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50 mil reclutas contra criminales muy curtidos

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Guardia Nacional ¿Al vapor?

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Ocurrencias peligrosas y otros cuentos para 2019

 

Por Antonio Ortigoza Vázquez

En términos generales, las ocurrencias generan sonrisas, risas y no pocas veces carcajadas estentóreas. Pero las hay muy peligrosas y la historia da cuenta que algunas han costado miles de vidas. En el tercer día de la Batalla de Celaya, un Pancho Villa empecinado mandó 40 cargas de caballería frente a los nidos de ametralladoras de Álvaro Obregón. Sólo desistió cuando ya no tenía jinetes ni caballos que enviar a la muerte.

Una ocurrencia ha metido al presidente López Obrador en un embrollo que intenta resolver con muchas otras ocurrencias, todas derivadas de la primera.

Los colaboradores de primer nivel muy rápido desistieron de sus tibias objeciones y optaron por asimilar ocurrencia tras ocurrencia, a las que han aportado soporte teórico, como por ejemplo, los miembros de la policía militar no son militares y son los que formarán parte de la Guardia Nacional, un cuerpo que no es militar, ni naval ni tampoco híbrido, pero que tampoco existe legal ni constitucionalmente, porque las cámaras aún no aprueban las 13 reformas constitucionales propuestas por el Ejecutivo.

Peccata minuta, lo que pasa es que nada les parece a los críticos, que no son sino mezquinos, fascistas, canallas, neoliberales…

Las ocurrencias presidenciales no son novedad. Curiosamente, eran el pan de cada día en ese período de 12 años que tanto añora el señor presidente López Obrador: los sexenios de Luis Echeverría y José López Portillo.

A Echeverría se le ocurrió un día que los campesinos del noroeste del país debían y podían, o al revés volteado, dedicarse a otras actividades diferentes a las tareas agrícolas.

Las ocurrencias presidenciales del pasado

De pronto se le ocurrió que podrían dedicarse a la pesca del camarón. Mandó construir, con créditos del extranjero, una flota de 700 barcos camaroneros, que fueron repartidos entre campesinos de Sonora y Sinaloa que nunca en su vida se habían subido a un barco. Se crearon las “cooperativas pesqueras ejidales”. ¿Y qué hicieron los campesinos? Pagaron anuncios para contratar pescadores de verdad, les encargaron el negocio y ellos se quedaron observando cómo sus barcos surcaban las olas.

En dos o tres años, toda esa flota pesquera ejidal quedó anclada en los muelles, como pasto de la corrosión. Pero la deuda de miles de millones de dólares había qué pagarla.

José López Portillo escuchó a sus asesores comentar que el país debía tener puertos de altura para poder comerciar con el exterior. Y lanzó el programa de Grandes Puertos. Hacia finales de la década de los 80 todavía se podían ver en Bahía del Ostión (Coatzacoalcos) restos de grúas, motoconformadoras, camiones, restos de materiales de construcción, en suma, lo que los saqueadores no quisieron o no pudieron llevarse.

Estimaciones grosso modo señalaban que sólo ahí quedaron tirados cinco mil millones de pesos, de los de 1980. Era lo que quedaba del programa Grandes            Puertos.

¡ADELANTE MIS VALIENTES!

En el larguísimo interregno de cinco meses que median entre las elecciones y la toma de protesta del nuevo presidente, Andrés Manuel López Obrador anduvo a tropezones verbales con la ocurrencia de la Guardia Nacional.

En su versión, digamos, original, planteaba desaparecer al Ejército y la Marina para crear la Guardia Nacional, donde se fusionarían las fuerzas armadas con la Policía Federal y las múltiples policías estatales.

AMLO: “Y combatirán al crimen organizado sin uso de la fuerza”

Cuando ya había sido propuesto Alfonso Durazo como el titular de una entonces aún inexistente secretaría de Seguridad Pública, éste hizo como al desgaire una especie de corrección: “No será posible la creación de la Guardia Nacional por los problemas legales, constitucionales y operativos que implica”.

Nos quedamos con la impresión de que la ocurrencia, como debe ocurrir con todas, o casi, las ocurrencias, había sido desechada.

Pero llegó el día dos de octubre. El presidente electo encabezó un acto masivo en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, con motivo del quincuagésimo aniversario de la matanza de 1968.

Y allí dijo López Obrador que se crearía “una Guardia Civil que fusionaría Ejército, Marina y cuerpos policíacos”. Y con un añadido, el pronunciamiento que fue repetitivo en los últimos meses de la campaña electoral: “Y combatirán al crimen organizado sin uso de la fuerza”. (siiiiic)

Y comenzó, en automático, un torrente de argumentos justificatorios: Como la de España (¡la franquista!), la de Francia, la de Chile… sí, sí igualita ¿no?

TATIANA ECHA LA CASTA  

Tatiana Clouthier ya tenía algunos años colaborando con AMLO. Quizá por eso, junto con algunos otros detallitos, más tardó el presidente electo en anunciarla como futura subsecretaria de Gobernación que ella en declinar, en términos muy secos, el honor.

Tatiana anunció su intención de trabajar en la Cámara de Diputados, para la que fue electa por un distrito de Nuevo León.

Pero lo que muy probablemente irritó más fue la postura mostrada clara y contundente, cuando Tatiana demostró que por algo corre en sus venas la sangre de su progenitor, Maquío Clouthier del Rincón.

Tatiana Clouthier, en total desacuerdo con el presidente López Obrador

Eso sucedió en la sesión de la Comisión Legislativa donde se trató de la iniciativa para la Guardia Nacional, y frente al mismísimo secretario de Seguridad Pública le espetó, sin miramientos:

“¿Por qué quitarle los contrapesos a la Guardia Nacional o al Ejecutivo eliminando los artículos 76 y 78 constitucionales o con una reducción inclusive distinta en donde quisiéramos dejar todo el poder en un hombre o una persona; eso es totalmente antidemocrático y va en contra de lo que votamos los mexicanos este pasado primero de julio; me preocupa, me ocupa; ¿sí quiero una Guardia Nacional, pero no la quiero como la estamos planteando”?

Enseguida, Clouthier puso por ejemplo ¡nada menos! La “Fuerza Civil” de Nuevo León, la creada por el ex gobernador priista Rodrigo Medina, de la que dijo: “Lo tenemos muy claro, cómo funcionó la ‘Fuerza Civil’ de Monterrey y fue un ejercicio que se fue dando poco a poco para ir sustituyendo la falta de policías y la corrupción de algunas fuerzas a nivel local”.

Y remató con una muy fuerte crítica “a las prisas” por sacar adelante el proyecto de “Guardia Nacional”.

NOTABLES LOGROS EN NUEVO LEÓN

En la versión electrónica del diario “Milenio” apareció un comentario de Horacio Salazar, autor del libro “Fuerza Civil: La fuerza de todos”, obra que fue citada ampliamente en un reporte del instituto Innovations for Successful Societies (ISS), elaborado por Patrick Signoret, estudiante de doctorado en Princeton.

Salazar menciona que hay un “exceso de optimismo” en el proyecto de Guardia Nacional con la idea de reclutar a 50 mil jóvenes.

Y señala: “En Nuevo León hubo la meta de reclutar dos mil nuevos elementos por año y para 2015, al final del gobierno de Rodrigo Medina, ‘Fuerza Civil’ tenía cuatro mil elementos”.

Y los resultados: De 2011 a 2015, la tasa de homicidios se redujo a la quinta parte, de 45 a nueve muertes violentas por cada 100 mil habitantes. El robo de vehículos y autopartes se redujo de 21 mil a tres mil.

Dice Salazar: “Fue un proceso arduo y muy, muy costoso, tanto que no parece compatible con la ‘austeridad republicana’ que es consustancial al nuevo gobierno”.

LAS PREGUNTAS PENDIENTES

El ex canciller Jorge G. Castañeda, en su artículo del diario “El Financiero” señala el detalle de que hay preguntas que quizá no se hayan formulado en la conferencia de prensa matutina con el presidente López Obrador (o si se hicieron, no tuvieron respuesta).

Y detalla: “¿Cuántos policías militares y navales existen en México, en el Ejército y la Marina?

¿Qué hacen exactamente?

¿Cuántos van a ser reubicados en la Guardia Nacional?

¿Quiénes van a suplir sus funciones, cualesquiera que hayan sido en el Ejército y la Marina?

“Si se van a incorporar las policías militares, por ejemplo, de la Sedena, a la Guardia Nacional, entonces, una de dos: O bien lo que hacían antes era redundante, o era importante y no hay quién lo haga ahora; si era importante, no habrá quien lo haga y habrá qué esperar a que sean formados los nuevos policías militares que cumplirán con las funciones que antes ejercían los que fueron colocados en la Policía Federal”.

¿A LA GUERRA Y SIN ENTRENAMIENTO?

Es evidente, como lo denuncia Tatiana a voz en cuello, que en la presidencia de la República hay mucha prisa por echar a caminar la Guardia Nacional. Eso no parece conveniente y sí es muy peligroso.

Peligroso para los muchachos de entre 18 y 28 años que serán admitidos en la corporación. No se ha dicho cuánto tiempo, cómo, en donde y por quiénes serán entrenados.

Esperemos que no sea en instalaciones militares. No es posible que se haya gastado tanta saliva y tantas palabras para negar que se vaya a constituir ese organismo con militares, como para que a los miembros de la nueva corporación les den ¡entrenamiento militar!

¿En cuántos meses podrán estar aptos esos reclutas para enfrentar a bandas criminales que tienen mucho tiempo enfrentándose tanto a la Policía Federal como al Ejército y la Marina? Y que han demostrado fehacientemente su capacidad letal cuando un enfrentamiento resulta con muchas bajas de militares.

No sabemos tampoco si la etapa de entrenamiento implica desechar a los aspirantes que muestran escasa capacidad física o de habilidades elementales para la tarea a desempeñar. Asimilarlos a todos por igual, sin tomar en cuenta problemas para desarrollar las capacidades necesarias, es no sólo incorporar a personal inepto, sino que eso mismo pondría en peligro a sus propios compañeros.

Un entrenamiento al vapor solo podría significar enviar a los muchachos al matadero.

¿No debería Durazo responder a eso? (Y su jefe, claro).

 

 

 

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