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DOMINGO 6: EL SER O NO SER PARA CLAUDIA SHEINBAUM

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Por Pascal Beltrán del Río / @beltrandelrio

Las elecciones intermedias representan el punto culminante de un sexenio en la tradición política mexicana. A partir de que se computan sus resultados, la fuerza del Presidente de la República comienza a menguar, después de haber alcanzado su pico, y se desata el juego de la sucesión.

Es también un momento muy importante para las aspiraciones de quienes creen tener posibilidades en “la grande”.

El 5 de julio de 2009, el entonces gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto se consolidó como precandidato presidencial de su partido gracias al desempeño del PRI en las intermedias que coincidieron con comicios locales en la entidad.

El tricolor recuperó, entonces de manos del PAN, cinco diputaciones federales y cuatro ayuntamientos que formaban parte del llamado “corredor azul”, un bastión indudable de Acción Nacional en la zona conurbada formado por Naucalpan, Tlalnepantla, Cuautitlán Izcalli y Atizapán. También arrebató a la oposición Toluca, Ecatepec y Nezahualcóyotl.

Seis años después, en las intermedias de 2015, el Movimiento Regeneración Nacional se estrenó como partido con registro y tuvo un resultado inusitado para uno de reciente creación: tres millones de votos u 8.5% del total nacional.

Ese desempeño significó un paso determinante en las aspiraciones presidenciales de Andrés Manuel López Obrador, quien demostró de esa manera que no dependía del PRD, partido del que fue dirigente nacional y que apenas logró superar a Morena por un millón de votos.

¿Tendrá el actual proceso, que culmina el domingo 6, el mismo peso en la sucesión presidencial? Ni duda cabe. Aunque se pone el acento en lo que hará o dejará de hacer López Obrador –dependiendo de cómo quede integrada la próxima Legislatura de la Cámara de Diputados–, poco se repara en lo que significarán estas elecciones en términos de la sucesión de 2024.

Quien más se juega el futuro político es Claudia Sheinbaum. Ni ella ni los otros dos eventuales candidatos presidenciales del oficialismo –el canciller Marcelo Ebrard y el líder senatorial Ricardo Monreal– aparecen en las boletas, pero existe la posibilidad de un descalabro para Morena y sus aliados en la mitad de las alcaldías de la capital, que Sheinbaum gobierna. 

Si eso sucede, mucho tendría que ver el desplome de un tramo elevado de la L12 del Metro, que causó 26 muertes y del que se cumple hoy un mes. El percance ha golpeado la popularidad de Sheinbaum. La Ciudad de México es, no se olvide, un bastión del movimiento lopezobradorista que sólo podría verse dañado por un autogol, pues Morena tiene los gobiernos federal y local, además de 14 de las 16 alcaldías capitalinas.

Un golpe así menguaría la presencia del oficialismo en el Congreso local y Sheinbaum lo acusaría mucho más que Ebrard y Monreal. Desde luego, el canciller tiene responsabilidad en la construcción de la L12, pero el petardo electoral en la capital lo dañaría sólo de rebote. De los tres, Monreal sería quien mejor trate la elección, sobre todo si su hermano David gana la gubernatura de Zacatecas como parece que sucederá.

El que Sheinbaum y, en menor medida, Ebrard se conviertan en damnificados del 6 de junio será en beneficio de Monreal, pero también de la oposición, pues ésta podrá posicionar como eventuales candidatos presidenciales en 2024 a quienes la opinión pública identifique como ganadores.

En las intermedias se juega mucho más que el resto del periodo de López Obrador. De sus resultados depende que el tabasqueño pueda ser el primer Presidente desde Miguel de la Madrid que le entrega el poder a su persona preferida.

BUSCAPIÉS

*Al más puro estilo de los regímenes autoritarios, el gobierno del presidente nicaragüense Daniel Ortega acusó el martes de lavado de dinero a Cristiana Chamorro, la opositora con mayores posibilidades de sacar del poder a los sandinistas en las elecciones de noviembre. Ayer, se ejecutó la orden de aprehensión. Ortega parece dispuesto a todo para no ceder el poder, como tuvo que hacerlo en 1990, cuando fue derrotado en las urnas por Violeta Barrios de Chamorro, madre de Cristiana.

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