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Los trovadores y Fidel Castro

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Elvira Hernández Carballido

“Compañeros de historia
tomando en cuenta lo implacable
que debe ser la verdad/ Quisiera preguntar, me urge tanto/ ¿Qué debiera decir?/ ¿Qué fronteras debo respetar?/
Si alguien roba comida 
y después da la vida ¿Qué hacer?
¿Hasta donde debemos practicar las verdades? Hasta donde sabemos 
que escriban pues la historia/
Su historia, los hombres del 
playa girón…”

La historia de un hombre, la historia que siempre lo absolverá, la historia de un hombre que admiro y quiero por su necedad y su apuesta de vida, sus discursos y decisiones que me reconciliaban con las utopías imposibles, su historia llena de mitos maldiciones posibilidades; esta indignidad que siempre siento cuando los gusanos siguen condenándolo.  Un hombre cuya historia hoy memorizo más que nunca, la historia de Fidel Castro por siempre.

Y la estrofa con que empiezo a cantarle al comandante cubano para evocarlo es una inspiración del cantautor Silvio Rodríguez, esa voz de protesta, esas letras de denuncia y lucha que le dieron a Cuba voces de esperanza, entonadas, creativas, delatoras de una esperanza que mantenemos por siempre quienes hasta la fecha las cantamos.

Y este es uno de los perfiles que más admiro de Fidel Castro, su generosa perspectiva al reforzar, iluminar, caracterizar y hasta bendecir la cultura cubana. Desde la música hasta la literatura, desde esa manera de bailar hasta la forma de inspirarse. Hoy más que nunca la música, porque hoy representa mi manera de evocarlo, de agradecerle quien fue y quien será por siempre.

Mi generación siempre cantó al ritmo de estos trovadores cubanos que surgieron en este eterno periodo de gobierno castrista. Y ahí están las voces de otros grandes compositores como Pablo Milanés que amaba esta isla y de seguro desde el 25 de noviembre ajustará su canción para confesar que desde ese día el poeta eres tú:

“Si el que asomó al futuro su perfil 
y lo estrechó con voces de fusil 
fuiste tú, 
guerrero para siempre 
tiempo eterno. 
¿Qué puedo yo cantarte, 
comandante?”

La voz de Amaury Pérez siempre sensible y solidaria, inspirándose en la Cuba que queremos, la misma que nunca bajo los brazos, condenada por la gran nación gringa pero absuelta por la necedad de Castro, por eso otra canción dibuja tu perfil y delata tu lucha:

No lo van a impedir los enemigos, ni burócratas tiernos, ni podridos, ni herederos, ni apóstoles errados. No lo van a impedir del valle al cielo, ni reyes del honor, ni periodistas, ni antiguos comediantes, ni embusteros, ni estudiantes de leyes, ni alquimistas. No lo van a impedir los generales, ni adorables doncellas pervertidas, ni apelables procesos judiciales, ni perros, ni cometas, ni suicidas. No lo van a impedir ni prohibidos, ni novios convencidos, ni hechiceros, no lo van a impedir las soledades a pesar del otoño creceremos…”

La ironía y el humor, la picardía y hasta la malicia también hizo cantar a los trovadores cubanos, Virulo fue uno de ellos, cuyas canciones nos hacen reír pero siempre delatan una postura, una convicción, una cultura:

Me entró luego una ansiedad 
de comer torta cubana 
tal vez por curiosidad 
o es que la patria me llama. 

La busqué con mucho empeño 
y cuando me la comí 
un picante jalapeño 
me encendió hasta la nariz. Las cubanas son rumberas 
tienen fuego en su mirar 
pero esta si es la primera 
que me quema el paladar.

Pero el amor fue también la inspiración de estos cantantes de protesta, porque la Cuba de Fidel también provocó pasiones y cariños, ilusiones y suspiros, mujeres que enamoraban, que se amaban como a la misma patria. Ahí está Noel Nicola:

“Tú eras una mujer que arrastraba sus parques, sus amantes

Yo era un hombre afilando a diario el cuchillo de su vida.

Tú eras una mujer que soñaba con un amor eterno.

Yo era un hombre que fue tu esposo, soñando ser tu amante.

Tú eras una mujer aferrada con fuerza a sus principios.

Yo era un hombre también aferrado con fuerza a sus principios.

Fidel Castro tuvo mucho que ver con cada una de estas canciones que hicieron cantar a mi generación, que provocaron que fuéramos rebeldes y a la vez románticos. Canciones que marcaron esa época de protesta y utopías. De verdaderos luchadores sociales, de carismas absueltos por la historia. Por eso, hoy y siempre le cantaré al comandante Fidel Castro y hoy más que nunca se merece una pequeña serenata diurna:

“Vivo en un país libre 
cual solamente puede ser libre 
en esta tierra, en este instante 
y soy feliz porque soy gigante. 

Amo a una mujer clara 
que amo y me ama 
sin pedir nada 
o casi nada, 
que no es lo mismo 
pero es igual. 

Y si esto fuera poco, 
tengo mis cantos 
que poco a poco 
muelo y rehago 
habitando el tiempo, 
como le cuadra 
a un hombre despierto. 

Soy feliz, 
soy un hombre feliz, 
y quiero que me perdonen 
por este día 
los muertos de mi felicidad.

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