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Por Samuel Cantón Zetina/@SamuelCanton
Los que hoy se imaginan seguros competidores por la gubernatura de Tabasco, por lo “parados” que están con el presidente, deben serenarse y procurarse un Plan B.
En las últimas semanas, ha habido repetidas muestras -incluso públicas- de que AMLO está molesto con sus compañeros de partido por la codicia con que en todo el país se disputan MORENA, y con autoridades surgidas de él.
A propósito del intento de un grupo de alcaldes de obligarlo a que los atendiera en Palacio -los gaseados-, Obrador se refirió a que en ese ámbito de gobierno, y en el de los gobernadores, no se manejan los fondos con honestidad y austeridad.
Y por el lado del partido, ha condenado -sin nombres, aunque están a la vista- a los que se dan con todo en los procesos internos para apoderarse de los comités y aguardar desde ahí las candidaturas, y llamado a sus correligionarios a no dejarse manipular por “los vulgares ambiciones”, y a actuar como buenos ciudadanos y demócratas.
“El corrupto no es de izquierda; el que hace trampas, no es de izquierda; tampoco actúa conforme a los principios de la 4T”, predicó.
Lo anterior retrata la nueva decepción del presidente, y que el instante en que pueda deslindarse de MORENA, como en su momento lo hizo del PRD, tal vez es solo cuestión de circunstancias.
¿Qué tal si para 2024, en que el Edén elija gobernador, AMLO ya no está en el Santuario?
¿Pasaría lo mismo que con las tribus, donde muchísimos quedaron atrapados en la indefinición de seguir o secundarlo en otra aventura?
Fuera de MORENA, y a mitad de sexenio, ¿quién de entre Octavio Romero, Mónica Fernández y Javier May irían a ciegas tras el Maestro?
¿O permanecerían, convencidos de que de todas maneras, desde la candidatura morena es más probable reemplazar a Adán?
Conociendo las “pocas pulgas” presidenciales, un plazo para dejar el Santuario puede ser después de las elecciones del 2021, para retener el control de las cámaras. Luego de eso…
