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NARCOCULTURA Y LAVADO DE DINERO, PRIORIDADES EN LA LUCHA CONTRA EL CRIMEN ORGANIZADO

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*  Es momento de que la sociedad reflexiones sobre la complicidad que han tenido los poderosos medios masivos de comunicación en el fortalecimiento de las conductas delictivas de millones de jóvenes, a través de difusión de la narcocultura donde se ensalza a los delincuentes y su modo de vida como el ejemplo a seguir para acceder a la riqueza, pero también la responsabilidad de estos delincuentes de cuello blanco en el apoyo a lavar dinero a estos poderosos grupos delincuenciales cuyo capacidad financiera les permite comprar armamentos más sofisticados que los empleados por las Fuerzas Armadas

Por Antonio Ortigoza Vázquez / @ortigoza2010

Los cambios anunciados por el Segundo Piso de la 4T contra el Crimen Organizado no deben ser vistos como aseguran los panegiristas de la derecha, solo un conflicto estéril pues la sociedad mexicana, en general, está viendo cambios paulatinos pero seguros para disminuir la violencia extrema, muchos de  cuyos motivos no son ni le quedan todavía muy claros.

Y procedemos a explicarlos:

Si bien la sociedad mexicana ha sido espectadora pasiva, vulnerable, sometida a un régimen de propaganda de los medios de la derecha cuyos efectos, tal vez indeseados, son los de hacer ver como una batalla perdida la lucha contra los poderosos grupos delincuenciales, hay que analizar de fondo algunos aspectos que han sido abonados por estos medios y los grupos fácticos donde, ojo, se encuentran algunos de los principales aliados de estas poderosas mafias.

Hay quienes desde las redes sociales mantienen la narrativa de que los programas sociales a los jóvenes no son la llave mágica para alejarlos de sumarse a las filas del crimen organizado, y en parte así es, pero el asunto es que esos “líderes de opinión” de la derecha, nada dicen de la responsabilidad que arrastran los medios masivos, sobre todo las poderosas cadenas de radio y televisión, por haber fomentado desde hace varias décadas la narcocultura que se ha implantado en las conductas y mentes de por lo menos tres generaciones de mexicanos.

Lamentable que Televisa y TV Azteca y muchos de sus productores y empresas disqueras y de espectáculos aliadas, se han enriquecido tanto con las narcoseries como la industria musical de los de narcorridos y todos estos géneros donde se ensalza a personajes que han generado el clima de violencia y baño de sangre en el país, que crecieron en los gobiernos del PRI y del PAN.

Es cierto, con una beca no se puede cambiar la mentalidad de millones de jóvenes que han absorbido de los medios toda esa podredumbre de querer imitar a ese estilo de vida donde se presumen riquezas a costa de lo que sea, menospreciando la vida y todo signo de superación personal en base al estudio, el esfuerzo, el trabajo y la armonía social.

Los jóvenes han aprendido por estos medios a ver y escuchar como algo natural a estos “juglares” que le cantan a la muerte; los fines de semana y por las noches, desde el barrio más humilde hasta la zona residencial, se puede escuchar en coches de lujo o modestos vehículos, estos himnos a la violencia extrema, fortaleciendo como algo normal esta narcocultura de matar como medio de demostrar poder y respeto.

Debemos preguntarle a los Vázquez Raña, a los Salinas Pliego, a los Azcárraga y otros tantos empresarios de los medios ¿por qué insisten en bombardear los cambios al Poder Judicial y las estrategias del combate a la inseguridad y no hacen lo propio buscando cerrar las puertas en sus canales de radio y televisión, como en todas sus plataformas, a esta narcocultura que tanto daño ha hecho y sigue haciendo a las y los jóvenes del país?

¿Será acaso que ellos y sus empresarios aliados son los principales lavadores de dinero de estos poderosos grupos delincuenciales?

Porque debemos preguntarnos cómo es posible que estos barones de la droga y de otros extendidos delitos como el cobro de piso, pueden tener un poder tan grande para mover verdaderas fortunas sin ser detectados.

Ese encubrimiento donde son apoyados por sus pares, los delincuentes de cuello blanco, les permite comprar armas de alto poder incluso más sofisticadas que las de las fuerzas armadas y mantener un ejército de “halcones” y sicarios, logrando corromper autoridades y, duele decirlo, hasta financiar campañas políticas.

Muchos empresarios y comerciantes honestos están conscientes de que hay poderosos consorcios a los que no les conviene que el negocio del lavado de dinero se termine porque en ello van implícitas millonarias pérdidas para ellos mismos.

Es largo y nada terso el camino todavía por andar, pero hay otros factores como los dos mencionados en esta columna, que deberán ser combatidos para que estos mafiosos no tengan como aliados y controladores de su ideología de muerte y terror a empresarios inescrupulosos que deben ser regulados porque hacerlo de ninguna manera implicará el restringir libertades y menos la sagrada libertad de expresión que debe darse, precisamente, en el contexto de una realidad que nos afecta a todos. Curiosamente, hay que decirlo, ellos la ejercen en sus poderosos medios pero de manera sesgada y convenenciera.

Ya se han dado los primeros pasos para que el cobro de piso y la extorsión sean delitos que se persigan de oficio con penas de hasta 30 años; hay que pulir los sistemas de inteligencia, pero sobre todo de inteligencia financiera para quitarles el poder económico a estos poderoso cárteles, sin olvidar, insistimos, en iniciar una batida contra los responsables de alentar, difundir y fortalecer esta narcocultura que nos ha hecho creer que la vida humana es algo insignificante ante el camino fácil de ascender a la riqueza con solo apretar un gatillo.

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