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Por Samuel Cantón Zetina / @SamuelCanton
Bien dicen que hay los que no aprenden de la historia, y se condenan -una y otra vez- a repetir sus errores.
Y en la de la política, son cientos los casos de sujetos que han pretendido aferrarse al poder, más allá de su tiempo, intentando “estrangular” a los sucesores cuando pierden con ellos.
El pasado se repite en Tabasco, con la vieja estrategia de cerrar una “pinza” -en este caso, de tres tenazas- sobre el futuro gobernador Javier May Rodríguez.
Los tentáculos legales y naturales para amarrar a un mandatario enemigo son los otros poderes: Legislativo y Judicial.
El primero -sus componentes- aprueban los presupuestos (el 70% lo ejerce el Ejecutivo) y da luz verde, o reprueba, las Cuentas Públicas del estado y de los 17 municipios.
Quien lo domina, pues, como que tiene por el cogote al gobierno.
De allí la desesperación con que los enemigos de May inventan aspirantes a diputado local, para buscar reducir su poder en el Congreso y obligarlo a negociar en Palacio casi en igualdad.
Los tabasqueños conocen sus nombres.
De algún modo, esa disputa de los grupos se vivió ya en los órganos de dirección y decisión de MORENA en la entidad, hasta el triunfo en las encuestas del ex edil de Comalcalco.
El Judicial no tiene la importancia política del otro, aunque -en el papel- sirve para legitimar o frenar las reformas del Ejecutivo.
Su trascendencia posee entonces.
La alianza de los titulares de esos dos poderes en contra o predisposición del mandatario (JMR) promete entorpecerle la gestión.
El presidente del TSJ acaba de ser electo para un nuevo periodo de 5 años.
Las posiciones avanzan para no dejar libre al que los arrasó en las urnas.
El edén -los del PRI moreno acabaron con lo que quedaba de él- les fue escriturado por 6 años, pero quieren más.
Sin embargo, el plan de cogobernar no está completo sin el respaldo de una fuente importante de financiamiento público.
Allí se encuentra la razón del furioso jaloneo por Centro.