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POR FRANCISCO RODRÍGUEZ/@pacorodriguez
Es sorprendente observar cómo avanzan los más antiguos regímenes políticos de otras latitudes, mientras nosotros retrocedemos. Aunque sufren algunos problemas de corrupción, no han naufragado, ni perdido su rumbo secular, a veces sanguinario –en menor medida de lo que aquí constatamos a diario–, pero controlando las variables.
Quizá será porque nunca juntan todos los bueyes frente a la misma yunta. Pese a lo que algunos puedan decir, en ellos, la ignorancia y la soberbia nunca van de la mano. No revuelven “las preñadas con las paridas”, a menos que los grandes financieros del planeta así lo decidan.
Actúan siempre a tiempo para eliminar los obstáculos endémicos, para sacrificar los elementos nocivos. Extraen con sigilo las manzanas podridas y las someten al escrutinio de la opinión pública o al ludibrio ciudadano. Castigan el escándalo y la culpa.
Están siempre atentos a todo aquello que pueda lastimar su credibilidad o su prestigio, bien o mal ganado. Castigan sin miramientos a los corruptos que se pasan de la raya.
Sabiduría de los dirigentes y/o disciplina de los gobernados
Esos viejos regímenes no toleran la imbecilidad, el desafío a las instituciones y menos el descaro. Los tiempos de las dinastías y las castas doradas que florecieron hasta los sesentas en aquellas latitudes pagaron con cárcel, muerte o destierro sus atrevimientos. Aquí, en cambio, siguen reinando y saqueando a mansalva.
Han sobrevivido en el mundo moderno sistemas avejentados que no tienen justificación como las monarquías borbonas unifamiliares europeas, los reinos oligopólicos de los emires petroleros, los sistemas personales africanos, las dinastías asiáticas descendientes de líderes emblemáticos, los sistemas corporativos construidos…
… alrededor de creencias religiosas arraigadas, como el caso japonés y el de los Tigres Asiáticos de los mares del Sur, así como los que sólo se atienen al mecenazgo de la Commonwealth británica. Todos funcionan y avanzan, en algunos casos por la sabiduría de sus dirigentes o porque son respetados por sus gobernados en esforzada disciplina.
Por ignorancia, en Pemex hicieron todo menos lo correcto
El caso mexicano está a la punta del retroceso. Es un ejemplo de todo lo que no debe hacerse. La Cuarta Decepción hace todo al revés. Inyectarle más dinero a Pemex nunca fue la solución del problema energético. Era empezar por limpiar la casa, sin necesidad de alharacas de nuevos ricos.
Era imprescindible abrir nuevamente los tres mil pozos petroleros en producción que fueron cerrados por los charros sindicales y los corruptos, para justificar el paso franco de las empresas exploradoras y perforadoras patito, representadas en México por los prestanombres que cobraban como miembros del gabinete.
Todos sabemos que se están robando, hasta el día de hoy, la mitad de la producción petrolera en millones de barriles de crudo que sustraen para su venta en los mercados extranjeros spot y en puertos lejanos de todos los continentes, partiendo del Golfo de Campeche a esos destinos.
Pero tal parece que los expertos petroleros de la Cuarta Decepción no lo saben. ¿Por qué si lo sabían plantearon una catarata de inversiones destinadas a succionar pocitos que dentro de veinte años producirán unos cuantos miles de litros de aceite? Eso fue lo que produjo la quiebra de la industria.
La realidad los ha rebasado y los ha exhibido ante el mundo
Lo que debía ejecutarse al principio, el combate a los corruptos del sindicato y del gobierno, simplemente se pospuso, por cobardía hacia las estructuras obreras del pasado y por ignorancia acerca de las verdaderas causas del desastre. Lo demás fue sustituido por la ambición desmedida y letal de la familia feliz de Palacio Nacional.
Creyeron que todo podría cubrirse con dinero. Los nuevos Cresos se encontraron de pronto ante una realidad que los ha rebasado y exhibido ante el mundo. Se acabaron todos los recursos, los heredados de regímenes neoliberales, los fiscales, por falta de recaudación, y las posibilidades de endeudamiento externo.
No es Juárez en su carroza. Sólo elude sus responsabilidades
Hoy, la Cuarta Decepción es un régimen sin cabeza de gobierno, sin mando, sin estructura gubernamental, sin dinero y sin poder efectivo.
Sólo tiene un pastor que se esconde en los parajes más chuscos de nuestra extensa geografía, estirando la mano mendigando el voto, saltándose las cercas, escapando de las multitudes que lo vituperan y lo señalan, a salto de mata por detrás de las guarniciones militares, huyendo de la repulsa popular.
No es Benito Juárez en su carroza itinerante. Es un pobre hombre eludiendo sus responsabilidades, evadiendo la lapidación, salvando los escollos adonde lo empujaron su incapacidad y su soberbia. Escondiendo la cara ante la justa indignación pública.
La nueva “familia feliz” de Palacio Nacional disfruta sus riquezas
Más de 16 millones de mexicanos se ubican ya en las nuevas estadísticas de la miseria y el hambre. Setenta y cinco mil masacrados por el hampa del narcotráfico, protegida y complicitada. El hijo de El Chapo Guzmán liberado por el propio Presidente de la República, después de ser amenazado de sacarle a la luz pública videos de extorsión y chantajes de la familia cercana.
Los vástagos, convertidos, en menos de un año, en prósperos y acaudalados empresarios cerveceros y chocolateros. Los juniors, “la familia feliz” esquilmando a los líderes petroleros para darles inmunidad, en vez de solicitar castigo popular. Eso no tiene precio, decía el argot publicitario.
¿Por qué será que todos avanzan y nosotros retrocedemos?
¿Usted qué cree?
Índice Flamígero: Cada ocasión que se presentan las cifras del brutal retroceso que se vive en nuestro país, Andrés Manuel López Obrador encuentra una excusa, una justificación. Ya sea por el pasado, ya por los neoliberales, ya por los fifís –como él llama a los seres pensantes–, cualquier descalificación le viene “como anillo al dedo”. Así, por ejemplo, cuando a finales de julio se dieron a conocer las cifras de la caída de 18.9% en el PIB mexicano, arguyó que esos datos ya se esperaban por los conflictos que trajo la llegada de la pandemia, al tiempo que aseguró que “se tocó fondo” en abril y mayo. Ya los esperaba… nada hizo para evitarlas. Sólo esperaba. Nada más.
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