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La Revista Billboard, afirma: Juanga, leyenda latina

“Me he qudado solo” lo hizo ídolo de masas; “No tengo dinero” le dio su primer millón al hijo adoptivo de Ciudad Juárez

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El Papa, Presidentes y Reyes, sus fans

Por Joaquín Herrera

Especial para Expediente Ultra

 

Fotos Archivo

 

 

Nadie en sus cinco sentidos hubiera apostado por la supervivencia de ese pequeño; llegó a este mundo en medio de ninguna parte, como veían vecinos a uno de los puntos más pobres de Michoacán, Jarácuro, su cuna.
“Lo más difícil es nacer” –ja ja-, dice 65 años después.

 

Su ciudad natal adoptiva  se manifestó este abril en 120 mil gargantas que lo ovacionaron en la plaza de la Mexicanidad,  a reventar en Ciudad Juárez. Entre emociones hasta las lágrimas, se le eternizó desde ya en bronce -y en selfies-; así son los juarenses con este su hijo adoptivo favorito.
El divo correspondió con lo mejor suyo en un concierto gratuito, envuelto en un traje ajustado de color blanco y con motivos patrios. Encabezó  a sus fans en frenesí, el gobernador César Duarte Jáquez, y su sposa Bertha,

 

El hoy hijo predilecto de ese rincón de 16 mil almas, que es Jarácuaro, nació contra todo pronóstico y temores de la mamá, en el cabalístico 1950; su madre veía incierto el futuro de su hijo, no sólo de ella; en su interior había más dudas que seguridades y este pequeño llegaba a sumarse a una familia con una mitad peleada con la otra mitad y siempre al filo de la navaja; la comida, ahora escasearía más, con una boca más qué alimentar y lloraría, sin esperanzas de nada en medio de la nada.
¿Y qué sería de  ese retoño? se preguntaba ella.

 

Y al nacer finalmente este paisano de José María Morelos y Pavón (compartieron con más de siglo y medio de diferencia el mismo barrio), ni siquiera conservaría su nombre de pila. ¿Cómo enfrentar a un siglo de cambios entrando a su segunda mitad sin rumbo para el estado que más habitantes expulsaba y expulsa, por falta de oportunidades?
¿Cómo esperar algo en esa adversidad que no fuera el derrumbe?
Eso explica por qué el nombre de bautizo, Alberto. La madre  del futuro ídolo, no tenía más mundo que oír radionovelas (la TV era inalcanzable para michoacanos así) Y el tema del momento era nada menos que “El Derecho de Nacer”, que ella asoció el título con su hijo…El tenía derecho de nacer… y vivir, se decía

Así, tomó de la radionovela que escuchaba sin parpadear, diario; su distracción cuando esperaba el arribo de su única ilusión en la vida, nuestro personaje:
“Sí, se dijo”, emocionada hasta las lágrimas; “se llamará como “Alberto Limonta” (el alma de la radionovela “El Derecho de Nacer”).
Y en la fe de bautizo se estampó su existencia como Alberto Aguilera Valadez, hijo de Gabriel Aguilera y Victoria Valadez Rojas. Y la incertidumbre fue motivo de orgullo.
Más que la miseria, la soledad marcarían a Alberto, llegado a una tierra que, como su propia madre, Michoacán, no pudo retener a su mayor fortuna, su décimo hijo:
Millones de michoacanos están igual hoy en día: buscan fuera de México la supervivencia y el afecto en las nostalgias del “destierro”.

 

Alberto no pudo quedarse en su Jarácuaro, expulsado por conflictos familiares y el hambre que dominaba ya desde la posguerra. Y terminó abriéndose paso, rumbo a ese paraíso terrenal que tantos ven  más allá del Río Bravo. Pero no cruzó y lo atrapó el “plan B” que es el elixir de la frontera
Y la frontera norte fue la tierra que los apapachó a él y su madre (casi iletrada) y Alberto, dejaría la niñez, como tantos emigrados desde el centro del país, en la lucha por sobrevivir en medio de ninguna parte: Ciudad Juárez fue tierra adoptiva de Alberto. Ah, pero tuvo que “volver a nacer” como  “Adán Luna” –por influencia de la mamá, muy creyente- pero luego sería “Juan Gabriel”.
¿Y por qué Juan Gabriel? “Ah, pues por mi maestro (Juan Contreras) y su padre, Gabriel”, un campesino al que casi no trató. Lo vio –niño- atrapado en un incendio de la milpa familiar; el labriego sobrevivió  sólo para terminar en el manicomio, (La Castañeda, en Coyoacán, DF) donde murió.

 

Fue lo que empujó la emigración al norte.
Si Michoacán era la pobreza y marginación, Juárez era el reto de una frontera bravía desde sus orígenes, que en el nombre lleva la fama. Don Benito dejó huella eterna.
La escuela o “kínder” de Juanga tuvo que ser -no había más- la cárcel o “La correccional”; si Agustín Lara aprendió –a escondidas  de su padre- el pentagrama y el dominio del piano aún niño, Juanga no podía ser “menos” y allí aprendería  a amar la libertad, la vida en desafío, siempre al filo de la navaja, pero sin soltar la guitarra.
La prisión se le cruzó y lo marcó más de una vez. Años después lo volvieron atrapar las rejas de la soledad; Alberto apenas cruzaba de la niñez a la adolescencia. Y llegó como tantas víctimas en un  país ayuno de justicia donde domina la consigna.

 

El Palacio Negro de Lecumberri –cadalso de Madero pero que no pudo atrapar al genio de Siqueiros y tantos ilustres- fue desgracia y catapulta; la puerta a la gloria. “Así es la vida”, se dice Juanga.
Y se le aferró más la soledad, como también la guitarra. Jamás soltó ese cuerpo femenino de madera y cuerdas tan sensibles que en la imaginación de Juanga llegaba a oír como lenguaje del amor y desamor que ya no soltaría a este michoacano en fuga. En busca de su sino.

 

Su peor desgracia -como si hubiera algo peor que la soledad en el desamor que congelaba su alma- ya pocas veces lo abandonaría; la penitenciaría de la capital mexicana o Lecumberri (nombre de la calle que adoptó el del barrio al oriente de Palacio Nacional plagado de vecindades del arrabal) vio el milagro. Un vuelco al joven guitarrista que alegraba a presos y centinelas con composiciones ya impactantes.
Ahí, tras las rejas de esa prisión que fue la última morada y luego tumba de

Francisco I. Madero, también lo oyó cantar. Y tocando la guitarra, lo tocó la riqueza.
Una visita casual de otra amante del canto, “La Prieta Linda”  casualmente lo escuchó.
La visitante, Enriqueta Jiménez Chagoya o «La Prieta Linda», cantante y actriz de origen español y símbolo del folclor mexicano en canto fue una especie de Ángel de la Guarda de Alberto… Se “prendió” al oírlo con una de sus creaciones. Pocos han cantado al amor como Alberto.
Si esa belleza y artista tenía suficientes “influencias”, habría que subrayar que es la hermana menor de la también cantante y actriz Guillermina Jiménez Chabolla, conocida como Flor Silvestre, esposa de Tony Aguilar. Con su primer esposo,Paco Malgesto, es madre de la también artista, Marcela Rubiales y con Tony, es madre de Pepe y Toño Aguilar, ídolos del momento. Esa senda parecía compensar a Alberto.

 

La Prieta Linda, convertida en “abogada”, su palabra pudo más que “la justicia” y liberó a Juanga, acusado de un inexistente robo a un patrón pillo -que así se deshizo del pago a este empleado- y de la cárcel Alberto viajó a la disquera de esa familia de ases del canto y lo demás corrió y corre a la fecha, por su cuenta con creces.
Pero este jovenzuelo pasaría de una soledad singular a tener amigos por miles  y millones. El primero así, nada menos que un ídolo ya, José Alfredo Jiménez, un referente del canto popular que inscribió a Garibaldi y sus mariachis en el mapa del mundo
Y Alberto seguiría sumando figuras del canto a sus amistades: desde Lucía Méndez o Angélica María, hasta Julio Iglesias, Rocío Dúrcal. El Papa mismo, Presidentes y príncipes o reyes.

Admiradores en cada barrio aquí y allá; de barrios pasó a ser ídolo de palacios (desde gobernadores o Presidentes) y hasta a casas reales de Europa: la Reina Isabel o los monarcas de España, serían parte de sus fans.

 

Y el jovencito que mendigara y cantara por comida y un techo para él y su madre (sirvienta) entró a grabar llevado de la mano de una voz que pasó de la historia a la leyenda, José Alfredo… Sí, el mundo de Chabela Vargas, Amanda Miguel  y las voces que ya no caben en los estadios de todo México, Latinoamérica y Europa.

 

Y todo cambió. Sólo se soltó componiendo y musicalizando su autobiografía.

 

«No Tengo Dinero» y vino …¡el primer millón!
Y vino “No tengo dinero”. La versión que tararearían los barrios de La Merced o Polanco y La Condesa en el DF, recorría en “peseros” hacia la Ciudad Universitaria a La Villa; fue en un abrir y cerrar de ojos el primer millón de pesos.

La melodía cruzó la frontera que se le negó 20 años antes y hasta voló sobre el “charco”. Y la Orquesta Sinfónica de Londres llegó a escoger esa composición –pocos han logrado esa deferencia de la flema inglesa-…y se vendió un millón de copias en unos días.
Ah, pero el Imperio del Sol, no quiso rezagarse y lanzó otros 2 millones de copias y los historiadores de gcomenzaron a perder la cuenta. La inmensa puerta del Imperio del Sol, en japonés fue una invasión pacífica a toda Asia.

En portugués, la melancolía de Juanga cruzó el Medio Oriente y desde Portugal saltó a hacia África.
Bata Illic logró un hit en el país más rico de Europa – y replicó “No tengo dinero”-: Berlín gozó esa extraña mezcla de poesía y filosofía que desde entonces cantó en la lengua y el arte de Beethoven.

 

Alberto había dejado atrás los tiempos del bar Noa Noa -de David Bencuomo, su mecenas incial, en la inhóspita frontera -con Los Prisioneros del Ritmo, en que cantaba como “Adán Luna” y luego fue uno más en él show del “Malibú”, donde cantaba por comida.
Y vino “Me he quedado solo”, algo como su himno -que conquistó millones, pero de amigos VIP- y llegó “No se ha dado cuenta”. Ningún artista mexicano ha conquistado más admiradores en el extranjero y menos en tan corto plazo.

 

“Será Mañana” fue su golpe en el Festival OTI; aunque no fue el triunfador, despegaría a las ligas mayores, ya entrada la década de los 70.

 

Qué lo movía a volar así, a “saborear” eso que ha movido a multitudes del hombre de todos los tiempos y vino el canto al desamor: “Siempre en mi mente”.
Y cantaría y cantaría: «Se me olvidó otra vez» (su paso a las rancheras y las baladas). Y vendría una catarata que no termina: «Juro que nunca volveré»; «Inocente pobre amigo»«La diferencia»«Mi Fracaso»«Buenos días Señor Sol»«En Esta primavera»«La muerte del palomo»  y «Ya para qué».

 

En 1977  viene el hit con toque español, “Rocío Dúrcal Canta a Juan Gabriel” y “Fue tan poco tu cariño”, abrieron  la puerta a una cadena de éxitos de dos décadas para Juanga
Catapultó a Rocío Dúrcal, de suyo idolatrada en ambos lados del Atlántico, con “Quédate conmigo esta noche”, “Tarde”, “Tu que fuiste”, “Olvidémonos”, “Fue un placer conocerte”, “Siempre”, “La Guirnalda”, “Te sigo amando”, “Costumbres” y el … “Amor Eterno”, que conmueve y une a México y a España.
La muerte del hijo de Rocío en Acapulco y ese poema musicalizado por Juanga, siempre la hizo llorar hasta su muerte. La Dúrcal seguro expiró con esa melodía en su mente…

 

El poema musicalizado de Juanga, también catapultó a Lucha Villa; ella triunfó con “Juro que nunca volveré”, “La diferencia”, “Te voy a olvidar” y “Hoy que tú ya no estás”.
Pero siguieron a Juanga en su periplo, Raphael, Julio Iglesias, Vicente Fernández, Lupita Dalessio, María Victoria, Pedro Vargas, Lola Beltrán, Amalia Mendoza, Cornelio Reyna…¿Quién no?
Y vinieron grabaciones en inglés, portugués y japonés, cinco películas (1974-1981) con Sara García, Verónica Castro, Julio Alemán, Lucha Villa y Estela Núñez. ¿La recordarán nuestros padres en Los Ochenta: “No me vuelvo a enamorar”, “Querida”…

 

Con «He venido a pedirte perdón» inicia otra racha y otra «Con tu amor» (1981), «Ya lo sé que tú te vas», «Si Quieres», «Insensible». «Caray», «No vale la pena» y «Yo me voy»; «Querida» (84) permaneció más de un año en el primer lugar de popularidad en México y Sudamérica.

Es cuando se decía que cada minuto un tocacintas tocaba en algún punto de planeta una melodía de Juanga. “Debo Hacerlo» (87) rompió récord de ventas en Estados Unidos para un disco latino.

 

Y se sumarían -“rogando” una oportunidad- y logran interpretar a Juanga, Angélica María, Aída Cuevas y Daniela Romo. Y gozaron hits, como lo hicieron Lucía Méndez (esta entra fuerte con «Un alma en pena» la telenovela de la década (1988) de “El Extraño Retorno de Diana Salazar” que se veía hasta en Los Pinos o los palacios de Europa y penetró a Asia la TV mexicana.
Pero, sólo con Rocío la industria disquera logra 30 millones de copias para deleite de América y Europa. Y desfilan como intérpretes ávidos de triunfos con Juanga José José, Isabel PantojaLuis MiguelAna Gabriel. Así ellos  entraron a catálogos internacionales.

El Divo de Juárez, The Latin Legend

¿Cómo atrapar la obra de Juanga en unas líneas?

Él inicia los noventa en la cima de popularidad y llega al 97 a celebrar sus bodas de plata en la mayor de las bellas artes para algunos, a 25 Años del Noa Noa: Bellas Artes viste de frac para entregársele al ídolo.
Juan Gabriel,
entre vastas temporadas (entra al pop) y vendrían «Pero qué necesidad”, cuando pasa al mito y a la leyenda: La Revista Billboard lo eleva a The Latin Legend.
Pronto le sigue Europa: le entrega el Premio Ondas en una ceremonia que preside la realeza española y Juanga, es congratulado con el Premio a la Excelencia. Los Reyes se inclinan ante el michoacano.

Así, en el nuevo siglo y milenio; los foros de todo el mundo revientan –uno a uno- ante el ídolo: el Rose Bowl, de Pasadena, California (75 mil asistentes, por ejemplo) ovacionándolo de pie; igual el Madison Square Garden de Nueva York o el Estadio Azteca en México; el Estadio Nacional de Chile; el Orange Bowl, Florida Park; La Plaza de Toros México; el Hollywood Bowl.

Bellas Artes, lo eleva a icono nacional, y nuevamente es donde México le aplaude de pie al Divo, Juanga en lo que va del nuevo siglo y milenio.

¿Qué sigue para este fenómeno de popularidad  tal?

Sus creaciones  son idolatría: medio centenar de países, tararean hoy en 20 idiomas  sus pesares, y melancolías que han llevado a guerras o han atado a continentes.

Y él ya ha impactado al hombre de la calle, a adolescentes, a mujeres a quienes tanto canta y halaga; a generaciones enteras en medio siglo:

Presidentes, príncipes o reyes y líderes del mundo identifican esa heredad de Juanga. Como que ellos, él mueve multitudes tocando fibras sensibles y emociones que quizá seguirán vibrando por el resto del siglo, desde un megáfono o un celular, incluso en algún viaje fuera del planeta ¿Por qué no?

 

 

 

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