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En Condominio
Por Ignacio León Montesinos
La derrota sufrida en el Distrito Local XV de Iztacalco, puede representar para el líder del Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno del D.F (SUTGDF), Juan Ayala Rivero, el inicio de la debacle en su gris y efímera carrera político-sindical.
Su llegada en el 2011 a la dirigencia de uno de los sindicatos burocráticos más numerosos e importantes del país no fue producto de un proceso democrático en sus bases sino de acuerdos fraguados en los escritorios de los altos funcionarios del gobierno capitalino que en su momento lo entronizaron y vieron en él al candidato idóneo para sustituir en el cargo al flemático Enrique Hanff, no por sus méritos ni capacidades sino por ser proclive a la sumisión gremial.
Cualidad altamente apreciada en su momento por el entonces Oficial Mayor y cercano al ahora defenestrado ex Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, Adrián Michel, el Director General de Política Laboral y Desarrollo de Personal, Justo Federico Escobedo y el entonces Director de Relaciones Laborales, Flavio Ramírez León, estos dos últimos personajes enriquecidos por la venta de plazas y el cobro de comisiones sindicales. Ayala, de acuerdo a sus críticos gremiales, era y es el prototipo exacto del dirigente que saber decir sí a todo lo que le imponen las autoridades, aunque tal condescendencia represente atentar contra los derechos de los trabajadores.
Por eso, cuando en uno de sus tantas muestras de abyección hacia el ahora Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, lo destapó como seguro candidato a la Presidencia de la República, en un evento celebrado en el Palacio del Ayuntamiento en noviembre pasado, en que ofreció de manera incondicional un “ejército de 110 mil trabajadores” del SUTGDF a su disposición, los miles de agremiados en los 42 secciones no pudieron menos que reír con tan disparatada propuesta.
Sólo en la imaginaria de Juan Ayala Rivero y su séquito de aplaudidores y “asesores de café”, existe un consenso a su favor en los miles de agremiados, prueba de ello fue el fracaso electoral ante su contrincante de Morena, el líder social, Felipe Félix de la Cruz, que con cien veces menos recursos le ganó en las urnas. De hecho, ni siquiera los agremiados del Único que viven en el distrito XV votaron por un líder que les fue impuesto al frente de su sindicato y que nuevamente se les intentó imponer ahora como candidato a la Asamblea, por el PRD. Los hechos así lo demuestran.
De nada le valió al improvisado aspirante al distrito local de una delegación donde resultó un perfecto e impopular desconocido, disponer de los abundantes recursos sindicales, hacer una ostentosa campaña con miles de pendones publicitarios y tener a su disposición un numeroso equipo promotores, todos ellos agremiados del Único que fueron llevados en bloque bajo la promesa de obtener diversas canonjías sindicales, lo que además, a decir de sus opositores, constituyó un delito electoral que rebasó con creces los topes de campaña. Aunque, de todas formas, perdió.
El inflado e iluso dirigente, terminó por dejarse llevar en las zalameras consejas de sus asesores y corifeos que le montaron un escenario para anticipar su reelección, un año antes de concluir su periodo, temiendo que su carisma y capacidades políticas no le dieran para más, en un año electoral que terminó desfondando al triunfalismo perredista. Bajo la habilitada figura estatutaria de una “ponencia” presentada por sus incondicionales en julio del pasado año, Ayala obtuvo una ilegal toma de nota por parte del ex Presidente del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje (TFCA), Álvaro Castro Estrada, quien dio por bueno un proceso sindical que violó los estatutos de la propia organización al presentar un candidato sin su respectiva planilla.
De forma inédita y ante el azoro de los dirigentes burocráticos de la FSTSE, Ayala se convirtió en el primer y único líder que anticipó su reelección auto postulándose en solitario. Cuestionado procedimiento que ahora busca enderezar en el Congreso LVI, a celebrarse el próximo 25 de julio y que en el colmo de las aberraciones legales, fue convocado nuevamente sin planilla alguna. Con el apoyo de los 120 delegados al evento, el líder pretende integrar de última hora a quienes habrán de ser los miembros de su Comité, lo que se anticipa que más de un líder seccional quedará en desacuerdo con el antidemocrático y antiestatutario método de elección.
Uno de los mayores problemas para Ayala Rivero es que su descalabro electoral lo ha colocado con las uñas contra la puerta pues sabe perfectamente que uno de sus objetivos por alcanzar la diputación local a la Asamblea Legislativa era contar con el fuero necesario para seguir manejando de forma discrecional, los millonarios recursos anuales que las autoridades capitalinas le entregan vía cuotas, y otras compensaciones y prestaciones sindicales.
Aún cuando hace unos días en el consejo de delegados se dio un aparente clima de unidad, pues nadie objetó los designios del derrotado aspirante a la Asamblea Legislativa, rumbo al Congreso, a ras de suelo hay un descontento de diversos secretarios y sobre todo de las bases sindicales porque los recursos oficiales entregados a su organización no reportan beneficio alguno a los 110 mil trabajadores que según las demagógicas peroratas de Ayala, le apoyan abrumadora e incondicionalmente. El imaginario “ejército” que ofreció en sus aspiraciones presidenciales a Mancera.
En lo político, el devaluado y derrotado líder ha dejado ser una valiosa moneda de cambio para las autoridades capitalinas sobre todo porque algunos de sus principales apoyadores e impulsores, como el cuestionado Secretario de Gobierno, Héctor Serrano, viven su periodo de horas extras como operadores políticos del Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera. La estrepitosa hecatombe electoral registrada el pasado 7 de junio, mostró que la supuesta eficiencia para amarrar acuerdos y tejer candidaturas triunfadoras que allanaran el camino para una tersa nominación presidencial de Mancera, fue sólo un mito creado por Serrano y su círculo cercano. En el engaño vendido al Jefe de Gobierno apareció el derrotado Juan Ayala como una muestra de la impericia política de Serrano Cortés, que ni con todos los recursos y apoyos oficiales logró evitar la derrota perredista.
Así, en sólo unos días el soberbio dirigente que mutó su personalidad bonachona y dicharachera por la de un hombre soberbio y hasta prepotente, apareció con el gesto hosco, rumiando su derrota y tratando de asirse, como naufrago a mitad del océano, a la única tablita salvadora que lo puede mantener a flote: la dirigencia del SUTGDF, para lo cual intenta hacer creer a los Secretarios Generales y delegados al LVI Congreso que sigue contando con el apoyo incondicional de las autoridades para legalizar su inacabada reelección, y que “impugnará” el proceso electoral para ser asambleísta. De los trabajadores ni qué decir, pues está consciente de que nunca lo han apoyado; nunca les pidió su parecer para llegar al cargo ni pretende hacerlo ahora que se aferra al poder sindical con mermados, diríamos, escasos consensos.
Diversos secretarios coinciden en que sólo recurriendo a las malas artes de personajes como el actual titular de personal, Miguel Ángel Vázquez Reyes, experto en apretar las tuercas a los Secretarios Seccionales, es como podría obtener los amarres para asegurar los votos de los asistentes al Congreso. No hay que olvidar que Vázquez Reyes fue el encargado de amenazar con levantarles la canasta a los secretarios generales que en su momento se oponían a la imposición de Enrique Hanff Vázquez, como relevo del sublevado José Medel Ibarra. Tanto Hanff como Juan Ayala son ejemplo de evidentes atentados a la autonomía y a la democracia sindical del Único, consentidos por los gobiernos del D.F.
El quid del asunto, ahora es saber cuántos de los asistentes al Congreso se tragarán la píldora del engaño que intenta hacerles digerir Ayala Rivero, para que crean, a pie juntillas, que desde las altas instancias del gobierno capitalino, hay línea para que continúe al frente de una organización que desde sus bases, demanda una auténtica democracia e independencia sindicales como lo establecen los tratados firmados por nuestro país ante la OIT.
Es innegable que el desatado futurismo del entusiasta promotor a la temprana candidatura presidencial de Mancera, mostró un oportunismo que ahora resulta poco fiable al propio del Jefe de Gobierno, quien debe tener muy presente, en las nuevas circunstancias, el incienso que en su momento quemó Ayala Rivero, a su antecesor, Marcelo Ebrard, a quien no dudó en colocar al nivel de todo un estadista. Camaleónico, Juan Ayala podría voltear bandera a Mancera si las circunstancias políticas no le son favorables.
Muestras de su trapecismo y arribismo políticos sobran, y ahí están las misivas que en su momento envío a personajes políticos tan disímbolos como el panista Federico Döring y la hoy venida a menos, Elba Esther Gordillo, ex cacique del SNTE. Esta última a la que envió su curriculum solicitando su apoyo político en 2011. Y que en su momento fueran difundidas en los medios.
Si los asistentes al cercano Congreso aplican los estatutos de su organización y actúan con plena libertad e independencia, los días de Juan Ayala al frente del Único estarán contados. A su favor para iniciar una depuración de fondo, está además el nuevo contexto político donde MORENA y otros partidos como el PRI y el PAN, buscarán argumentos para cuestionar los abusos e irregularidades cometidas en diversas áreas de la administración capitalina, una de las más evidentes, sin duda, es la antidemocracia, el nulo respeto a las estatutos sindicales y la opacidad en el manejo de los recursos que legítimamente les pertenecen a los trabajadores. Arbitrariedades que fueron solapadas por los ahora derrotados perredistas.
No sería pertinente ni aconsejable para el Jefe de Gobierno, ni para sus planes a futuro, cargar con un lastre sindical como lo es la dirigencia que busca auto imponerse en el próximo Congreso del SUTGDF; solapar la antidemocracia que se pretende consumar sin tomar parecer a 110 mil trabajadores, sería aceptar una aliada poco recomendable para un político que como Mancera, buscará ser un candidato por la vía independiente y ciudadana.
Los costos son muy altos y los beneficios reducidos. Los Secretarios Generales y los delegados, tienen pues la palabra para “impugnar” una reelección viciada de origen y sin el aval de los estatutos de su organización. De ellos dependerá dar las últimas puntadas a la mortaja política de su auto impuesto líder.
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