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JUSTICIA, COMO DIOS MANDA…

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Por Samuel Cantón Zetina / @SamuelCantón

Habrá Reforma Judicial, y queda desear que para bien de México.

Confiemos que se acabarán en ese poder los privilegios, el nepotismo, tráfico de influencias y amiguismo: más del 40% de los trabajadores tiene parientes ahí.

Es de esperarse, en ese sentido, la desaparición de los sueldos y fideicomisos multimillonarios conque jueces, ministros y magistrados se despachan arteramente.

Desde otra perspectiva, termina así el oscurantismo de ese pilar constitucional.

La idea de que la autonomía daba a sus jefes el derecho a disponer de él como quisieran.

A verlo como su coto intocable de poder personal y familiar.

Por otra parte, crucemos los dedos porque ésta vez sí haya una verdadera carrera judicial.

Hoy, la verdad, no todos llegan por méritos, conocimientos u honestidad.

Muchos, muchísimos, trepan catapultados por padrinos importantes.

Toca además que las leyes reglamentarias establezcan los filtros y requisitos para determinar el mecanismo de selección de los nuevos juzgadores, por la vía popular.

A fin, desde luego, de evitar que gente sin perfil ni la debida preparación pueda acceder a esos cargos de tantísima responsabilidad.

No puede continuar el monstruo de impunidad que vive México: de cada 100 delitos, solo dos -¡dos!- son castigados.

El Judicial -como sostiene el presidente Obrador- ha estado al servicio de la delincuencia organizada y de cuello blanco.

No hay otra lectura posible.

Lo que sigue ahora -como complemento- es barrer también la suciedad de las fiscalias y ministerios públicos, dependientes del Ejecutivo, en búsqueda de ese sistema integral y efectivo de justicia que merece México.

Pero que no ha tenido…

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