, para convencer al Juez mediante razonamiento hábil que evidencie en todo su desarrollo la autoridad y la fuerza de quien lo expresa.
Para algunos la chicana es lo más vergonzoso de la administración de justicia. Según el doctor Ramón Gómez Masía, en su libro titulado: La Trastienda de Themis, estaca que la misión de los abogados es ganar los pleitos y que para ello deben usar primero todos los argumentos de buena fe, velando por el propio decoro y la tranquilidad del espíritu; y después los de mala fe, porque éstos en ocasiones, tienen un peso decisivo en la balanza de la justicia.
Así que estimado lector, si usted lleva al cabo un juicio en algún tribunal de justicia del país, es muy conveniente saber qué clase de abogado va a contratar, con la finalidad de no verse sorprendido, engañado y hasta robado y estafado por parte de quienes se dicen ser “expertos” del Derecho cuando esconden sus dramaturgas chicanerías, que muchas de las ocasiones, en México y Estados Unidos de Norteamérica, son muy necesarias.
Es el laberinto legítimo o ilegítimo de la chicanería en un estado del Derecho, reformado o deformado, conforme se le quiera interpretar.