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José Luis Camargo R. (Sin Permiso)
Si bien es cierto que nuestro estado mantiene índices de seguridad bastante aceptables en comparación a los registrados en otras entidades del país, resulta preocupante que de unos meses a la fecha, todos los días nos enteremos de cadáveres encontrados en colonias, comunidades, caminos y carreteras.
Casi todos, evidentemente producto de ejecuciones entre miembros del crímen organizado.
Además de que las balaceras en distintos puntos de la zona metropolitana se están convirtiéndo en algo cotidiano.
Por no hablar de los asaltos en vía pública a plena luz del día, en todas, absolutamente todas, las zonas de la capital.
Los asaltos a comercios establecidos, siempre a mano armada, día a día dejan de ser noticia, pues de boca en boca, ya no por los periódicos diarios que se ocupan de la llamada nota roja, nos enteramos de nuestra diaria realidad.
Hace años que los robos a negocios del Centro Histórico, provocan enormes pérdidas a empresarios medianos, que pese a ello, generan miles de empleos.
Qué decir de los cristalazos a vehículos, no solo en el primer cuadro, sino también en plazas comerciales y colonias de la periferia.
Hay otros problemas que se mantienen en secreto.
Se comentan en voz baja y entre cercanos.
Son delitos que afectan a todo el estado.
El secuestro exprés y el de largos días, interminables semanas y meses eternos, son un ardiente infierno para los angustiados familiares, que a veces, pese al pago exigido, reciben los restos mortuorios de su ser amado.
La extorsión, la renta o derecho de piso que denominan los delincuentes, es otro de los delitos que se mantienen bajo la alfombra.
Obviamente, a la par de estos hechos, que ciertamente hasta hace unos años eran aislados, hoy generan temor entre la ciudadanía originaria del estado, y de la que escogió como su residencia familiar éste, al saber que es un lugar de oportunidades y seguro.
Ocioso resulta abundar en que la calidad de vida, es otro atractivo para vivir en Querétaro.
Por eso es preocupante que las autoridades salientes, encabezadas por el gobernador interino Jorge López-Portillo Tostado, minimicen los hechos delictivos, que han crecido ante la parsimonia de quienes cobran y, en algunos casos, bastante bien, por combatirlos.
¿Acaso es una estrategia dejar a la administración de Francisco Domínguez Servíen, un estado convulsionado?
Días después de la elección del siete de junio, un priista que colaboró en la fallida campaña electoral de Roberto Loyola Vera, comentó en corto: “aprendimos que la seguridad es un tema que da o quita votos, según donde estés”.
Si es la lógica de quienes dejan el poder, no será Acción Nacional la fuerza política perdedora en 2018.
Seremos los queretanos, todos, quienes nos convirtamos en rehenes de agrias disputas.
Como ciudadanos, debemos exigir responsabilidad a quienes toman desiciones.
Que antepongan el interés común al partidista.
Sean del color que les dé la gana.