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Por Samuel Cantón Zetina / @SamuelCanton
Una de las cosas que con Javier May ocurrirá en Tabasco (donde en el 88, Andrés Manuel López Obrador inició su “revolución de conciencias”), es que gobernará con fundadores del movimiento de izquierda.
Como él.
Suena justo, por el lado de dar oportunidad a los que iniciaron con AMLO el establecimiento de un nuevo régimen.
MORENA ya gobernó un sexenio en el edén en llamas -por los extremos del calor y de la violencia-, pero con antiguos priistas que marginaron y ningunearon a los militantes originales.
El de Comalcalco escribirá otra historia.
No obstante, no quiere decir que los fundadores son la octava maravilla o necesariamente aptos para gobernar.
De hecho, de alguna manera dando la razón a los que los humillaron, varios de ellos han mostrado valores inferiores al cobre.
May Rodríguez deberá tener cuidado de no convocar a gente sin preparación ni vocación política o de servicio, para no convertir su intento de hacer justicia a los suyos en una pesadilla injusta para el estado.
Es verdad que Regeneración Nacional fue infiltrado por toda clase de reptiles y sanguijuelas proveniente de otros partidos, pero también que entre los propios y legítimos morenistas hay especies nocivas y rapaces.
Se antoja algo parecido a las cuotas de mujeres: es justo, siempre y cuando las elegidas tengan con qué responder, y no únicamente figuren por su condición de género.
Lo mismo con los fundadores: los que valgan más allá de solamente ser pioneros, ¡adelante!
Más importante que hacerles justicia tiene que estar el interés superior de la ciudadanía de dejar de ser representada por ineptos e hipócritas.
Frente a la urgente necesidad de llamar a los más capaces para sacar del hoyo a Tabasco, tarea que por lo demás no será nada sencilla, no caben dudas ni contemplaciones.
Ayer, el futuro gobernador -7 de cada 10 coterráneos lo prefieren- tuvo que dar el mensaje claro de que él sí se rodeará de personas honestas, respetables y útiles.
