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*Vivir con diabetes tiene severas consecuencias: disminuye la calidad de vida y genera la pérdida de años de vida saludable. Estos datos permiten anticipar las terribles consecuencias que el país habrá de enfrentar en los próximos diez años.
Por Saúl Arellano/@saularellano/ mexicosocial.org
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) dieron a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018-2019 (ENSANUT).
Se trata de un ejercicio diseñado estadísticamente por el primero y conceptualmente por el segundo, cuyos resultados permiten dimensionar un conjunto de retos de gran envergadura para el país.
Uno de ellos es el relativo a cómo detener el crecimiento exponencial que se registra en el número de personas diagnosticadas con diabetes mellitus tipo II, así como el acelerado crecimiento en el número de defunciones que año con año se registran por esta causa, la cual es ya la primera causa específica de mortalidad en el país.
LA MAGNITUD
De acuerdo con los resultados de la ENSANUT, en el año 2018 había en México un total aproximado de 8,668,530 personas diagnosticadas con diabetes mellitus. Para dimensionar esa cifra basta decir que se trata de una suma relativamente similar a la población total que habita en la ciudad de México.
De esa cantidad de personas, 770,365 se encuentran en el grupo de edad que va de los 20 a los 39 años. Asimismo, 3,823,013 se ubican en el rango de los 40 a los 59 años de edad, mientras que 4,075,152 tienen 60 años o más.
SEVERAS CONSECUENCIAS
Vivir con diabetes tiene severas consecuencias. Esta enfermedad disminuye la calidad de vida y, de hecho, genera lo que en la terminología de los expertos se denomina como pérdida de años de vida saludable, cuya magnitud aún está por determinarse en nuestro país.
Desde esa perspectiva es importante decir que, de los 8.66 millones de personas que han sido diagnosticadas con diabetes, 616,754 han tenido úlceras en piernas o pies, 140,735 personas más han tenido que enfrentar la amputación de alguna o varias partes de su cuerpo, a 3.8 millones de personas le ha disminuido la visión, 504,145 personas más han perdido definitivamente la vista. Otras 122,619 personas han tenido que ser sometidas a tratamientos de diálisis, 202,916 han enfrentado infartos cerebrales, 127,595 han sufrido ataques al corazón y 173,358 personas más han enfrentado “coma diabético”.
Estos datos permiten anticipar las terribles consecuencias que el país habrá de enfrentar en los próximos diez años, y que podrían ser de una escala mucho mayor si no se hace algo para alterar la trayectoria de las estadísticas que describen a esta epidemia:
Una acelerada tendencia creciente en el número de personas con alguna discapacidad, motora o visual a causa de la diabetes.
Un acelerado incremento en el número de defunciones de personas por esta causa, y simultáneamente, una disminución o estancamiento en la ganancia de años como esperanza de vida al nacer.