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Samuel Cantón Zetina
No hay mayor peligro para México que Trump.
Mucha gente no lo entiende, y cree -ingenuamente- que debemos confrontarlo.
Tampoco quiere decir que México deba arrodillarse.
Sólo que el gobierno debe ser inteligente, para no caer en provocaciones y dar pretextos al simio blondy para agredirnos más.
López Obrador se mantiene bajo control, y actúa con mesura y dignidad, de lo que es prueba -guste o no- su respaldo a Evo.
Para nada agradó del otro lado del Bravo.
Los gringos retrasan la aprobación del nuevo tratado de libre comercio de América del Norte para ratificarlo en una circunstancia donde obtengan beneficios extras.
Como ésta, en que pretenden catalogar a los narcotraficantes aztecas como terroristas, para entrar a suelo patrio a perseguir a los (según ellos) enemigos de su seguridad nacional, y quien sabe a qué más.
Aquí cobra sentido la intensa campaña “de buena voluntad” del embajador Landau.
Se trata de un claro intento de penetración de la potencia, que amerita una posición madura, serena y responsable.
A México le interesa el T-Mex, por eso el Senado desde hace rato le dio luz verde, y AMLO celebró diciendo que atraerá más inversión y empleos.
El gigante nunca está satisfecho. Siempre quiere más, y aunque México frenó la migración centroamericana, tras la amenaza del rubio idiota de gravar ¡todas! las importaciones, poco le duró la gratitud.
Lo peor que le podría pasar a la República es que el presidente, escuchando a los bocones que no miden consecuencias, entre en guerra con Trump.
Y DE MAÑANA…
SE SUPONE -segundo intento- que ahora sí van a quitar los colectivos. El problema, al menos lo fue la primera vez, es que ¡los propios usuarios! se resisten a que desaparezcan. Les encanta quejarse del pésimo servicio, pero no ayudan para que las cosas cambien. Muchas cosas que funcionan horriblemente, como el servicio de taxis, el choco (desmadroso) las acepta como irremediables. Imposible progresar…
