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+ El tiro a 3 bandas de Beatriz Gutiérrez Müller
Por: Martha Elba Torres Martínez
La noche del sábado 30 de marzo en una sucursal de la conocida taquería “El Infierno” en Morelia, Guillermo Torres Rojas, quien en 2021 ganó la alcaldía de Churumuco bajo las siglas del PRI y en 2022 se convirtió en “moreno”, fue acribillado por sicarios.
Este lunes 1 de abril, en rueda de prensa, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla hizo un llamado a “no usar la tragedia humana para hacer política en tiempos electorales”. «Es muy bajo aprovechar electoralmente el tema y también lo voy a decir, porque he sido muy prudente, sobre todo de que no usemos la seguridad en temas políticos”.
Pues que “bajo” se vio el mandatario morenista, al remarcar –“diferenciar”, fue su palabra- que a Torres Rojas lo mataron en Morelia y no en Churumuco. El alcalde en elección consecutiva por la alianza PRD/PAN, Alfonso Martínez Alcanzar, tiene serias discrepancias por los abusos y arbitrariedades de la Guardia Civil de Michoacán.
El 23 de febrero, un joven fue asesinado por la policía de Bedolla, en la salida a Mil Cumbres. El gobernador lo negó y Poncho hizo público el video donde se observa cómo una patrulla estatal detiene a un automovilista, otro auto los rebasa y los agentes comienzan a disparar contra éste; el auto volcó metros adelante porque el conductor había sido alcanzado por las balas. Y todavía los patrulleros, en lugar de atenderlo así como a la acompañante que resultó herida, huyeron rápidamente del lugar.
Lo que no dijo Bedolla -porque nadie de la prensa se lo recordó en esa RP-, fue que en la primera semana de enero hubo un operativo federal para detener al líder de la plaza, el “Micheladas”, y que derivó en enfrentamientos, cortes de caminos y la desaparición de un elemento de la Guardia Nacional que luego fue encontrado muerto. El 11 de enero, los 23 elementos de la policía municipal se le fueron a Memo Torres con todo y armas; el día 17, se boletinó el arribo a Churumuco del general José Alfredo Ortega, secretario de Seguridad Pública, para asegurar el municipio, porque todos los policías “eran malosos”, de acuerdo a la nota de Ernesto Elorriaga, en La Jornada.
Tampoco habló Bedolla de las amenazas de muerte que había recibido Torres Rojas tras los hechos en Churumuco a principios del año, y mucho menos, que nunca le brindó al alcalde la protección estatal debida y ni aun cuando se había pasado a su “bando” partidista.
Por eso, ese sábado 30 de marzo, Memo Torres estaba solo con su hijo de 14 años, aquí en Morelia, en “El Infierno”. Ya no tenía ni un solo policía municipal que lo acompañara. Ni Bedolla, ni el general Ortega Reyes, nadie, lo apoyó con seguridad.
Por cierto, sesuda conclusión del fiscal michoacano, Adrián López Solís, sobre la ejecución del edil de Churumuco: “sí hay indicios de la participación concertada de varios individuos que probablemente correspondan a una banda criminal”…
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Pero para mala suerte de los creadores de la narrativa cuatrotera de “no politizar los crímenes políticos” -se lo escuché también el ex ministro Arturo Zaldívar en su participación del martes con Ciro Gómez-, ese mismo lunes por la tarde, mataron a la candidata de Morena a la alcaldía de Celaya, Gisela Gaytán.
En su columna en El Universal del 2 de abril, Héctor De Mauleón aporta unos datos de interés, para entender toda esa batería de acusaciones y culpas, desde Palacio Nacional, al gobernador panista, Diego Sinhoé Domínguez, y a la autoridad electoral local, por no haberle brindado custodia: desviar la atención.
Es “muy bajo al usar la tragedia humana para hacer política en tiempos electorales”, dijo Bedolla. Y eso es precisamente lo que hace López Obrador.
Escribió De Mauleón:
“La candidata de Morena había acudido al Mercado Morelos para escuchar las demandas de locatarios. En la rueda de prensa afirmó que al lugar habían llegado elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana para cuidarla, y que también la cuidaba la ciudadanía.
“Apenas el 9 de marzo, en ese mismo mercado, mientras Gisela acompañaba a la candidata de Morena a la gubernatura, Alma Alcaraz, militantes del partido protestaron contra su candidatura y la acusaron de pertenecer “al PRIAN”, y de haber sido impuesta por el candidato al senado Ricardo Sheffield: “Sheffield no te pases de rosca en Celaya”, “No a la imposición de Gisela”, se leía en las cartulinas.
“Aquella vez, Gerardo Fernández Noroña, enlace de Claudia Sheinbaum con organizaciones sociales, intentó calmar los ánimos de los inconformes. Le gritaron que Gaytán estaba a diez puntos de otro de los precandidatos: Gerardo Sierra, y más tarde, en un mitin en el Parque Ximhai, un segundo grupo de morenistas la abucheó: “¡No nos representa!”. Fue en ese mercado donde la candidata hizo el penúltimo recorrido de su vida. En sus redes, Gaytán definió el encuentro con comerciantes como “lleno de apoyo y cariño”.
“En su agenda estaba marcado un mitin a las 17:00 horas de ayer en el jardín principal de San Miguel Octopan, una pequeña comunidad de 12 mil habitantes, ubicada a solo 20 minutos de Celaya.
“En San Miguel Octopan fue detenida, en enero de 2020, Karina “N”, la esposa de José Antonio Yépez, El Marro, líder del Cártel de Santa Rosa de Lima. Reportes de seguridad definen ese lugar como “Zona Marro”. (…) Hacia las seis de la tarde, la candidata de Morena caminaba por una calle de San Miguel, la acompañaba un grupo de personas que agitaban banderas y gritaban: “¡Morena! ¡Morena!”.
No se necesita mucho cacumen para entender lo que dicen de esos párrafos del columnista. Hasta este lunes, de acuerdo al Observatorio Electoral, 26 aspirantes y/o candidatos habían sido asesinados; nueve de ellos, de Morena. Tampoco hay que hacerse tarugo ante las notables similitudes que ha adoptado la política respecto al narco: el control de las plazas, y las candidaturas y los votos, se gana a fuego y sangre.
Nada en Michoacán sobre los crímenes del dirigente de Morena en Maravatío y quien iba a ser el candidato a alcalde por ese partido, Dagoberto García Reyes, el 19 de octubre pasado; el 26 de febrero, se echaron al segundo candidato, Miguel Ángel Reyes Zavala; y de un jalón, al aspirante panista para el mismo cargo, Armando Pérez Luna. ¿Qué pasó con los asesinatos de Miriam Ríos, comisionada trans de MC en Jacona y Karla Citlalli Herrera González, lideresa del PES en Ario de Rosales?
A ver, honorable gobernador Bedolla: ¿es muy bajo politizar los narcocrímenes políticos? ¿o es parte de la normalidad de su 4T?…
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Allá en 2021, a propósito de las elecciones intermedias, simpatizaba con la idea de que Beatriz Gutiérrez Müller se postulara para un cargo de elección popular e iniciara carrera política; incluso le veía -¿por qué no?- talla para “la grande” del 2024, por todos sus atributos, y muy por encima de la insípida y robotina Claudia Sheinbaum. Escuchar en sus spots radiotelevisivos ese monótono canturreo oratorio del siglo pasado, es verdaderamente enfadoso.
Hace tiempo que la esposa de López Obrador mantiene un perfil bajo en redes sociales en comparación con el primer trienio del sexenio. Reaccionaba a todo ataque contra su pareja y el movimiento, y con rapidez; ahora repostea temas de interés cultural y artístico y nada de politiquería palaciega.
El campanazo que dio Beatriz en sus redes en torno al escándalo del hijo de Xóchitl Gálvez, es un juego a tres bandas: 1.- Tiznadazo al marido que no protegió y defendió a su hijo menor Jesús Ernesto, como lo hace con los vergoletones buenos para nada de los López Beltrán; 2.- Que estos respondan sobre las pillerías de que se les señala, y que ha de estar enterada que son ciertas porque los conoce; y 3.- Empatiza más con Xóchitl que con Claudia:
«Por más que quieran vincular (de un lado u otro) a los consanguíneos para beneficiar o perjudicar a alguien por cuestiones políticas, el problema no es con ellos. Los padres, los hijos, los familiares NO somos responsables de los actos de ellos; solo de los nuestros. Cuando somos mayores de edad, cada cual también debe ser consecuente de los suyos. Los niños y menores están todavía más aparte. Es abominable que ataquen a estos últimos».
Y su deslinde de lo que hizo y no hizo su esposo, como Presidente; hermanos, primas, hijos, sobrinos, amigos, colaboradores, involucrados en escándalos de corrupción: “los errores o las equivocaciones de alguien de la familia, así como sus aciertos o victorias no son transferibles ni hereditarias en ningún lugar del mundo. Es México, segura de que no”.
“Un favor a los políticos en campaña y a sus equipos: jueguen limpio”. Su esposo, López Obrador, no está jugando limpio. Lo sabe. Está usando todos los recursos del Estado para hacer ganar a su candidata, y Gutiérrez Müller luchó contra eso y es congruente.
Y el agradecimiento de Xóchitl a las palabras de solidaridad: “Para una madre siempre son momentos difíciles cuando sus hijos cometen errores”.
Ese, “con los hijos no”, de Sheinbaum, sobra…