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¿VOX LÓPEZ OBRADOR, VOX DEI?

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POR MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN /@msanchezlimon @msanchezlimon1

La pregunta puede parecer irreverente.

Pero ante la resultante cotidiana del estilo de gobernar del licenciado presidente, sin duda hay una franja de la sociedad mexicana cuya simpatía por él linda en el fanatismo político con creciente fundamentalismo que busca la aniquilación del contrario, del que piensa diferente.

Las redes sociales, ensalzadas por Andrés Manuel López Obrador como factor clave en la propaganda que lo llevó a la victoria electoral, y de las que hoy suele quejarse porque la primacía le ha sido arrebatada por la oposición que detesta, son arena en la que simpatizantes, militantes y oficiosos de Morena, amén de las granjas de bots, despliegan ese activismo que eleva la voz del licenciado presidente en la voz de Dios, un ser supremo que no admite discusión.

Por eso ha asumido la condición de Su Alteza Serenísima (SAS) como gustaba Antonio López de Santa Anna le llamaran, incluso con la altiva postura del Duce (guía) que caracterizó a Benito Mussolini: la barba alzada, muestra de superioridad, y la mirada puesta en ningún sitio porque nadie la merece.

Así, dueño, más que depositario, del máximo poder que implica la Presidencia de la República, las tribus que engrosaron las filas de Morena con esa leva –voluntaria e involuntaria en vías de convencimiento– que operó cuando fue dirigente nacional del PRD, sabe que cuenta con el respaldo de fanáticos que se hicieron de parcelas de poder y, por ende, están dispuestos incluso a dar y quitar la vida.

No, no es un exceso. Un taxista, de esos que suelen presumir la ínsula de poder en el vecindario, cuando la elección de 2018, palabras más palabras menos me presumió que le habían encargado sus jefes operadores de Morena, que llevara el mayor número de apoyadores a los mítines de Andrés Manuel.

A este personaje, vecino de la jurisdicción de Gustavo A. Madero, por los rumbos de Cuautepec, pregunté qué le darían a cambio. Respondió que un departamento y, a quienes convenciera, un cantidad de dinero.

–¿Y usted que hará?—le pregunté.

–Voy a llevar un chingo de vecinos, conocidos y recomendados. Tengo que ganarme mi departamento y soy capaz de matar a cualquier cabrón que se me oponga—respondió. Tal vez fue un exceso verbal y fanfarroneaba, pero lo dijo con esa convicción que atemoriza.

Y mire usted. Quienes defienden el sagrado territorio ganado, no son 30 millones 113 mil  483 de mexicanos que votaron por Andrés Manuel en 2018 ni los 17 millones 180 mil que en junio pasado votaron por el proyecto de Morena, encaramado en eso que denominan la 4T. Pero abundan en las redes y en ciertos puntos del país. Y no hay explicación que los convenza.

Son ciudadanos convencidos de que la palabra de Andrés Manuel, es la voz de su dios –con minúsculas–. Y la agresividad con la que atacan a críticos y opositores del licenciado presidente, es de ese grado que uno los imagina en el punto de descargar su ira, fundamentalistas defensores de la palabra de SAS aunque ésta sea mentira o que su dinámica ronde en torno de una grave y lesiva mentira.

Usted seguramente se enteró del reporte de una empresa seria, respecto de las más de 50 mil mentiras o información sin sustento que Su Alteza Serenísima ha dicho en las homilías matutinas desde la primera del 3 de diciembre de 2018, dos días después de haber asumido el cargo de Presidente de la República, ceremonia en la que se despachó con la cuchara grande en materia de promesas y luego en ese acto en el Zócalo de la Ciudad de México. En fin.

El tema viene al caso por lo que ocurre en la relación del gobierno de Su Alteza Serenísima y los medios de comunicación, empresas y reporteros, la infantería que es dueña de su fuerza de trabajo e intelecto más no de diarios, televisoras, radiodifusoras y las influyentes plataformas digitales con fondos que se agotan.

Pero, en especial el tema es Notimex, la Agencia de Información del Estado Mexicano, a la que junto con sus trabajadores en huelga se pretende finiquitar por la vía de la inanición y la mentira que, esos fundamentalistas y el propio Andrés Manuel López Obrador esgrimen para regatear los derechos laborales de reporteros y personal por cuyo incumplimiento estallaron la huelga en el primer minuto del viernes 21 de febrero de 2020.

Le platico brevemente una experiencia personal como integrante, en aquellos días de la década de los 80, del CEN del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa.

En Oaxaca capital, un grupo de colegas pidió el apoyo del SNRP para presentar pliego petitorio al dueño del periódico en el que trabajaban sin la menor prestación, es decir, sin Seguro Social, salario mínimo, descanso, vacaciones. Y estalló la huelga.

El empresario camionero, dueño del diario, contrató los servicios de un influyente abogado que aspiraba a rector de la UABJO. En una de las reuniones en la Junta Local de Conciliación y Arbitraje, pregunté al abogado si era oaxaqueño y mexicano.

Respondió que sí, por supuesto. Entonces, le dije, no entiendo por qué se niega a otorgar a un grupo de sus paisanos, jóvenes la mayoría, mexicanos que no piden canonjías ni casas ni automóviles o salarios onerosos, simplemente lo básico que la Constitución dispone.

El abogado abandonó las negociaciones y envió a uno de sus asistentes a pactar un acuerdo y luego se firmó el Contrato Colectivo de Trabajo. Los colegas, al paso del tiempo, lograron un acuerdo con el empresario y se convirtieron en cooperativa, dueños de la fuente de trabajo. Sin damnificados.

¿Serán mexicanos Jesús Ramírez, Sanjuana Martínez y Andrés Manuel? Porque no entiendo cómo el vocero presidencial, es decir, la voz del licenciado presidente se atreve a pasar por encima de los derechos de unos trabajadores mexicanos que han sido perseguidos, insultados, amenazados y estigmatizados por demandar el cumplimiento de sus derechos laborales, nada de canonjías.

No entiendo cómo Jesús Ramírez Cuevas se atreve a poner un ultimátum a los trabajadores de Notimex, en el nivel abyecto de proponer: aceptan trabajar con Sanjuana Martínez o se cierra Notimex. Es un insulto al sentido común y a las secretarias de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde Luján, quienes han intervenido y conciliado el conflicto. Aunque, bueno, obedecen órdenes y se disciplinan. Pero…

¿Por qué Andrés Manuel defiende a Sanjuana Martinez, frente a una flagrante violación a la Ley Federal del Trabajo y a los derechos humanos de los trabajadores de Notimex?

Mire usted, este es el mejor ejemplo de que la voz de Andrés Manuel es la voz del dios de la 4T. Tanto que la orden de desaparecer a Notimex implica violar a la Constitución y un ordenamiento legal secundario, amén de ir contra la decisión del Senado de la República en cuyo pleno le fue tomada la protesta a Sanjuana como directora de Notimex.

Porque Jesús Ramírez no se manda solo. Y Su Alteza Serenísima, como el Duce Mussolini, dictará la sentencia que dejará en el desamparo laboral a más de un centenar de trabajadores de la comunicación y, por ende, a sus familias.

Sí, sí, la fanaticada fundamentalista defenderá la decisión. Total, se trata de otros pinches periodistas que obedecen al neoliberalismo conservador, golpistas enemigos de la 4 que han cometido el delito de alzar la voz y demandar cumplimiento a lo que por ley les corresponde.

Ojalá y el gremio periodístico alce la voz y pacíficamente tome la calle en defensa de los derechos de nuestros colegas de Notimex que sobreviven a la embestida del Duce y sus camisas negras. Urge la convocatoria. Conste.

sanchezlimon@gmail.com

www.entresemana.mx

@msanchezlimon @msanchezlimon1

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