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PSICOPATÍA Y LIDERAZGO: EL CASO AMLO

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* Ante la tragedia, un chiste estúpido

La insolencia es el escudo

de la desvergüenza y la

fortaleza de la cobardía.

 Ignacio Manuel Altamirano

GUSTAVO CORTÉS CAMPA

Parecía que ya habíamos sobrepasado el umbral del horror; que aceptábamos como normalidad, por un lado, las matanzas hebdomadarias de los cárteles, y por el otro, la  indiferencia presidencial ante el fenómeno de la violencia que azota al país. Pero no contábamos con la enorme capacidad de la anomía de AMLO para superar sus propias marcas.

Este miércoles 16 de agosto, AMLO nos demostró que todavía mantiene un amplio margen para escandalizar –o quizá, horrorizar- a los mortales comunes, y que puede alcanzar niveles grotescos.

Sucedió que, de vez en cuando, se cuelan en la mañanera, reporteros de verdad, con pundonor profesional, a los que no les dan el micrófono, pero reclaman atención a gritos.

Así sucedió cuando AMLO ya se retiraba, pero uno de esos reporteros le exigió su punto de vista en cuanto al asesinato de cinco muchachos en los Altos de Jalisco y la circulación de videos que muestran la condición escatológica de su muerte, y el horror de la sociedad en torno a ese sucedido.

AMLO regresó al micrófono, pero no hizo comentario alguno, sino que contó un chiste estúpido y se fue.

PSICOPATÍA Y LIDERAZGO

No hace mucho, la revista Behevioral Science and the Law, publicó un estudio acerca del liderazgo y la psicopatía que desarrollan ciertos ejecutivos, tanto de la empresa privada como de los gobiernos.

Define el asunto como “una anomalía psíquica, que provoca una conducta social patológicamente alterada”. Aclara la publicación que el uno por ciento de la población general puede tener rasgos psicopáticos, pero que en niveles de mando, el fenómeno se da tres o cuatro veces más.

Esos rasgos psicopáticos la publicación los reúne en un “decálogo”, de los cuales todos, absolutamente, son aplicables al presidente AMLO:

CARISMÁTICOS: Tienden a ser divertidos y a compartir historias casi increíbles, pero que suenan convincentes al presentarse como héroes de película.

EGOCÉNTRICOS: Todo en ellos es superlativo, no hay espacio para la sencillez

INCAPACES DE REMORDIMIENTO: Les tiene sin cuidado el resultado de sus acciones para con terceros y nunca pueden sentir arrepentimiento.

FALTOS DE EMPATÍA: Acaso el rasgo más evidente, según algunos, es que son ajenos totalmente al punto de vista de los demás.

ENGAÑOSOS: Cuando son descubiertos en una mentira, simplemente cambian la historia y modifican los hechos para tener siempre una coartada fácil a la mano.

FALSOS EN SUS EMOCIONES: En realidad, no están sintiendo nada, aunque lo aparentan con alguien a su alrededor a quien por alguna razón, quieren cortejar.

IMPULSIVOS: Evaluar las ventajas y las desventajas, o las consecuencias de sus deseos, les parece una pérdida de tiempo.

VENGATIVOS: Curiosamente, la ausencia de empatía se refleja también en una hipersensibilidad a lo que pueden  percibir como un insulto hacia su persona.

AVENTUREROS: Son afectos a la adrenalina, a la toma de riesgos, a vivir al filo de la navaja. No pueden con la “normalidad”.

VIVIR UNA FANTASÍA

AMLO concluirá su sexenio con la cifra más alta de homicidios y desaparecidos de toda la historia del país. Con un clima de violencia que en los últimos meses ha hecho, crudamente, a las carreteras literalmente intransitables.

Reúsa, con terquedad asombrosa, elaborar un plan amplio de combate a la delincuencia y en vías de hecho, se ha convertido en una especie de patrocinador de las bandas criminales.

En materia económica da bandazos en cuanto a promover y al mismo tiempo, bloquear inversiones privadas.

Se entromete en asuntos que desconoce y comete errores garrafales, como cuando manifestó alegremente la intención de “comprar” el Grupo Banamex, lo que ocasionó de inmediato la reacción del Corporativo Citi Group, que canceló de golpe el trato con el magnate Larrea y anunció una oferta en la Bolsa de Valores… en 2025.

De esa forma, AMLO hizo un ridículo mundial espantoso.

Tal parece que para AMLO, la famosa frase atribuida a Laurenti Beria (el sórdido colaborador de Stalin), que reza: “Si la realidad no va de acuerdo al programa del partido, pues qué malo para la realidad”.

De hecho, los colaboradores cercanos de AMLO actúan exactamente igual que el torvo asesino de la NKDV, cuando para respaldar a su jefe, niegan alegremente lo dicho en televisión por su jefe y acusan “a los conservadores” de calumniar al prócer.

Así lo hicieron Jesús Ramírez Cuevas, el operador de propaganda del presidente, cuando negó tajantemente que AMLO haya contado un chiste estúpido en el cierre de la “mañanera”, de la misma forma que lo hizo el “guía intelectual” (¿?), Epigmenio Ibarra.

Chistoso: “Eso que ustedes vieron y oyeron en la TV, pues no es cierto”.

A eso hemos llegado…

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