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Todos van a La Villa

*Cuando sólo queda la fe, La Morenita:- allí Degaulle, Kennedy y Juan Pablo II *“Comecuras” en público, guadalupanos en privado: Siqueiros y Rivera, de rodillas *Lázaro Cárdenas y LEA, veinteañeros, allí iniciaron su carrera a la Presidencia *Fox y Calderón, invocaron su bendición para la alternancia de doce años azules

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Foto especial

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La Villa, la Meca mexicana retumbaba esta mañana; hierve como hormiguero humano que copará más y más el atrio más visitado del gentío  mundo, después de El Vaticano, por millones durante diciembre. Sólo falta la llegada del Papa Francisco .

 

Joaquín Herrera
CD de México, 9 de dic./2015 (
agencia acento) Cuando se agota todo recurso de la ciencia, toda esperanza razonable, la única salvación es La Morenita del Tepeyac:
Lo ha sido para millones en los últimos cuatro siglos y medio.
En peregrinación todo el año, pero mas en diciembre- sus fieles devotos forman ríos multicolores; recorren montañas y cañadas y selvas de pavimento en el reino de la gasolina. Y lo hacen cantando a coro -rezan en otomí, náhuatl o zapoteco- hacen caminatas de hasta una semana, para llegar a Ella y rogarle perdón y ayuda.

Todos van a La Villa

Lo hacen los meseros, taxistas, abogados, arquitectos, médicos, charros, artistas políticos, o quinceañeras o recién nacidos que llevan sus padres para el bautizo; a Ella le llevan el velo de novia, a Ella se lleva a recién nacidos a bautizar; ¿a quién mejor encomendar a la prole? a Ella se entregan ex votos, como el certificado de primaria, el anillo de bodas, el sueño en forma de un título de abogado o de médico, cuando no es ”milagros”en forma de brazos o piernas y ojos elaborados en plata u oro. Llenaron retablos y muros hasta que tienen que ser retirados para dar  paso a otros miles como ocurrió en el edificio basilical que se desechó por el nuevo. Este que hoy luce en forma de un manto divino de Ella sobre sui grey.
Todos van a La Villa.

Cárdenas, Echecherría, Diego Rivera, comecuras y guadalupanos

Fue en La Villa donde un jovencito estrenaría su traje de capitán, junto con sus compañeros de “oficio”. Algún día alguien diría que ese joven, ya todo un general y Presidente del país (famoso por expropiar al petróleo y la dignidad nacional) sería un comecuras en público y guadalupano en privado, como Siqueiros; como Diego Rivera y como tantos.

Foto especial. Luis Echeverría, fiel católico
Foto especial. Luis Echeverría, fiel católico

Los dos “grandes” del muralismo, pintaron para la Emperatriz de las Américas. Diego acudió a Ella en vísperas de viajar a Texas para operarse un cáncer. Pero no logró sobrevivir a ese flagelo, este fundador y militante del Partido Comunista, pero guadalupano de corazón.

Otro jovencito, que recién se había graduado de abogado en la UNAM, acudía discretamente a iniciar su carrera a Palacio Nacional. Como parte del Grupo Puebla
–“alumno” de Rodolfo Sánchez Taboada, ideólogo del partido gobernante, el PRI- apadrinaba ya a un grupo de pilotos aviadores que fueron a ofrecer a La Virgen Morena su título. Ese joven entonces, Luis Echeverría Álvarez, fue de la cima del Tepeyac a la cima del poder, el Palacio Nacional.

Ah y de todos ellos, de Lázaro Cárdenas, Diego Rivera o Siqueiros y LEA, hay un archivo fotográfico que comprueba como todos van a La Villa

En el Tepeyac, han iniciado su carrera artística o consagran  su fervor, quienes ya llegaron a la cima:
fox_virgen_guadalupeFue el caso del prime presidente declarado católico, por cierto, el primero no priista, Vicente Fox, del Partido Acción Nacional, PAN. Repitió, Felipe Calderón. Ambos se sumaron a los millones que van a La Villa; siglos antes, en Teotihuacán los hombres se asumían como dioses; en el Tepeyac, el poder terrenal, invoca el don divino, todos lodos tiempos.

Negrete y tantos artistas, igual: Todos van a La Villa

El entonces Charro Cantor, aparece en una gráfica, con Diana Negrete, de brazos, recién bautizada; igual, su “rival” en la pantalla, Pedro, con Irmita Infante y la mamá, famosa actriz tomándose la foto ante la Basílica (antigua, en los años 40).

Hoy las crónicas son de  Angélica Vale, cargando a la cuarta generación de artistas, o Angeliquita, su hija.

Igual, Paulina Rubio, con su hijo Andrea Nicolás, aunque ella dijo que  ese acto fue solo para la foto, porque lo había bautizado en el rito maya, poco antes. Pero Susana Dosamantes, la abuela, aclaró que esa fue una mentira de su hija para hacerse publicidad y que la aguas bautismales cayeron en  la mollera de su nieto, allí, en La Villa.

Cantas las mañanitas a la Virgen es parte del Show en muchos: fue costumbre de María Victoria, Pedro Vargas, Lola La Grande, Lucha Villa o Lucía Méndez, Lucero

Todos van a La Villa

Un enfermo terminal con el mundo en sus manos rogó ante la Morenita, en visita de estado a México. Oró por su vida –como muchos- John Fitzgerald Kennedy. Enfermo terminal como estaba, en la primavera de 1962 en que vino, se reunía aquí con su amigo, su compañero de dolor, Adolfo López Mateos -ambos enfermos; ambos rechazados por ser “muy jóvenes” “muy verdes”- como ocurriría a su “alumno”, post mortem, Enrique Peña.

Foto especial. El pueblo mexicano, fiel a la Virgen de Guadalupe
Foto especial. El pueblo mexicano, fiel a la Virgen de Guadalupe

Kennedy no necesitaba del atentado en Dallas, en noviembre, 18 meses después; su reloj vital tenía una fecha de caducidad muy próxima y quizá vino a despedirse de La Virgen Morena. Todo hace suponerlo, porque sólo él y Ella, supieron de su dolor de toda la vida.

El Adonis de Boston, había sobrevivido –casi adolescente- a un bombardeó japonés que partió en dos su lancha torpedera en el Pacifico; también logró derrotar  a las élites y fue senador en 1952 y repetir en 1958; más aún, le paspó por encima a la alta política, o a de Nixon, en las Presidenciales de 1960. Incluso, venció al prejuicio de un país de protestantes y fue el primer Presidente católico.

Pero Kennedy no podía con su destino, siendo un estuche de enfermedades: tosferina, sarampión, varicela y escarlatina, antes de los tres años de edad; apendicitis,  parotiditis,  ictericia y asma crónica en la adolescencia, conforme al diario de su madre, Rose Kennedy;  a ello se suma la fractura de un disco vertebral, durante un juego de rugby en su alma mater, Harvard, que lo martirizaba hasta hacerlo llorar de dolor, ya candidato y presidente. Eso había  provocado que lo rechazaran en la Marina (1941) pero aún así logró

combatir dos años, ante la crisis de Peral Harbor, como expone Rose Kennedy, hasta su retiro por el bombardeo en Islas Salomón, que lo hizo llegar a nado a tierra y que sumó una herida en el dorso de por vida. JFK tenía que ser sometido a baños especiales para calmar el dolor, aún con el corsé de metal. Nunca duraba más de 30 minutos un discurso suyo por ello.

El líder que enfrentó a Kruschev, estaba “sentenciado”

John enfrentó lo peor, cuando fue operado de ese disco: recibió los santos oleos… A todo había sobrevivido…Siempre vivió seguido por un hospital rodante, a unos metros, listo a un posible infarto al miocardio. Aún así, el “atlético” hombre acosado por las mujeres, sin saber su estado, llegó al aeropuerto del DF, recorrió la ruta de los desfiles con ALM…Y así llegó al Tepeyac.

Jacqueline vivió un viacrucis de dos años; ella jamás perdió la sonrisa de estrella de Hollywood, que cautivó al mundo, aunque sabía que por la sangre de su marido corrían gérmenes de la malaria y atisbaban enemigo mortales…Y La Morenita fue una esperanza.

Los médicos de John decían que el líder que enfrentó y acalló a Nilñita Kruschev en una crisis de guerra atómica remember los misiles para “defender” a Castro- poderoso y todo estaba condenado a vivir con un shock a lista de espera siempre.

Así, el viaje prohibido por los expertos en seguridad, a Dallas, -le alertaron que podría ser su tumba- bien pudo ser un suicidio porque JFK jamás quiso evitar esa cita con el sur de EU. Por eso creció la hipótesis de una especie de suicidio en esa la gira a Texas. Y Kennedy pasó a ser –como su amigo ALM, de México- uno de los Presidentes más querido del siglo XX. Como él, todos van a La Villa

El titán de la resistencia, De Gaulle, ante Ella; igual Juan Pablo II

 Fue el caso de Juan Pablo II, que de alguna manera vino a despedirse de La Guadalupana.

Lo hizo el titán de la resistencia francesa y general de cinco estrellas, Charles de Gaulle, “tocado” como estaba, bajo efectos de diabetes, virtualmente ciego. No se debería notar, ese 1964.
De Gaulle sólo percibía sombras y ocultaba su pesar atrás de gruesas gafas. Claro, salvo cuando aparecía en ceremonias o eventos especiales y era aclamado en la Ruta de los Desfiles el Paseo de la Reforma (construido por Maximiliano, en el malogrado imperio francés mexicano) al lado del Presidente  Adolfo López Mateos, en su visita de 1964.
Ante La Morenita, rogó en francés por su vida, católico como era.
Nunca se sintió doblegado: ni cuando sufrió tres bayonetazos –en hechos de armas en la Primera Guerra Mundial-  ni por el cataclismo vascular como el suyo y un millón de franceses; este trastorno (la diabetes) suele afectar las terminales nerviosas periféricas; una de ellas, toca al nervio óptico; cuando alcanza a la retina, viene la ceguera total.

De Gaulle lo sabía y lo “dialogaba” con La Virgen…Charles lograría recorrer cerca de 890 veces el espacio de Francia en los mil 500 municipios de su patria; enfrentaría la liberación de Argelia o Quebec; todavía duró nueve años, tras su visita a México. El héroe de dos guerras mundiales, quedó sepultado bajo un  epitafio en que se lee: “Para los hombres pequeños, los mausoleos; para los grandes hombres, una piedra y nombre”, al lado de su hija, Anne.

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