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Por: Samuel Cantón Zetina | abril 15, 2020
Lo de siempre: en grave situación económica por la pandemia, los diputados federales no renunciarán a sus aguinaldos.
Como tradicionalmente lo hacen los pillos del Poder Judicial, de los órganos electorales y de los partidos políticos, “ajustan” sus presupuestos para ahorrar $100 millones y no tocar sus sagrados emolumentos.
Los recortes afectarán a todos en San Lázaro, menos a los próceres. Y todavía, cínicos, aseguran que la donación es “mucho más significativa” que el bono de fin de año.
De donde saquen los millones, no será de ninguno de los bolsillos de los diputados. Éstos, insolidarios, no están aportando ni un solo peso a combatir el Covid-19.
¿Por qué no las dos cosas? ¿Por qué no el ahorro ajeno, y “el sacrificio” personal de los legisladores cediendo sus casi $212 mil (por cráneo) de este ejercicio?
¿No es un contraste ofensivo hasta para México, con miles de familias condenadas a la hambruna, y no es exagerar?
Fue la miserable respuesta de los hijos de la patria al llamado del presidente López Obrador -a todos los servidores públicos- para que cooperen contra el virus.
Entre los partidos, por su parte, hubo diferencias a propósito de donar o no algo de sus más de $5 mil millones del 2020. Por delante van sus intereses. Como de costumbre.
Como si faltara, el INE tendrá que resolver solicitudes de nuevos partidos, entre ellos el de Borolas y su esposa.
A cambio de tanta mezquindad, la alcaldesa de Mexicali entregará $62 mil íntegros de su salario mensual, al igual que los diputados morenistas de Chiapas. Más lejos, en España, el partido “Podemos” demandó que congresistas y altos cargos den el 50%. Mientras tanto, en Tabasco, alcaldes y políticos prosiguen con su encierro dorado, sin preocuparse por los recibos de luz… y sin tocarse el corazón..
