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Inmortalizado por William Shakespeare, el rey Ricardo II de Inglaterra se caracterizó por actos de autoritarismo como el cobro desproporcionado de impuestos a sus súbditos.
Cuando el reino todavía no salía de los efectos económicos de la peste negra, el monarca envió a su cobrador John Bampton a desplumar a los habitantes de Essex y Kent.
Para comenzar su tarea, eligió al poblado de Fobbing, cuyo representante local, Thomas Baker, dijo al funcionario real que ahí ya habían pagado sus contribuciones y que no esperara más dinero.
Cuando Bampton ordenó detener a Baker, el pueblo se amotinó. Hizo huir al cobrador y mató a tres de sus secretarios. El hecho derivó en la Revuelta Campesina de 1381, que marchó sobre la capital e incendió el Palacio de Savoy y obligó al joven Ricardo a refugiarse en la Torre de Londres.
Con el despotismo de éste, el gobernador de Baja California, Jaime Bonilla Valdés, ha decidido que es un buen momento no para dar estímulos fiscales a los atribulados contribuyentes, sino para crear impuestos nuevos.
Lleva once, en lo que va de su efímero gobierno, que todavía no cumple un semestre. Y para ello ha contado con la sumisión del Congreso local.
El 31 de diciembre, cuando los bajacalifornianos se disponían a recibir el Año Nuevo, los diputados del oficialismo (Morena y Partido Verde) esperaron a que los legisladores de oposición se hubiesen retirado y sesionaron para aprobar una serie de gravámenes a combustibles, hospedaje y ventas en casas de empeño, que se sumaron al incremento del impuesto sobre nómina, votado en la sesión anterior.
Ante las protestas que suscitó la acción, Bonilla acusó a los empresarios de no querer pagar impuestos y les dijo que “están chillando más que un puerco atorado en un cerco”.
Menos de cuatro meses después, Bonilla lo volvió a hacer. En plena pandemia y mediante una sesión virtual de la Legislatura del estado, se crearon impuestos a los combustibles y a los servicios de transportación y envíos por aplicación.
Así, Bonilla se aprovecha de las necesidades de los habitantes del estado, que por las medidas de contención no pueden ir fácilmente a cargar gasolina del otro lado de la frontera –además de tener una movilidad limitada y depender de las entregas de productos a domicilio– para sacarles más dinero.
La irritación de los bajacalifornianos contra el monarca estatal no deja de crecer. Recordemos que él todavía aspira a prolongar su reinado más allá de los dos años que le otorgaron los ciudadanos en las urnas en julio de 2018. Si hoy hace estas cosas, ¿qué será si en la Suprema Corte le aprueban el capricho de quedarse tres años adicionales en la gubernatura?
BUSCAPIÉS
*La semana pasada las quejas contra la iniciativa del diputado federal morenista Edelmiro Santiago Santos Díaz de poner a las Afores bajo control del Banco del Bienestar fueron desestimadas por el líder de la bancada del partido del gobierno, Mario Delgado, quien dijo que la propuesta “no es prioridad para Morena ni tiene viabilidad económica alguna”. ¿Opinará lo mismo, ahora que el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que “va a haber momento, pasando esta situación de inestabilidad económica, para revisar lo que se hizo en el periodo neoliberal de privatizar los ahorros, las pensiones de los trabajadores”.
*Mediante una breve tarjeta informativa de 108 palabras, se dio cuenta ayer de que el coronavirus llegó al gabinete presidencial. La secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, dio positivo al COVID-19 el lunes 20, pero tardaron una semana en darlo a conocer. El viernes 17 ella se reunió con el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, y con la directora general de Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla, pero, que se sepa, ninguno de los dos ha sido aislado por precaución. Es más, esta última estuvo en la conferencia vespertina en Palacio Nacional el jueves pasado, tres días después de que dio positivo Sandoval.
https://www.excelsior.com.mx/opinion/pascal-beltran-del-rio/ricardo-ii-en-tijuana/1378609
