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¡QUIETO, GUARDIÁN!

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Por Samuel Cantón Zetina / @SamuelCanton

La tragedia de la familia Pérez Ocaña es la misma de cientos de mexicanos que a diario pierden violenta y abruptamente a un ser querido.

Pero cuando se trata de la posibilidad -muy frecuente- de que los verdugos sean policías, la tragedia no únicamente alcanza a los deudos y a quienes forman sus órbitas de interacción, sino a toda la población.

México no tiene policías confiables ni eficientes, y de repente, como puede ser el caso del joven actor Octavio Ocaña (QEPD) -ayer hubiera cumplido 23 años-, ni siquiera son ajenos a sus desgracias.

Vergonzosamente, la esclava de oro de “Benito” de “Vecinos” fue desaparecida por los patrulleros (se ve en el video donde vive sus últimos momentos).

Se gastan -no invierten- montañas y montañas de dinero en plazas, sueldos, equipos, instalaciones y “capacitación” -entre comillas- de los elementos.

Y no tenemos seguridad.

Lo peor es que los uniformados se cuentan a veces entre los enemigos, y no muestran respeto ni temor por las instituciones, por los contribuyentes que -como quiera que sea- les pagan, ni por los castigos que reciben.

Asesinos, violadores, secuestradores, ladrones, cómplices de delitos contra los habitantes, escudados miserablemente tras el arma y la chapa.

Como jefe de la policía de la Ciudad de México, Arturo Durazo tenía perfectamente definida una línea de acción a la que se apegaba religiosamente: ningún delito de policías contra la gente sería solapado.

Creó al interior de la corporación una instancia que investigaba las denuncias ciudadanas, y sancionaba -de verdad- a los polis abusivos.

Estos tenían pavor a esa oficina.

“Negro” Durazo tuvo mil defectos, y tal vez un acierto: siempre supo que lo único que no se valía era patear el pesebre.

Lamentablemente, los gobiernos dan ahora la impresión de haber dado por perdida la guerra contra la impunidad, y olvidan que quienes cubren puntualmente las quincenas de los burócratas, son los compatriotas con sus impuestos.

¿Por qué se acepta tan fácilmente que incumplan incluso con quienes les pagan?

José López Portillo echó en cara a la prensa que no le pagaba para que le pegara.

Tampoco los contribuyentes pagamos a los policías para que nos maten.

Y DE MAÑANA…

EN COAHUILA, la “influencer” Lore Garza rifó una camioneta, ¿y quién cree, lector, que se la sacó? ¡Su mamá! “No había manera que yo supiera qué números iban a salir…” (según la celebridad, el sorteo se hizo conforme a la Lotería Nacional) Ya andan felices las dos montadas en la troca. En redes circula también un segundo video de Octavio Ocaña. Anteriormente apareció inhalando cocaína. En el más reciente, disparando al aire -tomado- una pistola. Al parecer, los policías se quedaron con su celular, y filtraron los videos. Hasta nombre hay de quien supuestamente se apoderó del móvil: la ex poli Lesly Monroy. Y en la CDMX, el “standupero” Carlos Ballarta obtiene publicidad gratis atacando a Chespirito. En un texto increíblemente publicado por The Washington Post, dice que fue “lo peor” de la comedia mexicana, que Televisa lo utilizó como instrumento de manipulación de los jodidos, y que dos veces se presentó en el Estadio Nacional donde Pinochet “torturó estudiantes”. Todo por la fama. ¡Qué país!…

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